El presidente del Partido Popular del Reino de España, Mariano Rajoy, cometió hace unos días un sorprendente lapsus cuando a la salida del cónclave de las JONS en Sigüenza, y refiriéndose a la propuesta de nuevo estatuto, se le escapó que era lamentable todo lo que estaba ocurriendo después de haber pasado “quinientos años juntos”, españoles y vascos, se entiende, y siendo estos últimos “el pueblo más viejo de Europa”.
Resulta que el principal representante de la ideología nacional-católica reconoce ahora que estamos cautivos desde principios del siglo XVI y no desde 1200, como gustan en celebrar los historiadores de la “voluntaria entrega” de Araba, Bizkaia y Gipuzkoa.Por fin un líder nacionalista español viene a decirnos que estamos “juntos” tras la conquista por las tropas castellanas ayudadas por navarros y vascongados que se habían pasado al bando invasor del Reino de Navarra en 1512-1524. Después de la revelación de Rajoy, es posible que Pío Moa, Antonio Elorza, Jiménez Losantos, Pacho Unzueta, Alonso de los Ríos y hasta el mismísimo Rouco Varela se conviertan a alguna exótica religión oriental y dejen de abrasarnos en sus hogueras inquisitoriales por un largo periodo de tiempo. Por pedir, que no quede.
En cuanto a lo de pueblo más viejo de Europa, yo no sé si Mariano se da cuenta de lo que ha dicho. Siendo gallego como es, debiera tentarse un poco más la ropa antes de realizar declaraciones que pueden coincidir con las opiniones vertidas en su momento por gentes tan cercanas al integrismo vasco como Augustin Xaho, Sabino Arana o Federico Krutwig. De reconocer en público que Euskal Herria es la nación más antigua de esta parte del mapa a pretender que asista con himno y bandera a las cumbres de la UE sólo va un pequeño paso que Mariano ha preferido por ahora no dar. No se descarta que lo dé en un futuro próximo, dada la velocidad que están adquiriendo los acontecimientos en estos últimos días.
Tanta visita a Donostia, tanta degustación de pintxos, tanto leer el “Abc” de los vascos de Vocento, ha acabado por trastornar los principios fundamentales del movimiento que guardaba en la cabeza el señor Rajoy. Sabemos que no va a ser fácil para él convencer a Mayor, San Gil e Iturgaiz, pero Mariano es corredor de fondo, ha dejado en la cuneta sin mayores contratiempos a Aznar, y camina con paso firme en su afán de convertirse en el líder que solucione de una vez por todas el conflicto que surgió hace quinientos años, justo cuando nos obligaron a caminar “de forma voluntaria” junto a los castellanos.