Las “Tesis de agosto”

HEMEROTECA

Lenin, la ANC y la energía desatada de las masas

VILAWEB

Las Tesis de abril fueron un conjunto de directivas presentadas por Vladimir Ilich Uliánov, Lenin, en abril de 1917, justo tras regresar a Rusia del exilio suizo. Son una aportación esencial en el desarrollo de la Revolución Rusa porque marcaron un vuelco radical en la estrategia bolchevique en un momento especialmente crítico y desafiaban tanto los objetivos del Gobierno Provisional como los planteamientos de las demás fuerzas socialistas de la época, como por ejemplo los mencheviques y los socialistas revolucionarios.

La llamada a no colaborar en modo alguno y para nada con el Gobierno Provisional, la demanda de que se transfiriera todo el poder a las asambleas, los soviets, la exigencia del fin inmediato de la guerra y la retirada unilateral de Rusia, así como la propuesta de nacionalización de la tierra y el control de los medios de producción establecieron la verdadera hoja de ruta que llevaría meses después a la Revolución de Octubre de 1917, en la que los bolcheviques acabaron tomando el poder.

Las Tesis de abril, pues, proporcionaron una visión clara y radical de qué hacer y transformaron el curso de la Revolución Rusa, para acabar dando a Lenin y los bolcheviques el liderazgo político que posteriormente les permitiría dirigir la revolución.

El historiador marxista polaco Isaac Deutscher, autor de una biografía monumental de Trotsky –inspirador de las tesis que explicitó Lenin–, lo explicó magníficamente cuando afirmó, años después, que “las Tesis de abril fueron la chispa que transformó el pensamiento y la estrategia de los bolcheviques y los convirtió en la única fuerza política capaz de canalizar la energía desatada de las masas”.

Pienso que es en diálogo con aquel precedente como hay que leer las Tesis de agosto presentadas este fin de semana por la Assemblea Nacional Catalana, obra de Julià de Jòdar, autor que sospecho que conoce mejor que yo el valor y el significado del, digamos, precedente leninista. Y que, por cierto, ya había ido apuntando estas ideas en algunos de sus últimos artículos en este diario, muy especialmente en éste (1).

Las Tesis de agosto, en esta línea, creo que marcan unos paralelismos que –superada la evidente dificultad de comparar dos períodos de tiempo y dos realidades objetivas tan distintas– son interesantes: el rechazo intransigente al Gobierno Provisional puede entenderse perfectamente como un rechazo al gobierno autonómico y en general al régimen nacido en 1939 y evolucionado en 1979 y también a hacer pactos, sean del tipo que sean y los haga quien los haga. Y lo que Deutscher explicaba sobre convertirse en la fuerza capaz de canalizar “la energía desatada de las masas” podría tener hoy su traslación en la Assemblea Nacional Catalana. Podría.

Y, de todo, esto es lo que me parece más interesante. Con independencia del factor ideológico –creo que nadie en la ANC propone dar todo el poder a los soviets ni hacer ninguna revolución socialista–, lo más interesante del ejercicio planteado por Julià de Jòdar es la ambición. Por eso interpreto las ‘Tesis de agosto’ como una declaración pública en la línea de que hay que cambiar el rumbo del proceso y que la ANC, que, digan lo que digan, no se subordina a nada ni a nadie, está dispuesta a asumir el liderazgo –de entrada, y como se ve en el gesto, el liderazgo ideológico– y a ser la encargada de encontrar la forma de canalizar “la energía desatada de las masas”.

No será sencillo, como todos sabemos. Todavía no existen unas guías de actuación tan claras como las que dictó Lenin en su día. Ni estamos en 2017. Pero el gesto de la ANC tiene por sí mismo el valor de recordarnos que la revolución –y el proceso de independencia de Cataluña es una gran revolución democrática– no es nunca un evento pasivo, sino un proceso activo que requiere liderazgo y decisión. De alguien.

