El ensayista londinense Michael Eaude (1949) es uno de los que más se ha interesado por Cataluña y por explicar la realidad del país a sus compatriotas. Con esta intención ha publicado ‘A people’s history of Catalonia’ (Pluto Press), que analiza la historia del Principado desde el Imperio Carolingio hasta el 1 de octubre a través de los movimientos populares.
-Usted tiene tendencia a explicar la realidad del país a los anglófonos. ¿Piensa que este público tan mayoritario está generalmente desinformado?
-Hay muchos estudios académicos del ‘proceso’ de independencia, pero no llegan mucho más allá de las universidades. El mío es un libro de izquierdas que busca contar la historia de Cataluña de manera más asequible. Está claro que el gran público está desinformado, y además no tiene interés en informarse de Cataluña; pero los sectores más conscientes o más activos tampoco conocen la historia del país… y en ese sector el libro puede tener un pequeño impacto.
-Constata la sensación de que el proceso no se ha visto con demasiada simpatía desde el extranjero…
-Desde los estados aliados a la OTAN y a la Unión Europea con el Estado español es obvio que no hay simpatía y nunca la habrá. Sólo cambiarán de posición si están obligados a hacerlo por un movimiento suficientemente amplio. Sin embargo, dentro de países anglófonos como los países anteriormente colonizados, también en el Canadá o el propio Reino Unido, hay grandes minorías que sí tendrán simpatía, ya que Quebec, Gales o Escocia tienen muchos habitantes independentistas que se miran en el espejo de Cataluña, al igual que los catalanes los miran a ellos. Añadiría, también, que la independencia de países como Escocia o Cataluña representa una amenaza fuerte al orden (o desorden) capitalista reinante, ya que un proceso largo de lucha por la independencia radicalizaría a sectores amplios de la sociedad.
-¿La poca simpatía es responsabilidad del independentismo catalán o del efecto de la propaganda española?
-Básicamente, creo, que es el resultado de la propaganda española. Pero existen muchas contradicciones. Las imágenes en televisión del 1 de octubre tuvieron un gran impacto por doquier, y en las cabezas de mucha gente entró la idea de que España no es un país tan abierto y liberal como pretende o como parece desde fuera. No veo que el independentismo catalán tenga responsabilidad de la ignorancia o falta de simpatía de la gente extranjera. El govern y sus representantes han hecho las denuncias y explicaciones posibles. Pero, al fin y al cabo, el argumento más persuasivo es la movilización de grandes masas de gente y no los discursos en el Parlamento europeo. El capitalismo internacional, o bien los estados de la UE, moverán ficha sólo cuando se sientan obligados por las movilizaciones.
-Con la situación de Escocia, ¿cree que tanto los escoceses como el resto de británicos se han acercado un poco a la realidad catalana?
-Claro que sí. Entre la gente escocesa que es independentista hay mucho interés y mucha simpatía por el proceso catalán. Me impactó, por ejemplo, que la colecta de dinero para defender a Clara Ponsatí contra la extradición fuera tan inmediata y tan exitosa. Los escoceses saben que si Escocia ganara la independencia, Cataluña encontraría la puerta medio abierta, y viceversa.
-En cuanto al libro, explica que ha sido la gente la que ha hecho la historia de Cataluña, la que ha hecho evolucionar al país a lo largo de los siglos. ¿Existe algún episodio histórico que se explique en este sentido y que le llame especialmente la atención?
-No soy historiador de formación. Tampoco, aparte de los eventos de los últimos cuarenta años, sabía mucho sobre la historia de Cataluña cuando empezaba a plantearme este libro. Pero lentamente me iba dando cuenta de que la historia de un país oprimido es un factor clave en el presente. La derecha española tiende a decir: “olviden el pasado, tenemos un futuro magnífico en común”, pero sabemos que, sin una memoria verídica del pasado, no puede haber un claro entendimiento del presente. ¡Y por supuesto que, sin eso, tampoco hay ningún futuro magnífico! Hay muchos episodios de resistencia, sublevación y rebelión desde abajo durante la larga historia de Cataluña, desde el famoso movimiento de los campesinos remensas (19 liderado por Pere Joan Sala en el siglo XV, hasta el movimiento de los segadores y los pobres urbanos en la revolución de 1640-1641, o hasta la resistencia en 1714… y muchos más. Toda la historia de los tumultos de 1830 y 1840, las luchas de los anarquistas, la revolución enorme de 1936… es una larga lista. Hablamos de un pueblo con una magnífica tradición de rebelión contra la injusticia. Si debo elegir sólo una lucha, sería la de los campesinos remensas: Pere Joan Sala y los suyos perdieron sus vidas, pero su lucha obligó a que el rey Fernando II en 1486 suprimiera los “malos usos” feudales. Es una historia conmovedora.
