Que la destrucción del estado nabarro se consolidó bajo el fraude, la extorsión y la violencia de las armas, sólo el fanatismo franquista o la visión torticera y mendaz de “historiadores” españolistas lo ponen en duda. Pero ahí está, irrefutable, el amargor de nuestras efemérides: 1512 -invasión del reino por las tropas del Duque de Alba-, 1521, 22, 23 -batalla de Noain, cercos de Amaiur y Hondarribia, 1841, ley paccionada, etc.
Son algunos de los momentos más desgarradores para la integridad de nuestro pueblo y de nuestra soberanía. Son siglos de violencia, de falacias goebbelianas y de vergüenza para todos los baskos. Acontecimientos en los que insistiremos incesantemente para no olvidar de dónde venimos y para explicar qué es y donde se ubica hoy nuestra Euskalerría.
España -como otros estados europeos, Francia, Inglaterra…-, es una entidad que se forma integrando violentamente a algunos pueblos peninsulares: Cataluña, el estado nabarro de Euskalerría… -con Portugal no pudo, ¡gora el pueblo luso!-.
Pero no fue sencillo sojuzgarnos. Son siglos de ajusticiamientos (asesinatos) de patriotas, enajenación de patrimonios, demolición sistemática de construcciones civiles y como colofón, la degradación de la lengua y la cultura.
Con todos estos antecedentes, ¿qué podemos esperar los baskos de España? Bien reciente está la barbarie franquista y neofranquista. ¿Hay algún signo que nos indique que nuestros seculares opresores se hayan arrepentido de tanta brutalidad ejercida contra nuestro pueblo? ¿Alguien los ve más dialogantes y preocupados por la implantación de los derechos humanos? ¿Alguien espera que su buena voluntad les dé para sentarse plácidamente en una mesa con la idea de negociar honesta y democráticamente?
No debemos olvidar la trayectoria del imperialismo hispano. No existe en su “leyenda negra” ni un ejemplo de haber abandonado de buen grado los territorios ocupados por la violencia de sus armas.
Todos, Portugal, Latinoamérica, Filipinas, El Sahara… hubieron de liberarse por la sublevación o la presión internacional.
El gobierno de Sagasta proclamaba a los cuatro vientos que la españolidad de Cuba era incuestionable. Todas las españolidades eran incuestionables (como Gibraltar), hasta que los pueblos encontraban el más mísero resquicio para evadirse de la “madre patria”. ¡Qué tendrá esta temida, cuando no odiada, “madre patria”, cuando a la más mínima oportunidad sus pueblos súbditos abandonan su tutela!
España, hoy por hoy, va a poner en juego todas sus armas (que no son pocas) y toda su parafernalia mediática para evitar la autodeterminación de Euskalerría. Incluso tratará de impedir, por las buenas o por las malas, el más mínimo asomo de contestación, por muy legal que sea, a su política centralista de dominio y usurpación. Y esto con todo el desparpajo y chulería que le otorgan sus poderes armados, judiciales y mediáticos.
Los nabarros, una vez mas, acabamos de ser testigos de esa índole imperialista que gasta la corte. Nabarra será lo que los nabarros quieran (nuestra historia esta llena de felones como el ZP). A NaBai casi le hicieron bajarse las calzas en un titánico esfuerzo de trasnversalidad. El resultado ya lo sabemos: como siempre, los intereses del imperio. Y a los nabarros, a muchos de los cuales, entre los me incluyo, el “imperio” nos amarga la sangre, que nos parta un rayo.
Estos “constitucionalistas”, neoconstitucionalistas y falangistas reconvertidos, hablan de transversalidad. ¿A quien van a engañar después de todo lo que ha caído?
¿Transversalidad es que renunciemos a nuestros derechos inalienables como ciudadanos, para “soñar” con ese redil del estado español que tantos quebraderos ha causado a Nabarra?
Por eso uno alucina cuando políticos llamados nacionalistas, al parecer bien formados e informados, se entusiasman tanto con esa transversalidad de marras. Para un servidor, una de dos, o están camuflados entre nosotros o han renunciado a una Euskalerría soberana. Pues que lo digan “argi eta garbi”.
España nunca nos va a devolver nuestra soberanía y nuestros derechos conculcados. Tratarán de envolvernos en sus redes mediáticas, en sus tribunales “ad hoc” y en definitiva en sus laberintos legales o constitucionales.
La soberanía estará en nuestras manos cuando, primero, todos los baskos dejándonos de partidismos seamos conscientes de que verdaderamente es para nosotros el oxígeno “sine qua non” para nuestra supervivencia como pueblo. Mientras sigamos, cada uno brindando al sol y enfrascados en el rumbo de nuestras vacas sagradas (cada partido con las suyas…) ellos (y su monarquía) “aquende y allende el Ebro”, se frotarán las manos. Eso, “que los vascos se transversalicen”. “Eta bitartean…”, pues eso, lo del “domuit bascones”.