Poderes catalanes que frenan la independencia

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El momento singular que está viviendo Cataluña despierta muchas pasiones internas y mucha expectación internacional, pero también mucha virulencia por parte de aquellos poderes fácticos que daban por hecho que la españolización del país había sido suficientemente exitosa y que, más allá de algunos brotes independentistas, nuestro sometimiento quedaba garantizado por los siglos de los siglos. De repente, estos poderes  se han dado cuenta que la dócil Cataluña, la Cataluña que tenía bastante con escuchar un grito de Madrid para hacerse buena, como hacen los niños a la escuela cuando la señorita dice “basta”, ha experimentado una transformación, se ha hecho adulta y se prepara para cerrar el grifo de la expoliación que sufre y convertirse en miembro de pleno derecho de la Unión Europea y de las Naciones Unidas. Y ante este estadio han caído muchas máscaras pretendidamente democráticas y se ha reavivado la catalanofobia de amplios sectores de la sociedad española.

Sin embargo, no es de este enemigo de quien nos debemos guardar. Este enemigo está plenamente identificado y es tan totalitario y obsesivo que se desacredita solo. De los que de verdad hay que guardarse es de los poderes fácticos catalanes y de su corte de aduladores que ven en la independencia de Cataluña el fin de sus privilegios. Son gente que vive de nuestro sometimiento nacional, gente que se ha fabricado un bienestar personal a costa del país y que hoy ve peligrar de manera inminente su estatus. Se trata, en definitiva, de personajes que durante muchos años han revuelto las cerezas y que no han tenido escrúpulos a la hora de tomar decisiones que nos esposado como pueblo. Estamos hablando de apellidos catalanes de pura cepa que forman parte de una trama destinada a dinamitar el proceso independentista y que nos conviene desenmascarar, porque, como dice Héctor López Bofill, “no todos los enemigos de Cataluña vienen de fuera”. Este es, de hecho, el tema de su libro La trama contra Cataluña (Angle, 2013).

Dividido en seis capítulos, que hablan de La Caixa, los infiltrados, los agentes contra la independencia, del franquismo empresarial en democracia o de los inmigrantes y de los que los movilizan, el libro de Bofill explica quién es quién en esta trama catalana aliada de Madrid y cuáles son sus maniobras y traiciones. Tengo que decir que es un libro excelente, profundamente desinhibido y de lectura persuasiva, que tiene la virtud de decir las cosas por su nombre y responder a muchas de las preguntas que el lector se hace sobre la cuestión.

Uno de los elementos clave del texto es el “cena entrañable” que tuvo lugar el 17 de enero de 2006 en casa del publicista Leopoldo Rodés para presionar a Mas para que renunciase a hacer frente a España. Entre los asistentes, además de Artur Mas y del anfitrión Leopoldo Rodés, estaban Antoni Brufau, presidente de Repsol YPF (empresa con participación mayoritaria de La Caixa), Jordi Mercader, presidente de Agbar, Javier de Godó, editor de La Vanguardia y consejero de La Caixa, Juan Roig, presidente de Mercadona, José Manuel Lara Bosch, presidente de Planeta, y Josep Lluis Bonet, presidente de Freixenet. Sobre las actividades españolizadora de estos personajes, Bofill explica un montón de cosas, pero también lo hace de sus entidades. De La Caixa, entre otras cosas, dice esto: “El pacto entre la monarquía y La Caixa representa la aportación de los poderes franquistas radicados en Cataluña a la continuidad de las estructuras de dominación que la transición promovió, una acción que se hilvanó preservando los tratos de favor con los estamentos económicos que habían sido fieles a Franco, apoyando las iniciativas mediáticas (de La Vanguardia a Lecturas, porque las ingenuas amas de casa catalanas se deslumbran con el carácter franco y campechano del rey) que aseguraran la continuidad de las hegemonías anteriores a la democracia ya la autonomía”.

El libro nos habla también de las autopistas catalanas de Abertis, convertidas en un negocio único en el mundo a costa del robo que supone el pago de peajes tres veces amortizados, los vínculos de Freixenet, Codorniu y varios miembros del PSC con el franquismo y de Narcís Serra, el protegido de Juan Antonio Samaranch, que tras firmar su adhesión a la patria española, de organizar involutivos y testosterónicos desfiles militares y de entusiasmar el Estado Mayor llegó a vicepresidente del Gobierno y al frente de Caixa Catalunya.

Bofill recuerda que “las quejas intempestivas de Pascual Margall, de Ernest Maragall, de Montserrat Tura o de Antoni Castells, rayan el cinismo más hiriente de quienes asumieron las máximas responsabilidades gracias al españolismo y en ningún momento se opusieron al proyecto de regionalización española de la catalanidad cuando tenían capacidad de decidir. […] El Periódico también fue el diario institucional en el área metropolitana, nutrido con una lluvia de subvenciones desde las instituciones que el PSC controlaba (incluyendo la Generalitat durante el periodo del tripartito). Si a pesar del carácter funesto de La Vanguardia, este diario aún trata la cultura catalana como a una reserva india, El Periódico ha participado en la extirpación de cualquier alusión al imaginario catalán en los sectores populares”.

Otro aliciente de este ensayo son las interesantes reflexiones de Bofill sobre el camino que nos ha llevado a la actual encrucijada histórica. Esta es una: “Este sistema se encuentra en una decadencia galopante y la independencia de Cataluña aparece como la única fórmula de superación del callejón sin salida y de garantía de persistencia de la nación catalana. El espejismo de la modernización y de bienestar que había atizado el conformismo y el posibilismo bajo un autogobierno débil ha estallado en mil pedazos: la crisis económica ha terminado de revelar las ansias imperiales españolas más enloquecidas que ya se habían manifestado en el proceso estatutario, extendiendo la convicción en una mayoría creciente de los ciudadanos de Cataluña de que dentro de España no hay progreso posible ni dignidad”.

La trama contra Cataluña , de Héctor López Bofill, es un libro de lectura muy saludable en una etapa como la actual, en que todos los altavoces mediáticos españoles y sus aliados en nuestra casa trabajan noche y día fabricando mentiras y lanzando amenazas que intimidan a la sociedad catalana. Cuando el libro se acaba, sin embargo, uno se da cuenta que sólo son tigres de papel que el viento se llevará cuando recojamos los frutos de nuestra firmeza.

Letras , núm. 60. Otoño 2013
Víctor Alexandre