LA campaña me estaba resultando sosa. Pan sin sal. Frito de pimiento del Cordovilla sin ajo. Recepción al Ángel de Aralar sin Pancha Navarrete. Le faltaba algo. Estaba incompleta, como un jardín sin flores, la plaza del Castillo sin los mosaicos de su antiguo pavimento, el bar Toki Eder sin futbolín. Me preguntaba qué le faltaba pero no era capaz de dar con la respuesta. ¿A qué huelen las nubes? ¿Por qué ponen árboles en mitad del carril bici? ¿Por qué Osasuna siempre espera a la última jornada para salvarse? Ayer por fin me di cuenta de lo que pasaba. Ayer, al toparme en la cuenta Twitter de Literal Navarra con unas declaraciones del todavía presidente foral Miguel Sanz, me sentí como la madre del anuncio de turrones El Almendro, cuando ve volver al hijo a casa por Navidad. Como el miembro sin descendencia de la cuadrilla, cuando ve volver a salir de juerga a los amigos con hijos por San Fermín. Como el militante constante, cuando ve volver al militante oportunista a las reuniones del partido al tocar confeccionar listas por las elecciones. Bien pensado, eso último es un poco diferente… Al grano: ayer me di cuenta de que lo que le faltaba a esta campaña era Sanz. O, más concretamente, su gran frase. Una de las grandes frases de Churchill dice que “los políticos piensan en las próximas elecciones y los estadistas, en las próximas generaciones”. Sanz ha hecho un ejercicio de sincretismo, al dejar para la posteridad una frase dedicada a las elecciones de las próximas generaciones. El tuit en cuestión decía tal que así: “Miguel Sanz (UPN) ha dicho que lo que se juega es que Navarra siga siendo Navarra y no se convierta en una provincia más de Euskal Herria”. O, lo que es lo mismo, ¡Que vienen los vascos! Agita los fantasmas identitarios para movilizar voto propio, bloquear la posibilidad de pactos diferentes a los actuales y conseguir así que la excluyente Teoría del Quesito rija el destino político de Navarra durante elecciones y elecciones, generaciones y generaciones. En su despedida política, recuerda a sus sucesores que ése es el camino. Les deja por legado político esa frase que pende cual espada de Demóstenes sobre la cabeza de los abertzales y hace que se pongan como un obelisco. Esa frase sin la que, en Navarra, una campaña electoral no es una campaña electoral plena: ¡Que vienen los vascos! ¡Sálvese el que pueda! ¡Los expresidentes y los niños primero! Ambientazo.