(1) VILAWEB

Notas para reanudar la marcha

La cuestión es si creemos que unas elecciones autonómicas son la piedra de toque del momento actual del independentismo

28.05.2024 –

1. Tras las recientes elecciones autonómicas, algunos dicen que el independentismo entra en una etapa de resistencia. De hecho, a partir de la aplicación del 155, la pérdida de soberanía del parlamento, las condenas en prisión y los indultos a los encarcelados, el independentismo sólo podía oponer resistencia a la represión española. Y, hasta ahora, en parte había tenido éxito con mayorías en el parlamento; poniendo al Estado contra las cuerdas en Europa, gracias a la lucha sin tregua de los exiliados ante el parlamento y los tribunales; o pactando una ley de amnistía con el gobierno español. La cuestión es, sin embargo, si creemos que unas elecciones autonómicas son la piedra de toque del momento actual del independentismo. No me parece: más bien, diría, son un registro puntual del fracaso de las instituciones para aprovechar aquella resistencia y volver a unirlas con la calle. El votante independentista que ha cambiado el sentido de su voto, o que se ha quedado en casa, nos ha dicho que el movimiento debe volver a meterse en medio de la vida política para hacer lo que los partidos no saben, no pueden, o no se atreven a hacer.

2. Durante el proceso, el movimiento ha sido propositivo con las instituciones, al ofrecerles la fuerza de la calle para alcanzar la independencia de Cataluña; ahora lo que hace falta es que el movimiento se convierta en ejecutivo, que coja las riendas de la lucha y sea consciente del poder propio. Lo diré más claro: el movimiento debe hacer política no llevando más agua al pantano autonomista, sino sentando las bases para resecarlo y fertilizar la tierra.

3. Estos días también oímos hablar mucho de unidad, pero sin que se nos diga con qué programa, medios, formas de lucha y calendario. Han circulado palabras como “unilateralidad”, “ventana de oportunidades”, “consenso”, “ser positivos”, “aglutinar”, “rendimiento de cuentas”, “nuevos liderazgos”, “nuevas caras”… Palabras que son contenedores vacíos se pueden llenar a capricho del usuario. La unidad no es un elemento estructural, sino dinámico: es necesario construirla y reconstruirla en cada circunstancia y en cada momento. Para ello, es necesario examinar la circunstancia: qué tenemos delante; si decidimos enfrentarnos a ellos; y cómo lo haremos. Pongamos un ejemplo potencial: tenemos por delante la posibilidad de que se haga un gobierno españolista en el parlamento, básicamente gracias a la división, la desidia y la resignación de los partidos nacionales catalanes. ¿Debemos permitirlo? Si no queremos permitirlo, ¿cómo nos enfrentamos? Esto obliga a hacer un pulso a las instituciones propias, al Estado, y a sectores del propio movimiento. Significa actuar para movilizar, reorganizar y rearmar el movimiento. Quiere decir abrir una etapa de lucha que vuelva a llevar la gente a la calle para obligar a los partidos nacionales a no investir Illa por activa o por pasiva, a forzar nuevas elecciones en octubre, y a impedir que estos partidos nacionales voten presupuestos españoles para continuar estrangulando Cataluña como una colonia.

4. Lo mismo ocurre con la puesta en marcha de la ley de amnistía. No basta con decir que los partidos se han rendido a Madrid, porque lo real es que tendrán que aplicarlo unos jueces arbitrariamente, que provocarán las desigualdades que les convenga y mantendrán el miedo generalizado. Y entonces no será un asunto de “opinión”, sino una realidad material que sufrirá el país entero. ¿Esconderemos la cabeza bajo el ala? ¿O aprovecharemos esto, no para “celebrar” la ley de amnistía, sino para organizar la insumisión sistemática y planificada contra la justicia española? ¿La ANC decidirá que es un asunto que no le corresponde, porque forma parte de “superestructuras” institucionales y partidistas que ya han demostrado su incapacidad? ¿O aprovechará el empuje para colocarse en medio del debate político a la vez que sienta las bases para campañas masivas en defensa de la lengua, contra la humillación de Cercanías, y contra el expolio fiscal, íntimamente ligadas a la defensa de la nación como un todo y al mismo tiempo como un contenedor de injusticia y desigualdad? La ANC debe ordenar y vertebrar esta nueva fase del movimiento superando los límites de los partidos hasta darle la vuelta a la situación y obligarles a que se transformen o desaparezcan para dejar paso a nuevas formaciones plenamente insertadas en el proceso histórico de la independencia.

5. Quien sea capaz de dirigir este programa, podrá organizar la unidad de la propia ANC y del país; quien no lo sea, debería incorporarse y no poner palos en las ruedas.

