¿Qué pueden hacer los servicios de inteligencia españoles para detener la independencia?

Informe de Vilaweb sobre las estrategias al alcance de los organismos de información vinculados a la seguridad del Estado para boicotear el proceso soberanista.

 

La independencia de Cataluña pone en peligro dos principios fundamentales del nacionalismo español: la integridad territorial y la viabilidad económica de España. Ambos fundamentos han garantizado hasta ahora un ‘modus vivendi’ que ha permitido al Estado de financiar grandes infraestructuras de ‘modernización’ -aunque muchas veces en la línea equivocada: AVE, aeropuertos, etc.- Y un nuevo estatus en el ordenamiento internacional. Y lo ha garantizado gracias al estrangulamiento financiero de los Países Catalanes, que integran tres de las comunidades autónomas con más déficit fiscal del Estado.

 

Que una parte -el Principado- de esta fuente generadora de riqueza decida terminar este modelo y hacer su propio camino, no es visto por eso desde las estructuras de poder españolas como una opción política razonable democráticamente, sino como un riesgo enorme para España. Por ello, el Estado piensa activar todas las estrategias y los recursos que tenga a su alcance para frenar y cortar de raíz la posibilidad de la independencia de Cataluña.

 

Y los estados, todos los estados en general, tienen a su alcance una herramienta expresamente pensada para garantizar la integridad del territorio y la viabilidad de su proyecto: los servicios de inteligencia. En el caso español, se habla habitualmente del Centro Nacional de Inteligencia (CNI), pero hay muchos más aparatos y organismos del Estado que se ocupan de esta tarea. Por citar sólo algunos, está la Comisión Delegada del Gobierno para Asuntos de Inteligencia (CDGAI), que reúne a los responsables de los principales organismos bajo la supervisión directa de la presidencia del gobierno; el Centro de Coordinación Antiterrorista (CNCA), del Ministerio del Interior; el Centro de Inteligencia contra el Crimen Organizado (CICO); la Comisaría General de Información (CGI) de la policía española; el Servicio de Información de la Guardia Civil (SIGC); el Centro de Inteligencia de las Fuerzas Armadas (CIFAS); el Centro de Operaciones de Seguridad de la Información del Ministerio de Defensa (COSDEF); el Servicio de Vigilancia Aduanera y la Unidad de Inteligencia Financiera del Ministerio de Hacienda (SEPBLAC); etc.

 

Hay pues todo un ejército de funcionarios dedicado a garantizar la viabilidad del Estado español. Pero, ¿cuál es el objetivo concreto de los servicios de inteligencia? Obtener, poner en común, sistematizar y analizar la información específica sobre los hechos, las amenazas, los riesgos y los conflictos que afectan a la seguridad y la viabilidad interior y exterior del Estado. Con el objetivo de prevenir y anticipar la evolución de estos riesgos, actuar para neutralizar las actuaciones contrarias y condicionar las decisiones de aquellos que ponen en peligro el Estado.

 

¿Cómo pueden actuar los servicios de inteligencia contra el independentismo?

 

Tras haber consultado a expertos en seguridad y defensa, podemos ofrecer una lista de las actuaciones que el Estado está en condiciones de activar contra el proceso soberanista. El ciclo de la actividad de inteligencia tiene cinco fases básicas: planificación, obtención de información, procesamiento, análisis e intervención. Nos centramos en las dos fases que tienen un carácter operativo y se hacen sobre el terreno: obtención de información e intervención. Por ello, clasificaremos las actuaciones en estos dos apartados.

 

 

1.- Obtención de información

 

– Interceptar comunicaciones.

Como se ha podido comprobar por las informaciones sobre casos de corrupción que han estallado últimamente, quienes recogen información para el Estado tienen la capacidad y la competencia para interceptar las comunicaciones de los investigados. Como necesitan una autorización judicial, los servicios de inteligencia tienen adjudicado un magistrado del Tribunal Supremo para obtenerla. Incluye las escuchas telefónicas, pero también las interceptaciones en cualquiera de los canales de comunicación personal al alcance: correo electrónico, videoconferencias, chats, reuniones grabadas, etc. Se ha sabido de casos en que incluso se ha recurrido a piratas informáticos para entrar en ordenadores.

 

– Captura de imágenes.

Como dice la famosa frase, a veces, una imagen vale más que mil palabras, y esto lo saben bien los agentes de espionaje. Obtener una imagen sensible y comprometida de alguien puede aportar mucha información y siempre puede ser un as en la manga en la fase de difusión. La captura de imágenes se puede hacer principalmente con medios fotográficos o videográficos ya través de satélites.

