ME siento independentista, quiero la independencia de Euskal Herria. Llegué a esta conclusión de manera definitiva al ver cómo cerraron Euskaldunon Egunkaria en 2003, al sentir que para los euskaldunes es una calamidad seguir atados a España. Sin embargo, me siento descorazonado, ya que no veo en ningún lado planes creíbles para la independencia. Y estoy preocupado, porque se acerca el momento. Cataluña marcará ese momento: ellos se van y nosotros aquí, quietos parados.
En mi opinión, mirando a la historia, en los procesos de independencia, más que la consumación legal de la voluntad popular, lo que hay son accidentes históricos. Si se han añadido 20 Estados al mapa a finales del siglo XX, es porque desapareció
Los catalanes se marchan. La mayoría no quiere saber más de España. La crisis del Estatut lo ha puesto de manifiesto, y aunque esa voluntad no tenga un reflejo cohesionado, se extiende la sospecha de que han superado un mojón en el camino de la historia. Hay un término que se usa hoy en negocios, Window of opportunity,
Comparada con dichos partidos, la izquierda abertzale ha sido más clara. Por lo menos han tratado de dibujar una hoja de ruta para el futuro político. Algo es algo. No obstante, habiendo leído el documento Zutik Euskal Herria, creo que su principal función es ayudar a ETA en su disolución, más que trazar un camino hacia la independencia.
Analizaré tres frases de dicho documento, porque son importantes, y porque muestran no sólo el pensamiento de la izquierda aber-tzale, sino la sintomática de todo el abertzalismo, el drama del independentismo imposible. Al principio, las cosas parecen claritas: “Hace 50 años, Euskal Herria agonizaba. En este periodo de tiempo, gracias a la lucha, hemos recorrido el trayecto hasta abrir la opción de la constitución del Estado Vasco”.
Un poco más adelante, lo del Estado se complica un poco. Aquello que parecía a la vuelta de la curva, por Málzaga o así, se nos aparece, qué sé yo, ¡en la órbita de Saturno! Léase con atención: “El objetivo de esta fase política es lograr el marco democrático que ofrezca las suficientes bases para realizar el camino hasta la constitución del Estado Vasco.”
Es como un trabalenguas, sí, pero avanzando en el documento se llega a describir ese marco democrático: “…esfuerzo por crear una autonomía conformada por los cuatro territorios de Hego Euskal Herria y con derecho a decidir, en el sentido expuesto en la propuesta de Anaitasuna, y del mismo modo, en articular una autonomía con los tres territorios de Ipar Euskal Herria, tal como recoge
El panorama es el que es. Tras esos proyectos disfrazados de independentismo, sólo hay autonomismo, porque el pesado dogma de la territorialidad no permite otra cosa a la vista de nuestra realidad demográfico-política. Claro, no es bonito decir verdades. No es fácil mirar a Cataluña y comparar la verdad del independentismo catalán con lo nuestro. Los catalanes ya saben qué independencia van a proclamar: convertirán en Estado el territorio que representa el Parlament que se reúne en Barcelona. Tienen asumida la partición de los Países Catalanes, porque saben que la prioridad es el Estat Català, también si ha de haber posibilidades de que la identidad y la lengua sean defendidas en aquellos territorios que queden fuera.
La partición es el quid. Convertir el Estado en prioridad, por encima de la territorialidad. Esto es un grave tabú por aquí. La territorialidad es sacrosanta, un dogma ortodoxo. Pero es la territorialidad, por supuesto, lo que pospondrá la independencia per saecula (de paso, fue lo que hizo abortar las conversaciones de Loiola, por medio de la inaplicable cláusula propuesta por la izquierda abertzale). La territorialidad nos lleva a soñar con hojas de ruta de longitud infinita. Cuatro provincias por aquí en, vete a saber, ¿dos o tres generaciones? ¿Cómo? Y luego Iparralde, ¿en otras tres generaciones? ¿¡Re-cómo!? Posteriormente, ¿los siete juntos o nadie? Política-ficción inverosímil: ¿Alguien cree que la demografía o la sociolingüística nos llevan hacia siete provincias mayoritariamente abertzales? Aún si fuera verdad, llegará tarde, por que las opciones de materialización serán posteriores a lo que sea que ocurra en Cataluña; esa ventana de oportunidad se abrirá antes y se cerrará.
Debemos prepararnos para esa ventana de oportunidad. Debemos reflexionar sobre el independentismo ahora, con seriedad. Hacen falta planes a corto y medio plazo, no vale posponer sine die la discusión sobre el Estado. Necesitamos un independentismo de verdad, que hable de modelos diferentes de territorialidad, capaz de pronunciar la palabra partición. No digo ya acordar entre todos pero, por lo menos, que alguien mencione estas cosas, ya que esto es tabú hoy en día. Se precisa urgentemente un independentismo radical, porque los catalanes se marchan. Los futiles planes de autonomismo para el año 2040 no nos sirven para nada.
http://www.deia.com/2010/09/17/opinion/tribuna-abierta/la-ventana-de-oportunidad