¿Mas debería apartarse?

En una más de las complicadas curvas de la política catalana, el ‘#PressingMas’ se ha activado de repente, con una parte de la CUP pidiéndole que se aparte, seguramente para tapar los propios problemas y la dimisión del jefe de lista. Pero, dejando a un lado las manipulaciones y la hipocresía de algunos, la pregunta es indiscutiblemente legítima y pertinente. Y, de hecho, la podemos subdividir en tres posibles versiones: ¿debería apartar ahora para permitir un gobierno independentista con el resultado del 27-S? ¿Se debería apartar en marzo, en las nuevas elecciones? ¿O no debería apartarse?

El debate es políticamente apasionante, siempre que entendamos que hay unas condiciones previas. No es una cuestión de gustos ni de caprichos, o no debería serlo. Y hay que respetar las formas y las maneras. Mas es el presidente de Cataluña y el candidato a presidente de la fuerza política que ganó las elecciones. Esto implica unas obligaciones que él no puede rehuir con una simple decisión personal. Porque son los votantes que le han puesto donde está y él debe responder.

Ahora, también es cierto que hay un par de condiciones a tener en cuenta si se quiere encarar este debate con serenidad. La primera es que es el presidenciable de Juntos por el Sí porque su partido ganó las elecciones del 2012. Pero también es cierto que, desde entonces, ha habido por lo menos dos elecciones en las que ERC ha conseguido un resultado mejor que a CDC: las europeas y las españolas.

A este argumento, deberíamos añadir todavía que eso que llamamos ‘odio a Mas’ se ha convertido en una herramienta muy eficaz para acorralar a Juntos por el Sí. Y Juntos por el Sí no ha podido desactivarla, como ha quedado claro en la negociación con la CUP. Es la combinación de los dos factores lo que me lleva a pensar en la necesidad de una clarificación de su papel para encarar con más garantías las elecciones de marzo.

Vayamos por partes: yo creo que Artur Mas no se debe apartar ahora de ninguna manera, porque eso sería aceptar el chantaje de una parte de la CUP contra Juntos por el Sí y sus electores. Pero también creo que Juntos por el Sí debe estudiar la manera de aclarar si él debe ser el candidato a presidente o no antes de las elecciones de marzo. Y me parece que la mejor manera de hacerlo sería con unas primarias internas.

Sobre la primera parte, creo que hay que ser contundentes: no es aceptable que el grupo minoritario termine decidiendo quién debe ser el presidente y menos aún de la forma en que lo ha hecho -recordemos sólo que contra la decisión final que han adoptado, votaron exactamente la mitad de los militantes en la asamblea de Sabadell. El voto de los ciudadanos vale para algo y sorprende que precisamente este sector que domina la CUP quiera cambiar en los despachos lo que ha decidido la gente en las urnas. Aceptar el chantaje no haría más que daño a Juntos por el Sí y al independentismo. Además, visto todo esto que se ha visto, tampoco habría ninguna garantía de nada.

Ahora, a mí me parece que no es bueno ni muy útil continuar proponiendo a Mas como candidato a presidente de Juntos por el Sí, de una manera automática y sin ninguna validación en las urnas. Porque desde 2012 han pasado demasiadas cosas y porque el fracaso de la negociación con la CUP tiene también, o debería tener, consecuencias internas dentro de la coalición independentista.

Y se me ocurren, por lo menos, dos maneras de hacer esta validación. Una serie con unas primarias dentro Juntos por el Sí y otra con la presentación de dos candidaturas o más de Juntos por el Sí con un pacto previo entre ellas de apoyo a la investidura del candidato que obtenga más votos.

Personalmente, creo que la primera fórmula sería la ideal. Pienso que repetir la lista de Juntos por el Sí es enviar una señal potente al país y al mundo que convierte automáticamente el 6 de marzo en la segunda tanda del 27 de septiembre. Si Juntos por el Sí organiza unas primarias, por lo menos entre los más de cien mil candidatos virtuales, para decidir quien presenta de candidato a la presidencia, esto le daría aún mucha más cohesión, mucha más fuerza y ​​más solidez ante el electorado. Incluso se podría proponer que la ANC invitara a sus miembros a votar, teniendo en cuenta que en marzo ya no habrá necesidad de ser imparciales entre dos candidaturas independentistas. Las primarias dentro Juntos por el Sí tendrían, además, un efecto de galvanización de la campaña electoral que creo que sería muy positiva de cara a la votación de marzo. Imagínese sólo el impacto de cientos de miles de personas votando en todos los pueblos y ciudades y piense si podría haber alguna movilización mejor del independentismo que ésta.

En cuanto a la segunda posibilidad, simplemente me remitiré al artículo que ya publicó ayer en este diario Pere Cardús. Podrían presentarse varias listas (CDC-Juntos por el Sí, ERC-Juntos por el Sí…) con un compromiso previo de formar un solo grupo en el parlamento e investir el candidato que tuviera más votos. Las primarias creo que son mejores porque no me parece que dividir el voto sea una gran idea, ahora que aun se deberá superar el número de escaños del 27-S. Pero la candidatura con múltiples listas es evidente que podría ser un formato aceptable, siempre que se avinieran CDC y ERC.

Finalmente, creo que hay que reconocer que Mas recibe mucho más de lo que le correspondería. Y es evidente que esto no ocurre porque sí: él es quien da más miedo a España y quien preocupa más que se ponga al servicio de la proclamación de la independencia. Pero un líder no mira nunca por él solo sino por el conjunto de la sociedad que quiere llevar a un hito. Aguantar es una de sus responsabilidades, y no está mal como lo hace. Sin embargo, diseñar el mejor proyecto para ganar todos juntos es la otra responsabilidad que tiene, incluso más importante que la primera.

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