 

– Informadores.

La forma menos sofisticada de obtener información es, probablemente, la más frecuente y la más antigua. Los agentes de inteligencia despliegan todas las técnicas que tienen a su alcance para establecer una red de confidentes ‘civiles’ que suministren toda la información que consideren relevante o de interés especial gracias a su posición profesional, de amistad o de relación familiar. Los informadores pueden colaborar con los servicios de inteligencia españoles por tres motivos principales: convicción patriótica; compensación económica, material o profesional; y amenaza o coacción.

 

– Infiltrados.

A diferencia de los informadores, los infiltrados son agentes de espionaje que han logrado hacerse pasar por civiles y obtener una posición beneficiosa para la captación de información en lugares privilegiados o bien situados. El objetivo principal de estos agentes son los partidos políticos, las instituciones, las organizaciones cívicas -de activismo, sindicales, patronales, etc.-, las empresas estratégicas, los mossos d’esquadra, los policías municipales, etc. Una vez infiltrados, los agentes actúan de acuerdo con la posición que ocupan, tratando de no levantar nunca sospechas, y suministran a los analistas de los servicios de inteligencia toda la información que son capaces de obtener.

 

– Seguimientos.

Otra fórmula para obtener la máxima información de alguien es hacer un seguimiento. Se pretende saber con quién se reúne el individuo investigado, los lugares que frecuenta, los hábitos, las reacciones en cada situación, los horarios, etc. Esta información sirve básicamente para engrosar los famosos dossieres de información comprometida que el Estado usa en fases posteriores para neutralizar o desactivar individuos que molestan.

 

– Interrogatorios.

Una vez abierto un proceso judicial o cuando se ha hecho una detención, los afectados -encausados, detenidos, víctimas o testigos- son interrogados por la policía y declaran ante el juez. Los servicios de información tienen mucho interés en esta información, aunque el objeto del proceso no sea lo concreto que investigan, porque les puede aportar pistas sobre puntos débiles y nuevas líneas de actuación. En algunos casos, los agentes de los servicios de inteligencia pueden participar en los interrogatorios de la policía o bien pedir que se interrogue sobre cuestiones que les interesan particularmente.

 

– Medios de comunicación.

Los organismos de inteligencia hacen un vaciado sistemático de todo lo que publican o emiten los medios de comunicación convencionales (periódicos, televisiones, radio…). Con artilugios tecnológicos de detección de palabras sensibles, también revisan la información publicada en internet: los blogs, los portales de información, en las redes sociales… De estas fuentes sacan grandes cantidades de información, y el trabajo principal que hacen es separar el grano de la paja.

 

– Otros organismos del Estado o extranjeros.

La recogida de información no es un monopolio de los organismos del Estado. Hay muchas organizaciones públicas y privadas que tienen este objetivo. Un caso muy claro son las embajadas, que envían cablegramas con información de interés estratégico al Ministerio de Asuntos Exteriores y que, mayoritariamente, cobijan a agentes de los servicios de inteligencia. También las policías autonómicas y municipales recogen información para investigaciones propias. Hay empresas privadas de seguridad y espionaje. Y, sobre todo, los servicios de inteligencia extranjeros de Estados con intereses estratégicos en nuestro país. La inteligencia española tiene relaciones, trata de controlar los movimientos de todos estos otros organismos y, si tiene interés, busca la manera de canjear información útil o comprar.

 

 

2.- Intervención

 

– Conflictos y divisiones.

Los servicios de inteligencia españoles pueden intentar crear divisiones y conflictos dentro de los agentes del soberanismo para crear confusión, entorpecer el proceso y provocar desconfianza. Hay métodos para hacerlo, especialmente dos: la actuación de infiltrados que pueden suscitar desinformación y hacer circular rumores o información confidencial comprometida; dentro del independentismo, las divisiones y los conflictos internos en las organizaciones son el pan nuestro de cada día. No se puede establecer qué porcentaje de los casos se pueden imputar a la tradición y al carácter de los propios independentistas y cuál hay que atribuir a la obra de la inteligencia española.

 

– Rumores inspirados.