Las “Tesis de agosto”: los diez puntos de Julià de Jòdar para reanudar el proceso de independencia

Arnau Lleonart

VILAWEB

El secretariado nacional de la ANC ha debatido un documento para diagnosticar el estado del independentismo y encontrar nuevos caminos para reactivar el movimiento

El secretario nacional de la ANC Julià de Jòdar ha presentado al conjunto de la dirección de la entidad un documento de diez puntos en el que analiza el estado actual del independentismo y presenta unas bases para reanudar el proceso de independencia. El documento, titulado “Tesis de agosto”, analiza el Primero de Octubre y la declaración de independencia, la represión española, el papel de los partidos políticos y la necesidad de encontrar nuevas formas de lucha independentista. Por otra parte, el pleno del secretariado nacional de la ANC ha abierto un proceso durante el mes de octubre para que las asambleas de base hagan aportaciones para redactar la hoja de ruta de la entidad, que el secretariado debatirá para elaborar la primera ponencia.

En el primer punto del documento, Julià de Jòdar se reafirma en que el proceso de independencia “sigue vivo y continuará vivo mientras su gente luche por fundar la República de Cataluña en el seno de los Països Catalans”, y en el segundo recuerda que durante catorce años el pueblo movilizado demostró “una ética democrática despreciada y una acción pacífica reprimida”. Asimismo, dice que la lucha no fue correspondida por los partidos políticos con el sostenimiento de la independencia, “incapaces de defenderla y de responder a la causa general represiva desatada por el Estado español”.

En este sentido, dice que la respuesta de España fue totalitaria, negando cualquier solución negociada a la demanda legítima de independencia de Cataluña. Por este motivo, el documento defiende que la independencia sólo podrá alcanzarse con acciones unilaterales y la resistencia del pueblo para forzar a España a negociar en términos de igualdad.

El documento pone énfasis en la necesidad de que el pueblo movilizado no vuelva a ser utilizado como fuerza auxiliar para unas instituciones subordinadas al Estado español. Se propone que la gente recupere el liderazgo desde la calle y cree organizaciones capaces de establecer nuevas relaciones de fuerza con las instituciones. “En cada momento y circunstancia, habrá que buscar en todos los ámbitos de lucha un equilibrio dinámico para que el poder ganado por el pueblo en pugna directa no quede hipotecado por unas instituciones subordinadas an España”, dice De Jòdar.

El documento también expone que la acción masiva del Primero de Octubre, con la movilización de miles de personas por todo el país, es un ejemplo a seguir. Por el contrario, llama a no repetir los errores de la claudicación institucional de 2017 y a construir herramientas de autodefensa que ayuden a proteger la lucha del pueblo por la liberación nacional.

“Para ser liberadores en Cataluña, no podemos ser siervos en España”, expone en el sexto punto, dedicado a rechazar toda colaboración con España. Critica duramente la colaboración de los partidos independentistas con los gobiernos españoles, y dice que es “una trampa del catalanismo subordinado”. Dice que es perjudicial por activa y por pasiva, porque legitima al Estado español ante la opinión pública internacional con pactos en el congreso español y “simulacros de negociación que pretenden enterrar de forma espuria el poder democrático del Primero de Octubre”, y porque desde el sometimiento se ha perdido la mayoría independentista en el parlamento.

Tras este diagnóstico, De Jòdar expone tres puntos para poner unas bases de futuro para el independentismo. Por un lado, la necesidad de una lucha más eficiente y organizada y dice que la experiencia de la primera fase de lucha ha mostrado la necesidad de una nueva estrategia, más compleja y eficiente. Esta lucha deberá ser “más compleja, diversa y articulada, acompañada de unos recursos que la hagan más eficiente y orgánica con el objetivo buscado”, dice. “La depredación colonial que practica España sobre Cataluña nos obligará a idear formas de lucha específicas, flexibles y audaces para romper las líneas enemigas, desarticular sus fuerzas, y pasar a la ofensiva en los espacios económico, social, cultural y militar del su dominio”, añade.

También, dice que es necesario que las entidades independentistas que han encabezado la movilización popular durante el proceso revisen sus tácticas para adaptarse a las nuevas circunstancias. Como ejemplo dice que, en una situación de expoliación colonial, la cultura también forma parte de esta lucha y no puede desligarse de la realidad política.

