la balsa de Eskoriz, o más popularmente conocida como la balsa de Zolina, es la mayor masa de agua de la cuenca de Pamplona y es actualmente uno de los lugares más importantes en la Comunidad Foral en cuanto a riqueza ornitológica (aves), con 241 especies censadas hasta la fecha a solo seis de la famosa y protegida laguna de Pitillas y, además, está en el puesto decimotercero a nivel estatal a este respecto (datos ebird).
Lamentable e increíblemente aún no tiene una protección legal como humedal, al ser una balsa de origen minero, pero eso no quita para que a día de hoy sea un punto vital estratégico para muchísimas aves migratorias en su reposo y alimentación. Destacan en este sentido las grullas, siempre bienvenidas en otoño o los vocingleros “ansarones” y también los pequeños pero grandes viajeros limícolas venidos desde la tundra rumbo a sus cuarteles de invierno, como los correlimos zarapitines y 35 especies más de esta singular y amenazada familia. Es además el único lugar en Navarra donde cría el tarro blanco y donde esporádicamente se puede observar al escaso porrón pardo o al críticamente amenazado carricerín cejudo. También es un humedal muy utilizado por las anatidas en invernada, destacando las grandes “balsas” de porrones europeos y los nutridos grupos de silbón europeo, con las mayores concentraciones de toda Navarra.
Pero además de aves alberga valiosas y amenazadas plantas como la Ruppia drepaensis, que sobrevive únicamente en Navarra en sus salinas aguas, lo cual dota a la balsa de mayor singularidad y valor ya que no hay otro lugar salino semejante en toda la comunidad.
Son estas y otras muchas razones en las que no voy a profundizar, como podría ser su valor paisajístico, el uso recreacional y el disfrute ocioso que hacen los vecinos de un entorno notablemente poblado que aprecia estos enclaves singulares como ocurre con Txingudi en Irun o Salburua en Vitoria como ejemplos más cercanos.
Es por esto que este proyecto de una instalación piloto de paneles solares flotantes por parte de Acciona Solar (con la colaboración de Posusa que es la titular) sea un sinsentido y un ataque directo a la biodiversidad navarra, ya de por sí maltrecha, especialmente además la que habita zonas húmedas.
No nos vamos a llevar a engaño y todos sabemos que si este proyecto sale adelante y tiene éxito el siguiente paso será “inundar” la totalidad o gran parte de su superficie con centenares de paneles fotovoltaicos. Y todos nos preguntamos si acaso no hay otros cientos de lugares alternativos sin valor natural donde se puedan colocar estas infraestructuras o llegado el caso porque no se crea una balsa alternativa…
Porque en el siglo XXI todo queremos energía verde, pero verde de verdad, no solo de cara a los clientes y los accionistas.
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