Esta es una de las armas más poderosas que tienen los aparatos de Estado para intervenir en un conflicto o en un frente de disidencia. Por naturaleza, un rumor se extiende como una mancha de aceite, circula más deprisa que la pólvora y es muy difícil de combatir por parte del afectado. Los rumores inspirados ya fueron un arma de primer orden en la Segunda Guerra Mundial, cuando los estados en conflicto organizaron auténticas máquinas de producción y difusión de rumores con técnicas bastante sofisticadas. Actualmente, en Cataluña, todo el mundo sabe y puede identificar algunos de los rumores que circulan y que nunca se acaban de contrastar ni de resolver. Para hacer circular un rumor interesado y que afecte a la autoridad, la confianza y el buen nombre de algún dirigente político o social, los servicios de inteligencia recurren a mensajeros aparentemente neutrales, que muy a menudo no llegan a ser conscientes de ser utilizados. La fuerza de un rumor es que incluso los activistas independentistas más combativos se hacen eco y lo esparcen inconscientemente.

 

– Deserciones y coacciones.

Como hemos dicho antes, la inteligencia suele preparar dossiers confidenciales sobre personas y organismos con la información que ha obtenido. Estos dossieres sirven para identificar las debilidades y vulnerabilidades del movimiento independentista y sus agentes. Una vez identificadas, estos dossieres pueden servir para desactivar un individuo considerado potencialmente peligroso para el Estado. La coacción consiste en advertirle que la información del dossier será filtrada a los medios o llevada a un juzgado si continúa por el camino equivocado o no se retira.

 

– Opinión pública.

Otro de los frentes que se puede utilizar para tratar de cambiar y detener la voluntad democrática de los catalanes es procurar intervenir en la creación de lo que se llama opinión pública. Principalmente, la manera de hacerlo es favoreciendo que los medios de comunicación se orienten en una línea política determinada, en este caso unionista, y que los creadores de opinión y periodistas sean sus propagadores. Los medios de comunicación social, junto con los rumores inspirados, son las herramientas más eficaces para formar un estado de opinión contraria a la independencia. En este terreno encontramos, sin ir más lejos, ejemplos claros y evidentes del uso de los medios para tratar de darle la vuelta la evolución previsible del proceso independentista.

 

– Ambiente crispado y violencia.

Uno de los fantasmas identificados por la inteligencia española que sobrevuela la creación del Estado propio es el de la ‘ruptura de la cohesión social’ y de la paz y la seguridad actual. Los servicios de inteligencia de los estados que se han encarado a procesos de secesión internos no han renunciado a incentivar la crispación y a favorecer los brotes violentos para crear un estado de miedo paralizante. En Cataluña aún no ha habido casos de violencia explícita vinculados directamente al proceso de independencia o no se han expresado de esta manera. Ha habido alguna intimidación y algún exceso policial, pero nada nuevo que no pasara antes de situar la independencia en el centro de la agenda política.

 

– Grupos unionistas.

Entre las tareas de la inteligencia está la de crear grupos organizados que defiendan los intereses del Estado en el territorio, más allá de los partidos políticos o utilizando los partidos como plataforma de actuación. Los fondos reservados del Estado pueden servir para financiar la actividad de estos grupos y dotarles de mayor visibilidad que la que les corresponde por apoyo social. En Cataluña, ya hay grupos que actúan para presionar en este sentido, bien desde plataformas empresariales, bien desde entidades aparentemente cívicas.

 

– Esparcir porquería.

Con el objetivo de hacer perder completamente la confianza en los agentes políticos, se puede desplegar una estrategia de desgaste por la vía policial y judicial. De corrupción hay y siempre ha habido, en un grado u otro, pero es sintomático que empiecen a estallar casos que no son recientes en el momento de máximo desafío de las instituciones catalanas al Estado. El Estado no debe inventarse corrupción donde no hay -aunque también sea una posibilidad, en casos concretos en nuestra casa-, pero sí puede poner en marcha el ventilador cuando más le conviene. De esta manera, se puede hacer perder la confianza en los políticos que deben dirigir el proceso y distraer la atención de la sociedad hacia direcciones diferentes de la independencia.

 

– Operaciones especiales.

Finalmente, los servicios de inteligencia pueden planificar acciones operativas contra elementos determinantes del proceso de independencia si fallan el resto de opciones enumeradas. En principio, el Estado se reserva el hacer operaciones de sabotaje cuando el conflicto es abierto y directo. Pero hay que tener presente la ley 11/2002, que establece la misión del Centro Nacional de Inteligencia (CNI) español, y que dice que debe ‘neutralizar las actividades de grupos o personas que pongan en riesgo, amenacen o atenten contra el ordenamiento constitucional, los derechos y las libertades de los ciudadanos españoles, la soberanía, la integridad y la seguridad del Estado’.

 

VILAWEB