Miquel Sellarès: “El Estado teme la unidad de los catalanes”

Entrevista al que fuera director general de Seguridad Ciudadana con Pujol y secretario de Comunicación con Maragall. Presidente del colectivo Opinión Catalana

– Albert Manent le dijo: “Miquel, tú deberías haber nacido español y hacerte militar”.

Nunca he sido pacifista, creo que los pueblos que no se defienden se acaban. Y sí, si Cataluña hubiese tenido fuerzas armadas, ¿por qué no?

– ¿Pero a usted le gustan las armas o el poder?

A mí me gusta el poder. Pero con veinte años me fui a Israel y tuve la idea de que podía hacer un servicio de armas. Siempre recuerdo algo que está escrito en muchas cuarteles de las fuerzas armadas de Israel: “Nunca más”. Que nunca más los volverán a meter dentro de trenes y los llevarán hacia el matadero, gratis. Era un Israel romántico, donde aún encontrabas gente que llevaba los números del campo de concentración marcados en el brazo.

– Usted impulsó la creación de la primera promoción de los Mossos. ¿Los Mossos que tenemos hoy son los que usted había soñado?

Nunca en la vida los sueños se cumplen del todo. Ahora, si usted me hubiera dicho que tendríamos 17.000 hombres y mujeres, más de cien edificios en toda Cataluña, una total implantación territorial, cuando a mí no me dejaban ni poner los Mossos en el tren de Sarrià, comprenderá que para mí el éxito ha sido espectacular. Ahora, la creación del cuerpo tal como se ha ido haciendo… Nuestros políticos han ido con un lirio en la mano. Y pensar que el Estado nos dejaría hacer una policía con 17.000 hombres y mujeres armados y que no haría nada para disminuirla ni colocaría todos los topos que usted quiera…. Que aquí hay un momento histórico que de repente desaparecen la Policía Nacional y la Guardia Civil, ¡y aquí tenemos que correr a hacer 1.300 policías cada año!

– ¿Qué nivel de topos cree que hay?

Quisiera que me entendiera bien: no me refiero a los miembros de los cuerpos del Estado que han entrado en los Mossos. La inmensa mayoría de esta buena gente está cumpliendo muy bien. Pero creo que el Estado colocó gente en los puestos clave. Y además, si usted hubiera sido el Estado ¿no habría puesto ninguno?

– Usted explica que un buen día Jordi Pujol lo llama y le dice: “Tengo la impresión de que me están siguiendo”.

Y yo le dije: “Hombre, eso es lo más lógico”. Las pocas veces que he ido al despacho del actual presidente no me ha gustado hacer la entrevista en su despacho. Porque si los servicios de inteligencia, hoy, no controlan el despacho del señor Mas, ¿cuál controlarán? Los estados hacen esto.

– Usted no hizo ningún aspaviento cuando supo que Obama espiaba el teléfono móvil de Merkel.

Claro que no. No es que me guste, pero el mundo va así. A los compañeros pacifistas que van todos con el lirio en la mano siempre les digo que si su mundo existiera yo me apuntaría. Teresa Forcades o Arcadi Oliveres son una buena gente y responden a una buena parte del país. Y a una gente que se mueve en estos momentos. Pero es que el mundo no es eso.

– ¿Qué es el mundo?

El mundo son los Estados y los intereses de las multinacionales. La gente piensa que un servicio de inteligencia se dedica sólo a la cuestión política. Pues no. Quizás en un 30%. ¿El 70% que es? Defender los intereses del país en todo el mundo: patentes, compañías, empresas para infiltrarse en diferentes países y copiar otras marcas para darlas a las del propio país…

– ¿O sea que la Cataluña independiente no podrá ser un Estado mejor, diferente de los que ya hay?

Creo que debemos intentar ser diferentes. Por ejemplo, con una educación diferente. Mire, después de casi un centenar de charlas por toda Cataluña, me doy cuenta de que la gente quiere la libertad nacional, sí, pero la gente también quiere que cambien muchas cosas. La corrupción, el sistema de partidos políticos… La gente quiere cambios. De los poderosos de la lonja del Real Madrid y sus amigos del Puente Aéreo de aquí, de todo esto, la gente está harta. Porque España también ha sido un gran negocio para toda una serie de gente. La gente está harta de los poderosos, de los poderosos de la prensa… Y no es gente izquierdista, es gente incluso de las bases de CDC y de algún sector de UDC… La gente dice: “Oye, tú , esto se tiene que acabar”. Hay una generación que representan mis hijos, gente que habla inglés, gente que ha viajado… Creo que la gente quiere un gran cambio.

– ¿Cuál es el nivel de guerra sucia del Estado contra el proceso?

Hombre, contra el presidente Pujol y sus entornos, el intento que se ha hecho contra el presidente Mas… está jugando fuerte. Lo que pasa es que en la sociedad catalana ha habido unos sectores que se han creído que desde el poder podían hacer lo que querían. Y eso también lo tenemos que cambiar. La gente exigirá un grado de ética y un grado de responsabilidad muy grande. Antes iban con la excusa de la financiación de los partidos políticos. A mí me decían: “Cuando te llaman por el partido y luego te llaman al cabo de unos días, ya no sabes si es por el partido”. Porque a todo esto nos hemos acostumbrado. Había una cierta tolerancia. Una parte de la sociedad también ha callado. Pero ahora esto se ha acabado.

– La lucha contra la corrupción le costó la militancia en Convergencia.

