Dicen que este verano, al sur de los Pirineos, ha despertado auténtico furor entre los interesados en la política la serie francesa ‘Les hommes de l’ombre’ (1), emitida hace varios años, en el norte, por France 2.
La serie es interesante y retrata de una manera, digamos, muy americana la vida interior del Palacio del Elíseo, la sede de la presidencia de la república francesa. Y una de las cosas que llama la atención es que entra bastante a fondo en uno de los terrenos más delicados de la política: la relación entre la vida personal de los políticos y la política misma.
La tradición dice que, en referencia a los políticos, no debería contar nada con quien se acuesta cada uno o cómo pasa el tiempo libre. Nadie debería hacer nada. Y esta es una norma que me parece todavía válida hoy, especialmente visto que hay un cierto periodismo que ha decidido que cualquier cosa vale a cambio de un clic.
Ahora esta posición tiene límites siempre. Ha tenido límites siempre. Por ejemplo, nadie puede ignorar hasta qué punto, como enseña la serie, las situaciones personales tienen un profundo impacto en las decisiones del poder. Y hay que denunciar la hipocresía, cuando la censura y la manipulación se utilizan para convertir una vida personal teóricamente inmaculada pero en la práctica infernal en mecanismo para ganar caudal político. El hilo es delgado y peligroso, pero, como ocurre tantas veces, lo reconoces fácilmente en cuanto lo ves. Por ejemplo, en el caso de los Borbones.
Durante décadas los ciudadanos han sido sistemáticamente engañados y manipulados en este terreno. Y no es que fuesen discretos, lo que haría razonable de devolverles ahora discreción. No. Es que nos restregaban por la cara una y otra vez la imagen de una familia perfecta, de un marido ejemplar, de unos hijos tan y tan monos y bla, bla, bla… Utilizándolo como instrumentos de legitimación popular.
Hoy ya sabemos todos que esto era una gran mentira -que tenía el apoyo activo de una generación de periodistas cortesanos capaces de contarte historias casi increíbles en una mesa de redacción mientras escribían en público, en el papel, la cara contraria.
Sin embargo, finalmente, no han podido sostener la parodia y todo empieza a salir a la luz pública, lo que va acorralando la institución y el régimen. Y la acorrala, en la línea de la serie francesa, debido a las cuestiones personales, los líos de faldas, de los celos, del despecho…
Alerta, pues, a todo aquello que pueda explicar Corina zu Sayn-Wittgenstein. Porque lo que antes era un asunto privado se ha convertido ahora en un asunto político de primera dimensión y de consecuencias que pueden ser enormes. Y ella lo sabe muy bien. En la entrevista de ayer en la BBC (2), por ejemplo, la amante de Juan Carlos soltó dos bombas de profundidad muy bien calculadas. La primera fue la alusión a la familia Borbón, que definió como empresa familiar, de la que no puede huir el rey actual. La segunda fue la afirmación de que hay cientos de cuentas ocultas en todo el mundo con dinero que provienen de la corrupción de esta empresa familiar. Contexto y hechos. Un material excelente.
Sayn-Wittgenstein provocaba impacto así, directamente, en el corazón de la maniobra que ha articulado a toda prisa -para salvar la monarquía española- la gente de la corte. Básicamente, los mismos que durante décadas silenciaron todos sus excesos. Dice, ni más ni menos, que Felipe no únicamente está al corriente de todo sino que participa en ello. Y que hay pruebas de eso. Poca broma.
(1) https://www.france.tv/france-2/les-hommes-de-l-ombre/
(2) https://www.vilaweb.cat/noticies/corina-wittgenstein-borbons-empresa-familiar-durant-40-anys/
https://www.vilaweb.cat/noticies/els-borbons-la-familia-el-negoci-lamant/
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