César Arrondo
El 26 de abril fue el 85 aniversario del bombardeo que la aviación de la Alemania nazi realizó sobre la ciudad vasca de Gernika, que la destruyó en un 70%, quedando solamente en pie el edificio de la estación de trenes y la Casa de Juntas. Según las estadísticas del gobierno vasco las víctimas fueron 1.654, mientras que el informe oficial emitido por el gobierno franquista da cuenta solamente de unos 12 decesos.
¿Porqué Guernica? Una primera reflexión nos llevaría a la conclusión de que la ciudad de Gernika forma parte del área de resistencia republicana del norte, la cual, intentaba penosamente contener el avance de los insurgentes fascistas que se habían levantado en el norte de África en julio de 1936, al mando de Francisco Franco. Pero indudablemente la elección de Gernika no fue al azar, sino que la operación tuvo como objetivo principal minar la moral de los «Gudaris», (Soldados vascos) y de un pueblo aguerrido y patriota. Gernika constituye uno de los símbolos más preciados de los vascos, porque allí se encuentra su legendario «Roble», que representa la tenacidad y firmeza de nuestro pueblo.
Gernika hoy no debe constituir solamente una fecha más del calendario anual, que nos obliga a recordar ese luctuoso hecho histórico, sino que, además debe ser motivo para que se realice una profunda reflexión de cara al futuro de nuestra Nación. En tal sentido, pensemos íntimamente, en aquellos «Gudaris» que ofrecieron sus vidas por sus ideales patrióticos, sin anteponer ningún interés personal, al de la defensa de su Patria, Euskal Herria. En este sentido, nosotros que somos los herederos de ese heroísmo impregnado de solidaridad y entrega por un ideal nacional, debemos este día hacer un ejercicio de reflexión, teniendo en claro que no hemos sido actores de los horrores de la guerra, ni del bombardeo de Gernika, y que hoy vivimos con las comodidades diarias de nuestro tiempo. En tal sentido, el día 26, cuando quedemos en la soledad que el final del día trae, y nos enfrentemos a nuestro juez inapelable, nuestra conciencia, debemos preguntarnos ¿Qué hicimos hoy por los derechos y la libertad de nuestra Nación?, y ¿Qué estamos dispuestos a hacer por ellos de aquí en adelante?
No debemos olvidar que Gernika ha sido sinónimo de la lucha y de la resistencia heroica de nuestro pueblo, el cual, de ninguna manera estaba dispuesto a perder su libertad. En este sentido, como un homenaje a estos patriotas vascos, debemos poner fin a nuestra indiferencia y falta de compromiso con el país, que se resume, en haber perdido esos gestos solidarios y de entrega que nuestros antepasados mostraron hace 85 años atrás.
Debemos ser consecuentes con nuestros símbolos, como por ejemplo el «Roble de Gernika» y quizás este 85 aniversario del genocidio, constituya una buena oportunidad, para comenzar a tejer los mimbres necesarios entre la militancia abertzale, a partir de acordar un proyecto de unidad en la acción, colocando los intereses de de Euskal Herria por sobre toda intencionalidad política partidista, para que podamos comenzar a transitar un «sendero patriótico» que nos permita cristalizar los objetivos soberanistas de la Nación vasca. Creo humildemente, que es el mejor homenaje que podemos realizar por nuestros «Muertos en Gernika».
Naiz