Sí, y lo hice por estima al presidente Pujol. Veíamos, y desgraciadamente hemos tenido razón, que aquello nos haría daño. Además, ¿cómo quiere que saliera adelante con unos chicos y unas chicas futuros policías para luchar contra la delincuencia y no me metiera en otra cosa? Mire, un policía cuando llega a los 40 años se pregunta: “¿La sociedad quiere que acabemos con la delincuencia? Yo me la estoy jugando cada día y lo que se debe investigar mejor son los que mueven el dinero de verdad, y no coger a este pobre tío”. Y eso a mí me ha marcado.

– ¿El proceso ha sorprendido a los servicios de inteligencia españoles?

No se lo esperaban. Y empezaron a colocar más agentes, algunos de los que se habían quedado sin trabajo en el País Vasco. Y de repente vieron que no eran ya cuatro chicos, sino que era tanta normalidad que en una mesa gente que no creía en la independencia hablaba de ella como de un hecho natural. O las esteladas en los balcones. Esto al servicio de inteligencia les preocupó mucho.

– Ha cambiado el marco mental del país.

Y el Estado reacciona y comienza a enviar a una especie de personajes que aparecen en las tertulias televisivas… Crea infraestructura, conciencia en contra, empieza a dar apoyo a grupos de Cataluña para que se muevan.

– Si todos los estados son iguales, ¿Gran Bretaña hace lo mismo en Escocia? ¿El Canadá hizo lo mismo en Quebec?

Ya firmaría ahora porque el Estado español actuara como el de Canadá, aunque hay informaciones de que Canadá empadronó gente en Quebec e hizo presiones industriales. Lo que pasa es que son democracias consolidadas y no tienen un ministro Margallo que reparte documentación por todo el mundo. ¿Y qué pasa? Que los servicios de inteligencia extranjeros no paran de enviar gente a Cataluña para contrastar.

– No sé si le ha de dar tanto las gracias a Margallo, porque no veo declaraciones a favor de Cataluña.

Los amigos de Cataluña saldrán al día siguiente. Los estados no adoptarán ninguna posición ahora. Porque cuando vienen y terminan las conversaciones, la mayoría te dice: “Ustedes tienen el puerto de Barcelona, el de Tarragona, el sur de Europa… Oiga, al día siguiente ya hablaremos”. Ellos no se enfrentarán ahora a España. Es lógico. Ni Israel, ni Estados Unidos, porque cuando algo se quiere partir no lo ven bien. Pero tampoco notas una aversión.

– De aquí al 9 de noviembre, ¿usted qué haría?

Primero, hemos creado un Consejo de la Transición Nacional, que hace muchos papeles, pero cuando haces una operación de este tipo debe haber un estado mayor que decida la estrategia. En eso sí que soy militar.

– ¿Para hacer qué?

Le pondré tres problemas serios. Uno, TV3. Si tenía que haber un conflicto laboral con TV3, ¿era ahora, o el 1 de enero de 2015? ¿A quién se le ha ocurrido esto? ¿Hay alguien de los de la estrategia? Dos, la policía. Se nombra un comisario general, excelente profesional, pero no sabemos muy bien qué piensa. Y tres, debería haber una transmisión mucho más amplia de gente, desde el Gobierno, y proteger mejor al presidente. Ahora necesitaríamos un puñetazo sobre la mesa: un gobierno para doce meses, que fuera más allá de CiU, con gente representativa también del mundo socialista, gente del estilo Mas-Colell, indiscutibles, que los ciudadanos del país cuando miraran este Gobierno se sintieran prácticamente todos representados y que jugaran fuerte. Si vamos juntos no hay quien nos venza. Y eso, estoy convencido, la inteligencia del Estado es lo que teme. Porque jugará a separarnos… Por eso a mí me cuesta estos días hacer críticas al Gobierno.

– Cuando le preguntan cómo acabará todo esto, ¿usted que contesta?

Que acabará bien. Porque miro a la gente joven. Esto no quiere decir que lo consigamos, pero creo que nunca más volveremos atrás. Esto no hay quien lo pare. Ellos pueden cometer dos errores. Uno, la cabra por la Diagonal, aunque esto no lo harán. Quizás antes la cabra entraría por el ciberespacio. Y hacer violencia, cerrar la autonomía y todo eso. Si lo hacen, yo me sentaría en el sillón para ver cómo iría el proceso. No les veo capaces… Si este país ahora no lo logra, después de la transición nacional vendrá la depresión nacional. La paciencia de las nuevas generaciones no es tanta y se irán a los Estados Unidos o a Alemania. En estos meses que quedan no puede ser que no estemos trabajando más seriamente en estructuras de Estado. No podemos esperar al día siguiente de todo. Debe haber un pequeño Estado mayor que aguante, aguante, aguante. Y claro, que el presidente se encuentre bien rodeado, porque estamos ante la gran oportunidad de los últimos 300 años. Si no lo hacemos ahora, ¿cuándo lo haremos?

– ¿A usted le han seguido?

Sí. Y lo que me preocupa es que el enemigo común de la policía del Estado y la nuestra son los mismos, los delincuentes, la delincuencia internacional, el yihadismo, el terrorismo… Cuando la delegada del gobierno español crea divisiones entre los cuerpos de seguridad del Estado despreciando a los Mossos hace muy mal. Los Mossos aseguran que todos los ciudadanos puedan desarrollar sus derechos protegidos. Se demostró el 11 de septiembre en la Vía Catalana. El 12 de octubre protegieron en Montjuïc a los energúmenos que vinieron de Madrid, y la manifestación de la plaza de Cataluña, y sin ningún incidente. Esta es la función de los Mossos, que todos puedan manifestarse protegidos por la policía de Cataluña.

ARA