Se suele decir que en la condición humana reside el hecho de nuestra capacidad de aprender más de los fracasos que de los éxitos. Esta cualidad podríamos expresarla de un modo más sencillo y directo. Los hombres somos unos asnos que nos caracterizamos por nuestra gran torpeza pues necesitamos aprender a base de palos como los burros. De poco nos vale tener inteligencia y hasta nacer dotados de corazón y buenos sentimientos si al final son nuestras malas pasiones las que nos arrastran y modelan las conductas.
Nos pierde la avaricia, la mentira, la lujuria y la envidia hasta el punto de que nos volvemos tan estúpidos que hemos llegado a perder el sentido de lo que significa la dignidad humana. En nuestro mundo insostenible todo tiene precio, todos puede ser comprados por dinero.
Más que de homo sapiens deberíamos ser tildados de homo crematisticus . Nuestra evolución como especie es incierta pero, de seguir como hasta ahora, no se nos augura nada bueno. Existen siete revelaciones o apocalipsis que pesan sobre el futuro de la raza humana como una losa.
La primera de las apocalipsis o revelaciones se refiere a nuestra incapacidad para luchar contra el cambio climático. Apenas hacemos nada para mitigar las emisiones de GEIs antropogénicas y que están provocando el calentamiento global.
Por mucho que sea el cinismo de los escépticos, los datos son ya incontestables. Las previsiones más razonables apuntan a que, debido a nuestra estupidez innata, no haremos nada para evitarlo, por lo que, lo más probable, es que una nueva glaciación nos venga merecidamente servida como ya lo sostiene la Academia de Ciencias norteamericana.
La segunda apocalipsis se refiere a la ineficacia para combatir la aparición de nuevas cepas resistentes a los antibióticos en algunas enfermedades como a la posibilidad de que los miles de productos químicos que se usan provoquen efectos nocivos para los seres vivos, a más largo plazo.
La tercera apocalipsis se refiere a nuestra habitual incompetencia para frenar el constante aumento de las desigualdades y de la pobreza. En la mayoría de los países europeos es ya normal que uno de cada seis habitantes viva en situación de pobreza.
La cuarta apocalipsis se refiere a nuestro fracaso como proyecto de país debido al envejecimiento de la población y su consiguiente amenaza para el crecimiento económico, así como para la calidad y la sostenibilidad financiera de los regímenes de pensiones y de sanidad pública donde los gastos podrían aumentar hasta alcanzar un 8% del PIB. También se incluye la avaricia que impregna el desarrollo urbanístico, favorece la especulación y condena a las nuevas generaciones a la castración y al ostracismo social.
La pérdida progresiva de la biodiversidad es la quinta apocalipsis. En efecto, este fenómeno se ha acelerado de forma drástica en las últimas décadas. La pesca en aguas europeas está al borde del colapso. Los volúmenes de residuos crecen de forma constante a mayor ritmo que el PIB. La erosión y el declive de la fertilidad afectan a la viabilidad de las zonas rurales.
La sexta se refiere al agotamiento progresivo del modelo socioeconómico y a la desidia para prepararnos anticipadamente para el nuevo paradigma emergente, basado en una economía de bajo consumo de hidrocarburos fósiles. Queda la séptima. Es la más grave para los vascos y mejor guardarla para comentarla otro día, con más tiempo.