-Contrapone la idea del oasis catalán desarrollada por el cristianismo catalán de base de finales del XIX y principios del XX con los movimientos obreros que han hecho cambiar el país. ¿La historia de Cataluña es una síntesis de ambas cosas?
-El cristianismo, aparte de las luchas contra el franquismo, no ha tenido gran impacto como movimiento de base. Mi principal simpatía es hacia los movimientos de campesinos y obreros, pero el país ha tenido fuertes movimientos de reivindicación nacional, además de las muchas luchas por la justicia social. En personajes como Francesc Layret, Teresa Claramunt o Andreu Nin se ve cómo la cuestión nacional y la reivindicación social se entrelazan. Cuando esto ocurre el movimiento es fuerte, como hemos visto en años recientes.
-George Orwell hizo un ‘Homenantge a Catalunya’, pero era en buena parte un homenaje al POUM. ¿Se echa de menos, en términos historiográficos, un homenaje al movimiento nacionalista?
-El movimiento nacionalista data del siglo XIX, cuando la Ilustración y el capitalismo conducían a la idea de ‘nación’ –y ya existen relatos nacionalistas. Me veo como internacionalista y no como nacionalista. Desgraciadamente, demasiada gente en la izquierda española utiliza este concepto que “soy internacionalista” para atacar al nacionalismo catalán. Así, la idea de ser internacionalista esconde en su práctica un nacionalismo español. En realidad, un auténtico internacionalismo apoya a las naciones oprimidas. Si queremos destruir las naciones y el imperialismo que llevan a la humanidad hacia el abismo, debemos apoyar el movimiento nacional de un país como Cataluña, oprimida por un nacionalismo más fuerte. Así, como decía Joaquín Maurín, podremos liberar a los pueblos.
-La idea de la fuerza popular que defiende en su libro está muy vinculada con el proceso independentista. ¿Piensa que este capítulo es coherente con la historia de Cataluña en su conjunto?
-¡Por supuesto! El proceso también ha sido un movimiento de rebelión. Un movimiento, fijémonos, capaz de destruir la coalición de Convergència i Unió y obligar a gente “autonomista” como el presidente Artur Mas a declararse independentista. En cada momento de la historia catalana ha habido un movimiento desde abajo que ha salido adelante.
-Ahora mismo el independentismo se encuentra dividido y en cierto modo deprimido. ¿Qué análisis hace de ello?
-La subida lineal de luchas desde, digamos, 2009 hasta 2017-2019 ha terminado. Los movimientos suben y bajan, ¿no? El cansancio, la falta de liderazgo claro, la represión, la política hábil de Pedro Sánchez… todos estos factores han contribuido al declive del movimiento. Pero esto no quiere decir que los más de dos millones que votaron a favor de la independencia la hayan olvidado. Es decir, el declive de la movilización no supone ninguna derrota definitiva. A pesar de todos los esfuerzos por recuperar la “normalidad” autonómica, en cualquier momento una chispa puede encender las movilizaciones. La historia demuestra que la resistencia catalana a la represión y a la asimilación es tozuda. Sin la presión desde abajo es normal que, en este contexto de reflujo de lucha, salgan las diferencias. Cada partido tiene un argumento propio y busca ventaja política. Lo curioso es que el partido del president Puigdemont, heredero de Convergència, sea ahora más independentista, mientras que el partido históricamente más independentista y más de izquierdas, ERC, haya vuelto al autonomismo. ¡No tengo ningún análisis sofisticado!
-El jueves hay una manifestación contra la cumbre Sánchez-Macron, en la que también participará el president Pere Aragonès. ¿Piensa que habrá algún punto de inflexión a raíz de alguna manifestación de este tipo?
-Dudo que represente un punto de inflexión, pero ¿quién sabe? Dependerá de cuánta gente salga a manifestarse. La cumbre recuerda varios acontecimientos históricos, como cuando los estados francés y español aplastaron a Cataluña entre dos ejercidos poderosos. Algo que me ha impactado tanto en la escritura de este libro es el sufrimiento enorme del pueblo catalán, con invasión tras invasión francesa entre 1641 y 1823, con asesinatos, casas quemadas, violaciones y hambre. Estoy convencido de que Macron y Sánchez ignorarán esta historia en la cumbre. El jueves 19 estará Pere Aragonès entre los dos presidentes; y su partido fuera, manifestándose. Esta situación pone de manifiesto la crisis permanente política en la que vivimos. Si quieres las migas de la negociación autonómica debes estar dentro, pero si quieres luchar por el pan entero, debes estar fuera.
(1) https://es.wikipedia.org/wiki/Remensa
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