Quieren ‘liberar’ Cataluña de los catalanes

De aquí a un tiempo, cuando se estudie el actual período histórico -período clave y de transformación del que tenemos la suerte de ser contemporáneos por más que ahora no nos lo parezca-, se verá la fuerza de Cataluña y el su papel determinante en el derrumbe, como un castillo de naipes, de la mascarada surgida a raíz de la muerte de Franco y llamada “Transición”. Basta con escuchar las declaraciones de Albert Rivera, Inés Arrimadas, Pablo Casado, Cayetana Álvarez, Carina Mejías…, es decir, basta con escuchar estos nuevos portavoces del Régimen de 1939 para ver hasta qué extremo han enloquecido y ahora , completamente desnudos, sin ni siquiera una ‘camisa azul’ que les tape las vergüenzas, se muestran como lo que realmente son: la ultraderecha más tenebrosa y peligrosa de Europa.

Mentirosos hasta e a médula, ultranacionalistas españoles hasta el paroxismo, catalanofóbicos por definición, Vox, PP y Ciudadanos rivalizan entre ellos ante los micrófonos y de las cámaras de los medios de comunicación por ser dignos centinelas del último mensaje de Franco al Borbón Juan Carlos: «El día antes de morir, Franco me cogió la mano y me dijo: “Alteza, lo único que le pido es que preserve la unidad de España”. Y eso quiere decir muchas cosas… » Y es lo que hacen. Por eso el ideario político de estos tres partidos se resume en las tres palabras bíblicas del profeta del Ferrol: “Unidad de España”. Es por ello, también, que su programa electoral es la expresión de esta obsesión. Fijémonos en la última frase de Franco: ” Y eso quiere decir muchas cosas ..”. ¿Capta, el lector, que por la ‘unidad de España’ todo vale? Todo. Absolutamente todo. Todo es legítimo: criminalizar urnas, apalear votantes, espiar políticos, fabricar falsedades, encarcelar inocentes, montar juicios-farsa, prohibir colores, prohibir palabras… Todo vale. Porque por encima de los valores democráticos, por encima incluso de los derechos humanos, está la “unidad de España”.

Consecuentes con este ideario, Cayetana Álvarez dice que “cada centímetro de Cataluña es de todos y cada uno de los españoles”; Ignacio Garriga, de Vox, dice que “TV3 ha sido una máquina de guerra”; Carina Mejías, de Ciudadanos, refiriéndose a los presos políticos, dice que “los que están en prisión tienen que pedir perdón”; y Pablo Casado dice que el PP es “una oferta de liberación” de Cataluña .

Franco debe estar contento, en la tumba, al escucharlos. Para los totalitarios, la solución de conflictos por medio de las urnas es “golpismo”, los medios de comunicación ajenos al Régimen son “maquinaria de guerra”, los disidentes del Régimen, además de ser encarcelados, “tienen que pedir perdón”, y Cataluña, según José Borrell, es una sociedad enferma que debe ser “desinfectada”, y según Pablo Casado es una sociedad que debe ser “liberada”. “Desinfectar” y “liberar” son exactamente los mismos conceptos que utilizaba el franquismo para justificar sus acciones.

Ellos no eran golpistas, ellos no eran fascistas, ellos no eran antidemócratas, ellos eran “liberadores”. Y cuando entraron en Cataluña y prohibieron nuestra lengua, nos amordazaron y nos impusieron sus leyes totalitarias lo hacían por nuestro bien, lo hacían para liberarnos. Nos liberaban de nosotros mismos, como también fueron liberados todos los indígenas de las tierras de ultramar bajo la bota de Castilla: fueron liberados de su historia, de su cultura y de su lengua. México se lo ha recordado a España, y España, en lugar de pedir perdón, ha contestado con insultos y descalificaciones. Ha transcurrido más de medio milenio y continúan atrapados en el tiempo. Todos sus movimientos responden a un mismo objetivo: imponer la “unidad de España” y, en caso de tener éxito, recuperar el nombre original y poder llamarle ‘Castilla’. Así pues, Cataluña, convertida en parte de Castilla, se convertiría en su codiciada periferia; ‘¡Por fin!’ – de la sagrada “unidad de Castilla”.

El Mon