Se compra con pan

Lo dice Fiodor Dostoyevski en El gran inquisidor: “la obediencia se compra con pan”.

 

El inquisidor dice al preso (Cristo): … “te horrorizaba la idea de comprar con panes la obediencia de la Humanidad, y contestaste que “no so1o de pan vive el hombre…

 

* Y lo proclaman desde el ayuntamiento los doce pueblos, que se apresuran a convertirse en almacén nuclear. Su oferta surge desde el abandono y la pobreza, desde el ¡aquí no se puede vivir! Como hace años en la costa portuguesa hoy los ayuntamientos pregonan en un gran cartel de pueblo: ¡vende-se! Cuando se es pobre se cierra fácilmente los ojos de la salud.

Y es que, como escribía Hedelberto López en Rebelión, Europa, el viejo continente, que colonizó extensos territorios en África, América Latina y Asia de los cuales extrajo riquezas que le permitieron el desarrollo de sus países y sociedades, aparece en los censos de este siglo XXI con más de 80 millones de habitantes pobres.

Pero “la polémica desatada por la ubicación del Almacén Temporal Centralizado (ATC), que albergará el combustible gastado de las centrales nucleares y otros materiales procedentes del desmantelamiento de las mismas, no desaparecerá cuando se conozca el nombre de la localidad española que lo albergará. Porque el debate sobre qué pasará con su contenido una vez que transcurran los 60 años a los que hace referencia la “temporalidad” de las instalaciones aún no se ha resuelto” (Ainhoa Iriberri).

 

* John Felipe Herrero Meneses murió en Afganistán, soldado en guerra invasora. Y se enroló en el ejército para conseguir unos papeles imposibles para pobres. Porque John no era deportista de élite ni rico, era un colombiano pobre y joven. Tenía 21 años. Carne de cañón en el ejército español, porque el 43% de los fallecidos son extranjeros aun cuando tan sólo conformen el 7% de la tropa. La veteranía es un grado y hasta en la guerra se sabe buscar acomodo. En el estado español la clase alta pagaba para librarse del servicio militar. “Hijo quinto y sorteado, hijo muerto y no enterrado”. En la España semianalfabeta los quintos eran generalmente analfabetos y pobres, narra David Solar.

 

Con el inicio de la Segunda Guerra Mundial el Imperio británico echó mano de sus colonias. De los once millones de hombres que Inglaterra movilizó, seis millones eran británicos y cinco de las colonias. En África Inglaterra movilizó a un millón de hombres, frecuentemente a la fuerza. Esos soldados lucharon contra los italianos en Somalia y Etiopía (1940-1941), contra alemanes e italianos en el desierto de Libia (1940-1943), contra el régimen de Vichy en Madagascar en 1942 y contra los japoneses en Birmania en 1944. El sueldo y la alimentación de esta tropa eran peores, sus mandos eran blancos. Un manual para oficiales describía a la tropa colonial africana como “gente de mentalidad infantil”. Las protestas y rebeliones contra esa discriminación se resolvieron con castigos y penas de muerte (exposición en Berlín).

 

Y siempre fue, y sigue siendo así, en el ejército: en primera fila los pobres y necesitados y, por lo visto, extranjeros y jóvenes de parapeto, muy en retaguardia los generales y ya sentados en mesa puesta ministros y ministras de la guerra. Por si acaso sus hijos a resguardo. Porque si al revés fuera no habría guerras, al menos no tantas. Ni tantos ofrecimientos de ayuntamientos ni tantos soldados si la obediencia no se comprara con pan.

 

* En nuestros días la oferta del gran inquisidor sigue en pie y obtiene respuesta.