Por si algún purista del idioma español considera incorrecta esta frase, puntualizo: es más correcto decir, “cuanto antes nos vayamos, mejor”. Pero dicho como aparece en el título queda más expeditivo y me da la sensación que expresa mejor la imperiosa y urgente necesidad que tenemos los navarros de irnos cuanto antes.
¿De dónde?, ¿a dónde?, ¿por qué? puede que se pregunten algunos de mis lectores. ¿De dónde? Cada vez lo tengo más claro: irnos de España, volar de esa España casposa, corrupta, vengativa, nacionalista hasta lo más profundo. ¿A dónde? A Europa y al mundo, pero como sujeto político claramente diferenciado, como Estado independiente; como lo son ellos mismos. ¿Por qué? A estas alturas de la película creo que casi no es necesario decirlo. Pero algo, para justificar el título por lo menos, sí diré.
Es harto sabido que tras la dictadura del General Franco el simulacro de “transición” no conllevó cambios sustantivos en la organización política, férreamente unitaria del Estado español, ni siquiera en las formas: el ejército siguió igual, el rey fue nombrado por Franco, la policía, la misma, los jueces y tribunales, idénticos. La administración del Estado adoptó un tímido aire “descentralizador”, pero la soberanía seguía residiendo en “el pueblo español”, así en bloque, y nosotros, con catalanes y gallegos, formando parte “indisoluble” de ese “cuerpo”.
Todo lo expresado es cierto, pero durante estos últimos años se ha visto ocultado por una cierta niebla impuesta (interesadamente, por supuesto) por esas máquinas de medrar y hacer dinero en que se han convertido los partidos políticos, como consecuencia de los vicios de origen del actual estatus político español. Hoy en día, sobre todo tras el conocido cierre de varios medios de comunicación de Euskal Herria y, para culminar, con la política del talión relativa a los presos y con las macro manifestaciones, de exasperante nacionalismo, parece que la niebla se puede, y se debe, disipar.
El ambiente apestoso que se respira en España ha llevado a determinados y amplios sectores catalanes a proponer una especie de “aislamiento” de la política de la Generalitat con relación a la “general” del Estado español. Pero eso no puede dar frutos democráticos reales en la actual situación. Tal vez haya sectores en Catalunya que se sientan satisfechos con tan tímida y corta proposición, pero en nuestro caso pienso que no sirve. Las propuestas de “cautivar” a España son de bochorno o, mejor, de vergüenza. Con todo, el doble sentido del verbo “cautivar” nos conduce a la realidad inversa: España nos “cautivó” desde hace muchos siglos y hoy todavía seguimos cautivos de su pobre realidad.
Para poder respirar con normalidad necesitamos abandonar el asfixiante ambiente en el que estamos inmersos. Somos conscientes de nuestra diferente forma de hablar, sentir, trabajar y vivir en general, aunque desde el poder actual se esfuercen denodadamente por minusvalorarlo e ignorarlo, sobre todo en el entorno de la CFN. Somos algo menos conscientes de lo que histórica, política y culturalmente han supuesto la agresión española sobre Navarra, por una parte, y la existencia de un Estado navarro independiente, por otra, para el pueblo vasco y por eso, para aprovechar la ventaja que da este desconocimiento, tratan de tergiversar y ocultar nuestra realidad histórica, sobre todo en la CAV.
Es evidente que mi visión de Navarra no es la limitada y pacata que sólo reconoce como tal a la actual CFN. No. Mi Navarra es la visión política del conjunto de Vasconia, una realidad que fue independiente de verdad y un Estado europeo como los demás a través del reino de Navarra. Por consiguiente, está claro que, cuanto antes también, tenemos que “irnos de Francia”, estado que tampoco da para grandes alegrías democráticas.
Día que pasa sin que nos hayamos marchado de España (y de Francia) es día desperdiciado democráticamente; es un día más de pertenencia a sistemas políticos que producen vergüenza ajena; un día más de sonrojo, falta de autoestima y de conformismo con la sumisión, en el caso español, a un Estado controlado por una cuadrilla de impresentables, por lo menos a nivel europeo.
¿Cuándo nos vamos?