La victoria -relativa, como todo en esta vida- de los independentistas flamencos en las elecciones aún belgas ha excitado algunas vísceras. En España, por ejemplo, hay que despellejan. El portavoz del PP en la comisión de exteriores del Congreso, Gustavo de Arístegui, se ha declarado “enormemente preocupado”. De Arístegui ha pedido a flamencos y valones “un punto de encuentro, reconciliación y vida en común”. ¿Y por qué tan ilustre personalidad exige un esfuerzo matrimonial a dos consortes en proceso de agradable separación? Asuntos domésticos. Gustavo de Arístegui les reprocha que hagan el juego “a los independentistas” catalanes y vascos. En España los ombligos son las plazas de toros. Sólo sería necesario que flamencos y valones intentaran favorecer a los intereses nacionales del PP. No en vano Kosovo es todavía un Estado pirata en Madrid. En todo caso, el señor De Arístegui debería reflexionar. Si no quiere que la plaga se extienda, podría empezar por pedir a los castellanos un punto de encuentro, reconciliación y vida en común con los catalanes. De tan verdes no maduran.
Trozos
Flamencos
En Flandes, los independentistas ganaron las elecciones del domingo. Bélgica ya es un Estado más que descentralizado, con el poder político muy repartido, con las lenguas en plano de igualdad. Quedan pocas cosas compartidas: la monarquía, la caja de la seguridad social … La mayoría de los flamencos quieren avanzar aún más en el reparto, dibujar bien la raya de separación en el mapa y tener un Estado propio, tal vez confederado con los valones.
Valones
En Valonia ganaron las elecciones los socialistas partidarios de la unidad belga. Bélgica fue un invento nacido de las necesidades de la geopolítica del XIX, bajo hegemonía económica y política francófona. La economía la ha tumbado. Los valones han pasado de ser locomotora a ser un vagón en parte arrastrado. Tienen más nostalgia de Bélgica, pero también tienen más necesidad. Preferirían no tener que repartir.
Adiós
Los socialistas valones reconocen que los flamencos han dicho de una manera clara y democrática que quieren un Estado. Y que ante eso hay que hacer algo. No la secesión unilateral, pero tampoco obligarles a mantener un statu quo que no quieren. Negociar. Repartir. Confederarse. Y esto no en un lugar exótico ni en un proceso residual, sino en el mismo corazón de Europa. También podrían haber salido en el “Adeu, Espanya?” de TV3.