¿Quién garantiza una democracia?

¿La voluntad de la ciudadanía o los redaños del sargento de turno?

¿Y un estado democrático? ¿Las huestes armadas o el concierto y la libre y soberana decisión de sus pueblos?

Fuerzas armadas, que discrecionalmente pueden convertir en violento o terrorista a cualquier defensor de los derechos humanos o a cualquier ciudadano que se manifiesta contra una injusticia.

¿Y una democracia en libertad? ¿La que te ofrece la “metafísica” castrense —que con tanto cinismo pregona— o la que promulga los derechos humanos?

¿Qué hay de eso de la democrática división de poderes?

CGPJ: alma mater, Deus ex machina, factótum y la biblia en verso de judicatura y jurisprudencia. Dueño y señor de tribunales supremos, modestos, audiencias nacionales, y las demás jerigonzas.

¿Un CGPJ, gestado democráticamente o a puro dedazo del bipartidismo, a fin de velar y garantizar el “atado y bien atado de la transición”? Es decir, la inmutable unidad de la patria del destino en lo universal, la intangible monarquía, los privilegios intocables de la oligarquía franquista etc…

CGPJ, chiringuito nacional, donde se confabula gran parte del aparejo franquista para amedrentar a la ciudadanía. Por ejemplo para convertir un referéndum en rebelión, o para que nada altere este podrido statu quo.

Desde allí, mas que con la razón, con su brazo armado, acribillan con sus sentencias, tantas veces brutales, cualquier suceso, que no participe de sus simpatías. Todo aquello que puje por otras cotas de justicia o de humanismo, de libertad de expresión, de planteamientos lícitos, aunque suenen a soberanistas…

Por éstas y otras mil razones que el espacio no me permite apuntar, a muchos ciudadanos que ansiamos vivir una auténtica democracia, nos gustaría abandonar un estado con semejantes lacras. Y si no lo hacemos no es porque nos falten razones, sino por miedo.

Miedo a torturas, a juicios programados con guiones disparatados, miedo a unos medios con aire de cloaca…

Es decir, que nos aguantamos no porque nuestras razones no sean justas, humanas y sujetas a derecho. Nos resignamos a seguir en esto que con tanta alharaca llaman España, por miedo a la respuesta de un estado que no sabe o no quiere utilizar la razón. Un estado que a lo largo de la historia, solo a podido hablar y gestarse a espadazos.

En pocas palabras, un estado que nunca logrará la concordia, la aquiescencia, la avenencia y el empuje ilusionado de su ciudadanía, mientras no entierre su beligerancia. Es decir su construcción desde la imposición, la violencia, la picaresca, los privilegios abusivos de sus clases dirigentes. Etc.

Tan difícil es entender hoy día, ante este caos de injusticia y devastación que esta rompiendo el planeta, que solo el diálogo entre iguales, la justicia y la solidaridad nos puede arreglar…