Robert Fisk, humanista del periodismo

´Tenia veintinueve años y me ofrecían el Próximo Oriente. Lo importante es que ya podía formar parte del pequeño ejercito de historiadores que escriben la historia al pie del cañon´, decía Robert Fisk en “La gran guerra por la civilización” en 2025. En otro libro de recopilación de artículos afirmaba “No estoy seguro de que los corresponsales vivan la Historia. Ciertamente son sus testigos. Pero sin el pasado solo podemos ver sombras en la pared”. Entonces miembro de la redacción del ‘Times’ de Londres ya había sido enviado a Irlanda del Norte y a Portugal. Robert Fisk casi ha sido mi vecino, porque ha vivido décadas en la Corniche, en la parte occidental sobre todo de población musulmana, de Beirut. Cuando llego el tiempo de la ola de secuestros en este barrio, de corresponsales extranjeros, profesores de universidad, diplomáticos europeos o norteamericanos, fue uno de los pocos que resistimos al miedo y no abandonamos nuestras casas. A menudo Fisk visitaba a Juan Carlos Gumucio, periodista boliviano que trabajaba en la oficina próxima de la Associated Press que vivía en el ático y era un huesped cordialísimo. Cuando Fisk comenzó a escribir en The independent, le sustituyo como freelance en el Times, antes de trabajar en ´´ El Pais´´. Durante aquellos años el inmueble Saad, ahora Mastercard, fue hogar de corresponsales francófonos como Roger Auque y anglófonos como Charles Grass y la británica Marie Colvin que después murió en Homs, la capital de “la revolución”,a causa de un bombardeo del ejercito sirio.

El “very respected correspondent” Fisk, ya de niño quiso ser corresponsal en el extranjero. Su padre Edward, que había combatido en la Primera Guerra mundial, hombre culto y amante de los libros de Historia, le llevaba a visitar los que fueron campos de batalla de aquella gran contienda internacional. Fisk fue un gran reportero no solo en los países árabes, especialmente Líbano a cuya guerra dedicó su mejor libro, “Pity the nation”, sino también en Afganistán, en cuya frontera montañosa con Paquistán sufrió un ataque de los combatientes del Taliban, y mas tarde en las guerras balcánicas, en Sarajevo. Sus dos grandes entrevistas con Bin Laden, creador de Al Qaida, fueron un documento histórico de gran valor. Completaba sus experiencias y recuerdos de la primera línea de fuego con su gran cultura universal.

En un mundo occidental dominado por la influencia norteamericana fue uno de los grandes desmitificadores de la información del pensamiento único que ha prevalecido sobre las opiniones públicas. Yo no olvidare nunca mis discusiones sobre Irak cuando mucha gente en Europa creía a pies juntillas la gran patraña creada por el vicepresidente de los EEUU Cheney sobre la acusación de que el Rais Sadam Hussein poseía armas de destrucción masiva, que fue la excusa de los norteamericanos y sus aliados para derrocar no el régimen baasista de Sadam Hussein sino para desgarrar Irak, uno de los países mas prósperos del Oriente Medio, donde incluso se reconocieron derechos de las mujeres y se llevo a cabo una alfabetización , elogiada por la ONU.

Fisk fue un hombre de formación humanista, de gran cultura histórica y literaria. Citaba en sus textos Shekespeare, Omar Khayam, al poeta Owen… conocía al dedillo las intrigas occidentales para dividir los territorios árabes del Oriente Medio, tras la derrota del imperio otomano. Poseía una visión mundial de la historia que le permitía un conocimiento critico de estos pueblos donde la historia sigue estando a flor de piel. ‘Nosotros hemos perdido nuestra fe y ellos no’, escribió una vez sobre la Europa cristiana y el Oriente musulmán. Sus artículos en The Independent ,que le permitió una gran libertad del tratamiento de temas, en sus columnas mucho más valiosas que sus crónicas informativas, le convirtieron en un gran corresponsal por encima de las restricciones de la pura actualidad. Sus textos sobre el olvidado arte de escribir a mano, de la pluma, el telex y el papel del email, son una entrañable expresión del trabajo periodístico de nuestra generación. Me temo que con él se desvanezca toda una manera de entender el mundo, sobre todo de ejercer esta profesión cada vez más expuesta a la instantaneidad y al espectáculo. La ultima vez que vi a Fisk fue en la embajada siria en Beirut, para recoger su visado.

https://blogs.lavanguardia.com/beirut/54271-2

LA VANGUARDIA