El documento también trata la abstención electoral, y dice que es “débil e inconsecuente, producto de la separación entre la calle y las instituciones”. En oposición, dice que el independentismo civil no se puede abstener y debe mantener la lucha en todos los ámbitos posibles, ya que las instituciones propias están subordinadas al Estado español y hay que darle la vuelta a esta situación.

Finalmente, el documento hace un llamamiento al activismo civil independentista para que dé un salto de calidad y se convierta en una fuerza de choque permanente. Esto incluye la creación de estructuras de país que surjan del conocimiento y la movilización popular, con el establecimiento de bloques unitarios de lucha para hacer frente al Estado español en el asalto final hacia la independencia.

Puede leer a continuación de forma íntegra las “Tesis de agosto”:

ANC

TESIS DE AGOSTO

Julià de Jódar

I

El Proceso de Independencia respecto a España desarrollado por el pueblo catalán entre 2006 y 2014; afirmado con la mayoría parlamentaria de 2015; refrendado el Primero de Octubre de 2017; y sancionado, el 27 de ese mes, con la proclamación de la independencia de Catalunya por el Parlament, continúa y continuará vivo mientras su gente luche por fundar la República de Catalunya en el seno de los Països Catalans.

II

A lo largo de catorce años, el pueblo movilizado puso al servicio de todo el país y de las propias instituciones, mayoritarias en el Parlament, una ética democrática despreciada y una acción pacífica reprimida. La lucha insobornable por imponer el poder propio desde la calle y las instituciones no fue, sin embargo, correspondida con el sostenimiento de la independencia por los partidos parlamentarios, incapaces de defenderla y de responder a la causa general represiva desatada por el Estado español.

III

La respuesta totalitaria de España en todos los niveles ha sido la de negar de raíz cualquier solución negociada, incluso desde su propia Constitución, a la legítima reivindicación de Catalunya. Al ignorar esta opresión sistemática y permanente, la táctica de establecer mesas de negociación con cualquier gobierno español de turno, en condiciones de inferioridad, sólo ha servido para ayudar a mantener, una vez más, la estabilidad del Estado opresor y debilitar las reivindicaciones de Catalunya. Ninguna debilidad, renuncia, o interés particular, que presupongan una “obediencia anticipada” o “servidumbre voluntaria” frente a España, debe torcer la voluntad de liberación del pueblo de Catalunya. En consecuencia, la independencia de Catalunya deberá ser radical y obstinadamente unilateral, mediante procesos de resistencia y rebelión de su gente que obliguen a España a negociar entre iguales; de lo contrario, la independencia no será.

IV

El pueblo movilizado no puede volver a ser la fuerza auxiliar de unas instituciones que, subordinadas al dominio del Estado opresor, impidan toda posibilidad de responder al espíritu y deseo de emancipación nacional. La gente tendrá que recuperar el liderazgo desde la calle y crear organizaciones capaces de establecer con las instituciones nuevas y equivalentes relaciones de fuerza. En cada momento y circunstancia, será necesario buscar en todos los ámbitos de lucha un equilibrio dinámico para que el poder ganado por el pueblo en pugna directa no quede hipotecado por unas instituciones subordinadas a España.

V

La energía histórica del Primero de Octubre, arraigada en la tierra, alimentó la cohesión y solidaridad de la lucha de la gente: de Barcelona a Girona, de las Tierras del Ebro al Pertús, de Ponent a la Catalunya Nord, miles de personas pusieron su cuerpo en defensa de todos los represaliados sin distinción; tomaron el transporte público o privado para marchar sobre la capital u ocupar el aeropuerto; colapsaron carreteras y cortaron pasos fronterizos; y se manifestaron pacíficamente, de nuevo, contra la violencia española. Éste es, y debe ser, el ejemplo a seguir. Al ignorar el poder de la gente movilizada, la claudicación institucional de octubre de 2017 dejó el movimiento abandonado a su suerte. Nunca más una estrategia para conseguir la independencia debe permitir que el pueblo sea el chivo expiatorio de todos los golpes de la fuerza ciega del totalitarismo español. Forjar herramientas de autodefensa deberá ser una tarea indispensable en la senda de la liberación nacional.

