La UNESCO en venta

En un mundo mejor, mis sobrinos en Guinea Ecuatorial respetarían al Presidente de nuestro país por supervisar la gestión cuidadosa de los ingresos obtenidos del petróleo y por utilizar esos fondos para el desarrollo. En un mundo mejor, mis sobrinos honrarían a la principal institución cultural de las Naciones Unidas, la UNESCO, por insistir en la mejora de la educación y la salud de los niños de África.

Pero en el mundo tal como lo conocemos relativamente pocas personas estiman y respetan al Presidente Teodoro Obiang. Sus mayores admiradores podrían ser los adinerados miembros de su familia, junto con ciertos ejecutivos de empresas de los Estados Unidos y de Europa, en las que gasta no poco de su dinero, o ciertos miembros del Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas: durante una sesión en marzo, algunos Estados tuvieron el descaro de felicitar a Guinea Ecuatorial por su “inequívoco compromiso” con los derechos humanos.

Los miembros del Consejo de la UNESCO también parecen estimar y respetar a Obiang. Han aceptado tres millones de dólares de él para un premio que llevará su nombre y reconocerá la labor de personas e instituciones, incluidas organizaciones no gubernamentales, en pro de la investigación científica de las ciencias de la vida que mejore la calidad de la vida humana. Tal vez quienes lo reciban estimen a Obiang también.

Resulta fácil ver de dónde procede el dinero que maneja Obiang, quien tomó el poder en Guinea Ecuatorial tras matar a su predecesor. Desde mediados del decenio de 1990, Guinea Ecuatorial ha pasado a ser una gran exportadora de petróleo.

Mientras que Obiang y su familia y compinches recorren el mundo en avión a reacción dándose la gran vida, mis sobrinos figuran entre la inmensa mayoría de los habitantes del país que siguen atrapados en la pobreza. La mortalidad infantil es elevada. No existen elecciones libres y justas. Las detenciones arbitrarias y las torturas están generalizadas. El Gobierno no permite apenas informaciones independientes.

En 2009, las Naciones Unidas revelaron que Guinea Ecuatorial tenía la mayor disparidad del mundo entre su PIB por habitante, que estaba a la par con el de Italia y España, y su nivel de desarrollo humano… próximo al de Haití. Mis sobrinos tienen una esperanza de vida de 52 años.

Según el hijo y al parecer heredero del Presidente, Teodorín Obiang, en Guinea Ecuatorial no es ilegal que un ministro del Gobierno posea una empresa y se presente a las licitaciones para contratos estatales que adjudica el ministerio que controla. Semejante corrupción descarada seria irrisoria, si sus efectos no resultaran tan debilitantes para el país.

Entre sus prioridades reconocidas, la UNESCO enumera la igualdad entre los sexos, la educación universal, el desarrollo sostenible y la ética. Mis sobrinos de Guinea Ecuatorial siguen yendo a la escuela con el estómago vacío. Vuelven a casa a mediodía para contribuir a complementar los ingresos de la familia vendiendo donuts en la calle… en un momento en que deberían estar haciendo sus deberes. Sobrevivir con menos de un dólar al día, como la mayoría de mis compatriotas, significa vivir sin agua corriente, saneamiento ni electricidad.

Dada la montaña de pruebas de corrupción y blanqueo de dinero por parte de Obiang, su familia y sus asociados, así como las deplorables condiciones de vida que padecen los habitantes de Guinea Ecuatorial, ¿cómo es posible que la UNESCO acordara aceptar el dinero de Obiang para poner su nombre a un premio sobre ciencias de la vida? ¿Con qué diligencia se actuó para asegurarse de que el dinero recibido para financiar el premio no había sido robado a los africanos cuyos intereses afirma defender la UNESCO?

Por lo que se refiere al pueblo de Guinea Ecuatorial, al ofrecer el premio, la UNESCO confiere credibilidad a Obiang y su régimen y se vuelve cómplice de sus abusos. La UNESCO parece dispuesta a todo –y no es la única de las organizaciones de las Naciones Unidas a ese respecto– para no tener que adoptar medida alguna que pudiera ofender a las “sensibilidades africanas” de su Consejo. Según un embajador europeo, todos los países africanos estuvieron a favor del premio y tuvieron los apoyos suficientes para su aprobación.

El premio Obiang es una burla de todo lo que la UNESCO representa públicamente. La UNESCO sigue manteniendo una postura descarada. No ha indicado voluntad alguna de retirar el premio ni de investigar los orígenes del regalo de Obiang.

¿No estaría bien que la UNESCO y su Consejo Ejecutivo –en particular los miembros africanos de éste– defendieran al pueblo africano?

O tal vez aprecien más el dinero de Obiang que a mis sobrinos.

 

Copyright: Project Syndicate, 2010.

www.project-syndicate.org

Traducido del inglés por Carlos Manzano

Tutu Alicante is the executive director of EG Justice, an NGO dedicated to human rights and the rule of law in Equatorial Guinea.