Viaje con nosotros, canta Korpax, pero no a cualquier lugar, como decía Gurruchaga, el de la orquesta Mondragón, sino al Reyno de
Porque son trileros de la cultura. Podrían ponerse una atracción más en la puerta de El Corte Inglés, como en Madrid, por cierto, porque las cosas son como en Madrid o no son, con un cajón, una baraja y la bolita preceptiva, y como puntos y ganchos que dan el agua miembros de la tropilla de eternos beneficiarios de las Prebendas Korpax escogidos al azahar, esto es, en el olor de santidad civil que gastan todos. Porque este estado de cosas se beneficia de una astuta red de artísticos estómagos agradecidos y de un silencio generalizado.
Me temo que la principal perjudicada de la obsesiva voluntad de hacer turismo cultural con la historia de Navarra sea ésta. Es posible que la oferta, de la que el Museo de las Brujas de Zugarramurdi es un botón de muestra, esté a la medida del cerebro del consejero Korpax.
Resulta inexplicable que un departamento de Cultura monte semejante hilarante barraca de feria como no sea para retratarse. Pero así están las cosas en Navarra. Demasiado continente de lujo, de auténtico lujo, y una afortunada restauración arquitectónica para muy poco contenido. Si lo que se ofrece con
Yo me alegro, y mucho, por el pueblo de Zugarramurdi, pero tal vez… No, tal vez no, sin duda éste se hubiese merecido algo más, bastante más, a poco cuidado que se hubiese puesto en las puestas en escena, con excepción del vídeo de María de Iureteguía, que siendo el único que el otro día funcionaba, creo que tiene calidad. Con el dinero que se ha metido ahí se podría haber hecho algo de mérito, pero igual no se trataba de eso, sino de un caso más de esa filfa, ampliamente extendida, llamada turismo cultural, que no divulga sino que hace correr el albondigón de la información basura.
Pero donde la desvergüenza alcanza cotas que ningún museo español consigue es en un rincón donde se exhibe, para que el visitante se ponga en ambiente, una mesa y unas sillas y unas estanterías con libros y legajos que quieren simular la mesa de trabajo que habría tenido, a comienzos del siglo XVII, el licenciado Alonso de Salazar y Frías (1564-1635), jurista, diplomático e inquisidor.
Dejando a un lado las sillas alfonsinas de comedor 1900 y la propia mesa del inquisidor, de parecida época, sobre esta truena un ejemplar de La mujer nueva (1955) de Carmen Laforet, junto a un tomo de las obras de Daphne du Maurier, mientras que en las estanterías, a espaldas del inquisidor dichoso, pueden apreciarse las obras completas de Vicky Baum, Pierre Benoit y etcétera, demasiado etcétera, a modo de Maleus Maleficarum de consulta… Los legajos colocados aquí y allá huelen a impresos catastrales obsoletos. ¿Y por esto hay que pagar? ¿Y el Gobierno de Navarra ha pagado a alguien por poner eso? ¿Es Korpax el responsable de semejante mamarrachada?
Yo no veo al licenciado Alonso de Salazar y Frías (jurista, diplomático e inquisidor, no lo olvidemos) leyendo La mujer nueva (1955), de Carmen Laforet, y no sólo porque el libro esté pegado al vidrio de la mesa con Cianolit (o algo de su familia) con objeto de que el público no se arranque con él por ver de amortizar el precio de la entrada. Hay algo más, algo que flota allí de manera insidiosa: la burla de una forma de hacer política cultural, de hacer negocios políticos y gubernamentales con los montajes culturales, con independencia de si los beneficiarios últimos son los negocios de hostelería del pueblo de que se trate.
Zugarramurdi se merecía algo más, bastante más, insisto, porque nuestros pueblos siempre hermosos y marcos incomparables y hasta inmarcesibles se lo merecen. El desarrollo legítimo del mundo rural es un objetivo prioritario.
Pero está visto que a quien autoriza, avala y promueve semejante cosa sólo le importa la gorra, el Fitur, el jamón gratis, la cata de vinos y la mandanga de relumbrón. Les importa un carajo el licenciado Salazar, las brujas, Carmen Laforet, Vicky Baum o el tinterillo que también tiene la pluma pegada (según comprobaba una pareja de jóvenes visitantes de paisano que, bien tatuados y bien piercineados tiraban de ella y tiraban y no cejaban, y de paisano). Lo que les importa es el sueldo, la minuta de honorarios (y el que venga detrás que arree), la bicoca, el hacerse con una red de favores debidos y de estómagos agradecidos que les asegure el retiro. Lo que importa es el ambientillo y que el molinete electrónico de la entrada, clincaclanca, anote visitantes para las estadísticas. Y si para eso hay que darle al público auténtica bazofia, falsa información o manipulación histórica o sacos de humo, se le da.
Si una comisión de expertos en museística e historia dictamina que eso está bien montado, me callaré, pero mientras tanto permítanme que ponga en duda que, al margen de que ese montaje sirva para retratar con eficacia la política cultural del Gobierno de Navarra, esto es, de la empresa, algo más que unipersonal y unifamiliar, Turismo con Encanto Korpax, SL, refleje con rigor, calidad y eficacia lo que fue el mundo de la brujería en el siglo XVII navarro. Si esto se enmarca en los fastos torticeros del 2012, está claro cuál va a ser la interpretación política que va a dar el Gobierno de Navarra del hecho de la conquista de 1512 y sus consecuencias. Basta pagar a quien esté dispuesto a decir lo que ellos quieren que se diga; y los van a encontrar a puñados: tienen experiencia.
Aquí lo que importa es el negocio del turismo cultural que, como es gubernamental, no hace ERE por parte alguna. Ya sea con campos de golf, museos, estands, pucheros, bodegas o profesionales de la especulación inmobiliaria lampando jamón, están blindados; blindados por los votos y la muy lamentable disensión de una oposición que parece hacer mangas y capirotes de quienes les votaron y que no son ni mucho menos sus militantes. Con una oposición como la de NaBai, en su estado actual de bronca que no cesa, la continuidad del régimen está asegurada.
Publicado por Noticias de Navarra-k argitaratua