Una revista (Muy interesante) presuntamente científica publica como reportaje una encuesta que sitúa entre los españoles más malvados a Sabino Arana. Junto al rey Fernando VII, Pedro el Cruel, el inquisidor Torquemada, el general Franco… Es curiosa la insistencia de la intelectualidad posmoderna en rechazar los argumentos históricos como trasnochados ante cuestiones presentes como la globalización, la política territorial, la identidad, la realidad nacional o comunitaria. Y sin embargo a poco que se rasca cualquier tema emerge irritada la lectura de la historia.
Dato sorprendente: en la lista de malvados no aparece ningún Pizarro, Hernán Cortés… ningún soldado o aventurero de la conquista americana, a pesar del genocidio de los millones de indígenas que sucumbieron a la invasión española. Tampoco encontramos ningún culpable de los ataques militares durante siglos contra nuestra independencia navarra. Para los españoles el sufrimiento que causan sus tropas y autoridades no entra en la categoría ética de la maldad.
Más curioso aún: han abierto esa encuesta a los lectores, en Internet, on line, y por encima de todos los monstruos peninsulares la opinión pública ha puesto en primer lugar a Franco, y en segundo, casi a la par, a Sabino. Son el pelotón de cabeza, con traineras de distancia a cualquier otro ogro del pasado. Si Franco fue un golpista, traidor a su gobierno, militar represor y asesino, aliado de Hitler, déspota durante 40 años, las acusaciones contra el vasco son (sic) su clericalismo, mitología rancia y cursilería bucólica. También, que inventó un nombre para Euzkadi, fundó el PNV y diseñó una bandera.
No sé qué es peor para la mentalidad totalitaria española: si inventar una ikurriña, que te pone a la altura de los grandes genocidas, o el pánico y la furia que muestran ante la posibilidad de que se les rompa España.