Hay hombres y mujeres que sueñan con ser presidentes, hay otros que no lo sueñan pero que les apetecería bastante, y hay unos terceros que no sólo no lo querrían en absoluto sino que ni se les pasa por la cabeza que tal circunstancia ocurriera nunca. Pues bien, entre estos últimos, hasta 2018, estaba el president Quim Torra. El president Torra asumió el cargo no como la culminación de una carrera política, lo asumió como consecuencia de una agresión fascista del Estado español a Cataluña que consistió en la criminalización y el apaleamiento del pueblo catalán, además del encarcelamiento de la mitad del Govern y del exilio de la otra mitad con el president Puigdemont al frente. Son hechos de una gravedad histórica extrema que requirieron urgentemente que otra persona ocupara la presidencia sin que ello supusiera renunciar a la legitimidad del president Puigdemont. Fue, pues, en este contexto, cuando se produjo el nombramiento de Quim Torra como 131 president de Cataluña. Es decir, como un servicio al país, un país que él quiere libre e independiente junto a los otros países libres e independientes del mundo. Pero aún tenían que llegar horas más graves con el estallido de la pandemia que detuvo la vida del país y frenó las acciones de la ciudadanía que no estaba dispuesta a asumir sumisa las agresiones del Estado español.
Las horas más graves de ese período fueron cuando el número de infectados y muertos víctimas del coronavirus crecía por momentos y no teníamos defensa de vacuna alguna para hacerles frente. El propio president Torra fue uno de los infectados, lo que le obligó a vivir confinado en la Casa dels Canonges (Casa de los Canónigos). Se añadía, por si fuera poco, la totalitaria retirada española de competencias en Cataluña a materia de sanidad y la negativa que se pudiera confinar a la población, como quería el Govern. Quince días tardó el régimen autoritario de Pedro Sánchez, en una comparecencia militar, digna de las dictaduras más asquerosas, a hacer lo que Cataluña pedía. Quince valiosos días que propiciaron la infección o la muerte de muchísimos catalanes días después. Una de estas víctimas muertas fue mi querida amiga Montse Solà i Esteve.
Las vivencias de aquellos días, tanto en la vertiente sanitaria como en la política, son históricas, y la persona que las vivió más de cerca, con más intensidad y con una visión más global, es el president Torra, que las ha condensado en el libro ‘Las horas graves’ (Símbol, 2021) y que yo no sólo he leído con avidez, sino que invito a todo el mundo a hacerlo para conocer en su voz todo lo que los grandes titulares y el ruido mediático nos ocultaban. Me refiero al combate político que se desató, tanto en el ámbito interno catalán (con Ada Colau y los Comunes aliados con Madrid) como por supuesto la lucha permanente contra el desprecio y las agresiones del gobierno español. En este punto, cabe destacar la gestión escandalosamente nefasta y ultranacionalista de Pedro Sánchez y de Salvador Illa, que debería ser objeto de querellas criminales.
La crónica de los hechos, día a día, entre el 15 de marzo y el 30 de abril de 2020, explica con detalle cuál fue el comportamiento de ciertas personas con responsabilidades de gobierno en Cataluña, especialmente del vicepresidente Pere Aragonés, del president del Parlamento, Roger Torrent, y de la consejera Alba Vergés. Reproduciré algunos fragmentos del mismo:
– “El president del Parlament [Roger Torrent] acepta mi comparecencia, pero la reduce a una tertulia en el bar del Parlamento. ¡Vaya president, este hombre! Tanto miedo siempre a no hacer nada que le pueda suponer alguna consecuencia”.
– “Me decepciona el vicepresident [Pere Aragonés]; en todas las reuniones tiene siempre un papel pasivo, ausente, sin intervenir. Normalmente, en cada reunión le acabo preguntando si tiene algoa que añadir. No pasa nunca”.
– “Sencillamente, las confianzas están rotas. En las cárceles -donde incluso las personas han llegado a no hablarse y en el exilio -donde no ha habido manera de acordar una estrategia común-“.
– “En Twitter, mientras tanto, un personaje indecente, José Zaragoza, suelta un tuit miserable: ‘A Vox y a Torra las emociona una bandera. A mí me emociona el personal sanitario’. Me caliento y respondo: ‘Qué lastre tan terrible para a la política catalana estos individuos que tienen su hábitat en las cloacas, que se arrastran en sus partidos para continuar cobrando un sueldo público y que representan lo peor que puede dar de sí la política”.
– “El gobierno español sólo ha tramitado el pago de 600.000 ERTE en todo el Estado. Esto quiere decir que a Cataluña le tocarían 100.000, cuando, sólo en nuestro país, tenemos 600.000 trabajadores afectados”.
– “El día 2 de marzo, el ministerio [de Salvador Illa] prohibió a comunidades y hospitales la compra de material. Esto hizo que España quedara desprovista durante veinte días cruciales”.
– “El doctor Oriol Mitjà dice que Salud boicotea su plan. Me paso el resto del día y la noche cruzando mensajes con la consejera Vergés, el vicepresident [Aragonés] y el doctor Mitjà”.
– “Iniciamos un nuevo desacuerdo entre socios, porque el consejero El Homrani anuncia que se ponen a disposición 200 M € de ayudas a los autónomos sin que ni yo ni ningún consejero de JxCat conociera la propuesta. Aparecen 200 M € así, del sombrero. tal cual. Es increíble”.
– “Leo un titular que sale en las redes sociales: ‘Barcelona insta a colaborar con Madrid para la salida de la crisis’. Y me pregunto: ¿no podría Barcelona instarse a colaborar con las ciudades del país de la que es capital? Se constata esta abdicación [de Comunes y Podemos] a ejercer como capital de país, esta falta de ambición, este espíritu provinciano que sólo espera a recibir las órdenes y las migajas que llegan de Madrid”.
‘Las horas graves’ es el relato de cuarenta y siete días trágicos durante los cuales murieron en Cataluña 10.311 personas, lo que significa que la mitad del total de muertes víctimas de Covidi-19 en nuestro país se produjo en aquellos cuarenta y siete días. Cuarenta y siete días en los que la máxima autoridad del país, el president Torra, recibió los ataques más virulentos y vivió horas de una terrible angustia y de una amarga soledad. Léanlo, muchas de las sensaciones que el president describe son también las nuestras.
RACÓ CATALÀ