Memorial… ¿democrático?

El 20 de marzo se abrió en Barcelona el Espacio Memorial Democrático. Incluye un dispositivo audio-visual interactivo, un espacio para exposiciones temporales, un centro de documentación, un banco audio-visual de la memoria, un aula-taller y un auditorio con capacidad para 120 personas. Quienes lo han patrocinado afirman que se trata “de un equipamiento cultural concebido como un ágora ciudadana y dedicado a reflexionar críticamente sobre el pasado reciente y a difundir la cultura democrática”. Todo ésto suena muy bien; pero ¿hablamos realmente de la cultura democrática o quizás nos referimos a otra cosa? He aquí una duda razonable. A todos quienes defendieron la legalidad republicana a partir del 18 de julio del 1936, ¿se les puede adscribir a la cultura democrática? ¿El PSUC, sometido en aquel momento a todas y cada una de las directrices de la dictadura soviética, formaba parte en el año 1936 de la cultura democrática? ¿Y los pistoleros de la FAI, también? ¿Queréis decir que hablamos de otra cosa? Nadie puede cuestionar que Durruti, por ejemplo, se opuso a Franco con todas sus fuerzas. Ahora: ¿ésto lo hace partícipe de un sistema democrático que, para él, sólo era una pura coartada burguesa que había que destruir de todos modos?

¿Qué es la memoria histórica? En general, la construcción de un relato con fuertes componentes emocionales y una dimensión grupal que a menudo no coincide con la de las colectividades convencionales, con una finalidad reivindicativa que lo aleja inevitablemente de la naturaleza de la historia académica. Se trata de construir un relato verosímil (pero no forzosamente riguroso, en un sentido académico) cuya función esencial es la reivindicación de un pasado que se ajuste a los valores vigentes en un determinado momento y que encaje también con unas determinadas expectativas de futuro. En el siglo XX, cuando menos, la construcción de este relato fue inseparable de su propagación efectiva en los medios de comunicación de masas, cosa que no pasa con la historia académica. Este aspecto es fundamental para entender los mecanismos que hacen que determinadas iniciativas relacionadas con la recuperación de la memoria histórica tengan éxito o no.

En la medida en que las cuestiones identitarias se han convertido en un aspecto central en las sociedades avanzadas -quizás porque han sustituido el papel que representaban a finales del siglo XX las ideologías tradicionales-, la memoria histórica se ha convertido en un hecho fundamental. La identidad se construye, se deconstruye o se reconstruye con una determinada articulación -casi gestión- de la memoria histórica, y esta tiene, por lo tanto, un fortísimo componente político. El problema es que, todo ello, al contribuyente le sale un poco caro.

 

Publicado por Avui-k argitaratua