VI

Por ser liberadores en Catalunya, no podemos ser siervos en España. Ninguna estrategia independentista podrá tener éxito si pretende montar, al mismo tiempo, el caballo de Catalunya y el caballo de España. Ayudar a hacer gobiernos en Madrid, mientras se proclama enfáticamente la voluntad de hacer la independencia, es una trampa del catalanismo subordinado, que sólo sirve para maquillar la faz represora del Estado por activa y por pasiva. Por activa, al dotarle de legitimidad ante la opinión pública internacional a través de pactos parlamentarios en el Congreso de los Diputados y de simulacros de negociación que pretenden enterrar de forma espuria al poder democrático del Primero de Octubre; y por pasiva, porque, al adoptar tácticas de sumisión, se ha provocado la pérdida de la mayoría en el Parlament y propiciado la constitución de un govern profundamente españolista con añadidos del catalanismo más vendido y reaccionario. Las falsas medidas de reparación obtenidas al precio de pactar con el gobierno español de turno una ley de amnistía sólo han servido para que el Estado las utilice, en la mejor tradición de los sistemas dictatoriales, para perdonar a sus sicarios.

VII

La primera fase de lucha por el reconocimiento de la legítima reivindicación del derecho de decidir de Catalunya se ha saldado con la negativa y la represión totalitaria impuesta por España contra nuestro pueblo. La negación de derechos imprescriptibles, reconocidos internacionalmente en los pueblos sin Estado, nos obligan a continuar por la senda de reivindicarlos sin tregua. Pero la lección aprendida en los últimos años nos exigirá una lucha más compleja, diversa y articulada, acompañada de unos recursos que la hagan más eficiente y orgánica con el objetivo buscado. En este sentido, la depredación colonial que practica España sobre Catalunya nos obligará a idear formas de lucha específicas, flexibles y audaces para romper las líneas enemigas, desarticular sus fuerzas, y pasar a la ofensiva en los espacios económico, social, cultural y militar de su dominio.

VIII

Durante el proceso de independencia, el pueblo movilizado ha coagulado su potencia rupturista mediante entidades creadas ‘ad hoc’ o adaptadas a las exigencias de cada momento. La dedicación, sacrificio y sufrimiento de miles de socios y militantes han demostrado que el momento histórico actual está marcado a fuego por la impronta del independentismo, único ámbito de disputa material y simbólica del futuro de Catalunya. Las grandes manifestaciones de masas formaron parte de la primera fase del proceso, del que deben ser un ejemplo permanente y un modelo a seguir y perfeccionar cuando sea necesario forzar al Estado enemigo a negociar de igual a igual. Ahora, cuando el totalitarismo español pretende meter la escena política de Catalunya en el redil de una “pacificación” de huella colonial, es obligado que las entidades rehagan tácticas y formas de lucha para volver a ser útiles a las exigencias actuales. A modo de ejemplo, la cultura no puede desvincularse de la base material de su creación, reproducción y distribución. Si un país está sometido a un expolio colonial, como el que sufre Catalunya, su cultura será colonial, y no podrá proyectar y desarrollar la hegemonía necesaria para conservar la lengua y preservar el patrimonio histórico de la nación entera entre los pueblos avanzados del mundo.

IX

Cientos de miles de independentistas han elegido en los últimos años la abstención electoral en elecciones de todo tipo para oponerse a la claudicación estratégica y la impotencia táctica de los partidos parlamentarios independentistas. Sin embargo, frente a su debilidad e inconsecuencia, producto de la separación entre la calle y las instituciones, el independentismo civil no puede abstenerse de llevar una batalla permanente en todos los terrenos posibles, y con todos los recursos a su alcance, para dar la vuelta a la subordinación de las instituciones propias a España.

X

El activismo civil independentista debe dar un salto de calidad y cantidad para convertirse en fuerza de choque permanente contra el Estado, a la vez que creador y depositario de las condiciones que permitan generar estructuras de país surgidas del conocimiento, la lucha y la organización del pueblo movilizado. Socios de entidades civiles y militantes de partidos políticos deben convertirse en sujetos políticos de primer rango. Las entidades civiles deben ser representantes colectivas de la lucha popular directa frente a las instituciones para hacerles ir al paso, si se desvían de la práctica independentista, o para cerrar filas con ellas. Entidades refundadas y organizaciones políticas de nueva planta deben crear bloques unitarios de lucha como punta de lanza en el embate final por la independencia.