Muru Vascón en Aria; Valle de Aezkoa

 

Los vascones pirenaicos eligieron esta cima estratégica, esta vez, a 1.072 metros de altura.

Un nuevo recinto fortificado de la Edad del Hierro aparece en Aezkoa, como precedente de la localidad de Aria, lo accidentado del terreno favorecía su defensa, que completaron con doble muralla, confirmando todavía más, la antigüedad de estos pueblos, en un Pirineo bien comunicado y bien guardado.

En nuestros poblados vascones las construcciones eran siempre o casi siempre de planta rectangular y no circulares ni elípticas. En nuestro entorno los poblados de la Edad del Hierro siempre han tenido la denominación Muru como bien demuestra nuestra toponimia. Hay catalogados en toda Navarra alrededor de 380 poblados vascones de la Edad del Hierro e incluso del Bronce, muchos de ellos dieron nombre a actuales poblaciones navarras. Así tenemos: Muruzabal, Murugarren, Muru Artederreta, Muru, Murillo, Murillete, Muru Astrain, Murelu, Murube, Murugain, Murubizkar, Murubitarte, Murukoa, Murukoaga, Murumendi,Murieta, Murgain, etcétera. Así mismo, un cuantioso número de despoblados llevan el nombre de Muru, y según el filólogo Patxi Salaberri ciertos topónimos muy abundantes en navarra con la voz Buru, podrían tratarse de una variante fonética de Muru.

Es muy curioso que aquí en Navarra es habitual el apellido Muru y Murua, lo mismo que sucede en Galicia con el apellido Castro.

También abundan este tipo de topónimos con Muru en Gipuzkoa y Bizkaia, donde, por otra parte, las construcciones de estos poblados son siempre rectangulares como las vasconas. Así, y sin ánimo de ser exhaustivos, encontramos Murua, Murube, Muruabe, Muruabidea, Murubide, Murueta, Murgoiti, Murgiondo, Murgia, Muruaga, Buruaga, Murugain, etcétera. Justamente uno de los poblados guipuzcoanos de la Edad del Hierro mejor estudiado se llama precisamente Murugain.

Milaka urtean izan da gizakien bizileku Muru mendia, Gipuzkoako Goierrin, trikuharri, harrespila eta bestelako aztarnek erakusten duten moduan. Sugaar eta Mari mitologikoak ere mendi honetako kobazuloetan bizi omen ziren. Hala jaso zuen Jose Migel Barandiaran jakintsuak, herriaren ahotik.

Las leyendas locales suponen que de una de las cavernas de Murumendi sale de vez en cuando un genio llamado Sugaar. También dicen que allí vive otro genio al que llaman Mari-muruko «Mari de Muru», Marimunduko «¿Mari del mundo?» y Muruko-dama «dama o señora de Muru». Esta, que muchas veces recorre el firmamento en forma de una hoz llameante y fragua tempestades de granizo y piedra, se presenta en ciertas ocasiones en figura de una mujer hermosa que peina sus cabellos en el portal de su albergue subterráneo. Así la vio un hijo del caserío Muruguene o Buruguene (Beasain) y se casó con ella. Tuvieron siete hijos. Mari no iba a la iglesia ni siquiera bautizó a sus hijos. Un día el marido se propuso bautizar a éstos en la iglesia del pueblo. Los puso en un carro y juntamente con ellos a su madre a la que sujetó con cuerdas. Iban ya camino de la iglesia, cuando Mari se rodeó de llamas, quemó las ataduras, saltó sobre una peña situada cerca de Muruguena, dejó en ella huellas de un pie y luego voló hacia Murumendi diciendo: zazpi semeak Zerurako, ni Mururako; Muruguena ez da sekulan en edo maki gabe izango («los siete hijos para el Cielo, yo para Muru; en Muruguena nunca faltará enfermo o manco»). Según leyendas recogidas en las casas de Usurbe, entre las cuales se halla Muruguena, y otras fuentes que se citan en diversos lugares de la colección Eusko-Folklore, Mari se alberga en Murumendi juntamente con otros genios subordinados suyos, allí almacena los tributos que cobra y obsequia con ellos a sus amigos y servidores. Para evitar que Mari enviara algún pedrisco sobre su pueblo, los vecinos de Isasondo, con su cura a la cabeza, subían a Murumendi todos los años a celebrar una misa y hacer un conjuro en el portal de la caverna de la misteriosa dama: así se decía en los pueblos del contorno de Murumendi, aunque esto no se haya comprobado documentalmente. Es fama que también los gentiles vivieron en Murumendi. De uno de ellos se dice que lanzó desde allí la gran piedra Saltarri o supuesto menhir de Alotza (prado de Aralar). v. MARI. Ref. J. M. de B.: Eusko-Folklore, 1921, p. 9-14, 46; 3.ª serie, n.° 9, págs.85-87.

Fotos y trabajo; Juan Mari Martínez Txoperena