Tras asentar el cerco a Pamplona, el rey de Navarra y su consejo decidieron intentar el asalto a las murallas de Pamplona el día 5 de noviembre de 1512. Tras analizar detenidamente los puntos débiles del cinturón amurallado, o tal vez porque lo conocían ya muy bien, eligieron como lugar de ataque el flanco meridional de la ciudad, muy probablemente el entorno de la puerta de Tejería, donde hoy en día se encuentra, paradojas de la historia, la calle de Juan de Labrit.
Según el relato de Peio Monteano, que ha contado pormenorizadamente los sucesos de este día, por la mañana y siguiendo el protocolo de la época, un heraldo invitó a los asediados a rendirse, recibiendo de ellos una no menos protocolaria y esperable negativa. Acto seguido formaron los escuadrones atacantes, mientras que la artillería francesa se aproximaba hasta un leve promontorio, situado donde hoy está la Plaza de Toros. Los españoles observaban atentamente las evoluciones de los franconavarros del exterior, pero de reojo vigilaban también a los pamploneses situados a su espalda, “porque en la ciudad no hubiese algún trato”, según escribió el propio cronista español Correa. En este momento, como bien afirma Yanguas y Miranda, el duque de Alba no solo desconfiaba de los pamploneses legitimistas, sino que “recelaba también de los mismos beaumonteses”, tal era el grado de hastío al que habían llegado. Y eso a pesar de que el traidor Luis de Beaumont, que tenía buen numero de parientes y partidarios en Pamplona, se encontraba presente en la capital e incluso tenía asignado un papel en su defensa, al habérsele encomendado la custodia de un sector de la muralla de la Taconera.
Se ordenó por fin abrir fuego a los cañones, y pronto cayó un lienzo de muralla lo suficientemente grande como para intentar entrar por él. Los españoles, no obstante, contaban con armas de fuego y estaban bien parapetados tras las almenas y saeteras de la muralla, con lo que comenzaron a causar grandes bajas entre los franconavarros, entre ellas la del capitán que mandaba la artillería, sin que se hubiese conseguido alcanzar la brecha del muro. Así las cosas, se ordenó la retirada que, según Correa se dio “en buena orden”, replegándose hasta Villava. Había fracasado el primer intento de asalto, pero los franconavarros estaban lejos de tirar la toalla. Tardarían 22 días en intentar un segundo asalto, momento hasta el cual se dedicaron a afianzar el cerco, tomando los castillos de Tiebas, Garainu y Monreal, que aún estaban en manos españolas.
http://www.noticiasdenavarra.com/2012/11/11/ocio-y-cultura/primer-asalto-a-las-murallas-de-pamplona