Cualquier seguidor atento de las noticias procedentes de Egipto en las últimas semanas, cualquier día del presente mes de febrero, podría haber leído (bien en las noticias de agencia, bien consultando “Internacional Socialista” por internet), una información precisa y curiosa, que reproduciré casi palabra por palabra: el día 1 de febrero, la Internacional Socialista, la organización mundial de socialdemócratas, socialistas y laboristas, ha expulsado al Partido Nacional Democrático del presidente egipcio Hosni Mubarak, “según han confirmado fuentes del PSOE”. Muy bien por las fuentes del PSOE, que debían ser un poco tímidas, ya que no lo han cacareado en la prensa. Tampoco la noticia ha tenido presencia relevante en nuestros periódicos, telediarios y otros medios, o yo no lo he sabido ver. Conocí la compungida y discretísima expulsión a través de VilaWeb , tan atento como siempre, y entonces llamé a la ventanilla de Google, bendito sea el invento, al menos en algunos casos. Y la información de agencia continúa: “El secretario de la Internacional Socialista, el chileno Luis Ayala, ha enviado una carta a la formación que lidera Mubarak en la que le informa del ‘cese de su pertenencia’ a la organización y le subraya el compromiso de ésta con una ‘democracia más integradora’, según han añadido las mismas fuentes”. Fabuloso. De modo que, de repente, la Internacional se da cuenta de que la democracia del partido de Mubarak no era lo suficientemente integradora, y en vista de tal descubrimiento y de tan gran novedad le comunica que el da de baja de la gloriosa organización. La información añade que la Internacional, que agrupa 159 partidos políticos y organizaciones de todos los continentes, ha aplicado en este caso la misma decisión que tomó después de las revueltas en Túnez, cuando expulsó al Reagrupamiento Constitucional Democrático del presidente Zine Ben Alí. En aquella ocasión, dice la nota del secretariado, la Internacional ya explicó que la expulsión del partido de Ben Alí reflejaba “los valores y principios que definen” la organización, así como su posición sobre los acontecimientos que se desarrollaban en el país magrebí.
O sea que, si no lo he entendido mal, la Internacional tiene unos valores y unos principios que la definen, y que durante muchos años y décadas la pertenencia de los partidos de los señores Ben Alí y Mubarak reflejaba estos principios socialdemócratas y socialistas universales. Hasta que el 19 de enero en el caso de Túnez, y el primero de febrero en el caso de Egipto, descubrieron que no. ¡Qué cosas pasan en el mundo, qué cosas! El caso es que, tal como recordaba Vicent Partal (siempre mejor informado que la mayor parte de los diarios …), dentro de la Internacional Socialista los egipcios “no eran un número y nada más, sino que lucían: en el último congreso de esta Internacional, hecho en Atenas en 2008, uno de los conferenciantes principales fue el señor Mohamed Abdel Allah, uno de los políticos egipcios más conocidos, del círculo íntimo directo de Mubarak. Por ejemplo”. Debe ser, por ejemplo, que treinta años o más de estado de emergencia permanente, de estado policial, de detenciones y desapariciones, represión violenta, torturas, elecciones prácticamente de partido único, expoliación metódica del país, etc., todo esto no era incompatible con los principios de la Internacional. Cuando el 19 de enero expulsaron al partido del señor Ben Alí, que representaba los socialistas de Túnez, debieron descubrir de pronto lo que todo el mundo sabía… excepto la Internacional del ramo. No es casualidad que Bettino Craxi (líder del Partido Socialista Italiano, insigne ejemplar del gremio, caído con ruido escandaloso al iniciarse en Italia las manos limpias…), fuera durante muchos años, y hasta su muerte, huésped privilegiado del compañero Ben Alí en una playa tunecina de lujo. Y no quiero pensar si el partido de Mubarak hubiera formado parte de la “Internacional Conservadora” o algo parecido… Las voces de los bienpensantes de izquierda habrían llegado al cielo, y el caso habría confirmado los juicios y prejuicios habituales. Porque, ¿no habíamos quedado en que el régimen de Mubarak era una tiranía reaccionaria sostenida por el imperialismo americano?