El Tribunal de Justicia de la Unión Europea adoptó ayer una resolución importante, a la que los catalanes deberíamos prestar atención, sobre todo por un par de motivos que quisiera resaltar hoy. La decisión anula dos acuerdos establecidos por la Comisión, el Consejo y el Parlamento europeos con el Reino de Marruecos, uno comercial y otro relativo a la pesca en aguas del Sahara Occidental.
- Con esta decisión el Tribunal anula una operación política y comercial importantísima de la Unión Europea y por tanto de los estados miembros. Una operación en la que los estados y la Comisión Europea tenían un gran interés económico y político y en el que invirtieron enormes recursos. Esto, que pueda pasar esto, reafirma la transformación que se lleva a cabo dentro de la UE. Que ya no es tan claro que sea tan sólo el “club de los estados” que tanto habíamos criticado.
El Tribunal de Justicia de la Unión Europea, de una manera muy particular, va asumiendo un papel revolucionario de construcción del marco jurídico y las reglas europeas, por más que pueda parecer contradictorio utilizar este adjetivo para referirse a una corte. Y como, a diferencia de España, el marco constitucional del Tratado de Lisboa es nítido y la ley se aplica de manera independiente, sin excepciones ni trampas, las decisiones del tribunal son aceptadas como última instancia de poder.
Por eso, cuando algunos llamamos la atención sobre las cosas que pasan en Europa, concretamente a partir de la lucha de los exiliados, este elemento revolucionario de la corte que ayer se volvió a poner de relieve en otro ámbito debe entenderse en su justa dimensión. Es comprensible la desconfianza popular hacia el marco europeo, visto todo lo que hemos visto estos años, pero hay que identificar bien dónde estamos en realidad. Porque ahora ya no hablamos de una acción política en la que pesan las simpatías y las influencias, sino de la aplicación de las leyes, ciega e implacable. Y este terreno de juego es muy diferente. Nosotros tenemos muchas armas a nuestro alcance y España, en cambio, pierde muchas que puede usar internamente, pero no fuera de sus fronteras. Como ocurrió en el Alguer, por ejemplo.
- Y aún más. Para tratar de evitar la sentencia desfavorable, los estados miembros de la Unión Europea y las instituciones comunitarias habían argumentado que el Frente Polisario no representa a nadie e incluso negaron que tuviera personalidad jurídica. Pero contra esto, y este es el segundo hecho notable, el Tribunal ha respondido que el Polisario, pese a no tener personalidad jurídica reconocida para dirigirse a la corte, no se puede dejar al margen, pues, como representante del pueblo saharaui, tiene capacidad para dirigirse a la corte “en defensa del derecho de autodeterminación”.
Para entender el alcance concreto de este punto, hay que recordar que en 2018 la corte ya había dicho que el contrato firmado entre Marruecos y la UE no se podía aplicar tal como estaba porque conculcaba los derechos de los saharauis, que no habían sido consultados. Entonces la Unión Europea y Marruecos organizaron una serie de consultas con organismos y organizaciones saharianas pro-Marruecos intentando engañar al tribunal y haciendo ver que los saharauis sí habían sido consultados. No ha funcionado.
Insisto, por ello, que vivimos en Europa un período nuevo, hamiltoniano, que a los catalanes nos debería hacer reflexionar. Es evidente, y no se puede discutir, que el reconocimiento de la independencia de Cataluña no llegará a través de ningún tribunal ni se puede mirar como un asunto sólo legal. Es una batalla política que reclama acción política y ciudadana a todos los niveles y confrontación para obtener los derechos que nos son negados. Pero, aclarado esto, no es igual luchar pensando que luchas contra todos y contra todo, que saber y constatar que si sabes presentar las cosas de la manera correcta y entiendes que la ley y la práctica jurídica en Europa encajan con tus intereses, todo toma otra dimensión, muy diferente. Muy diferente para Cataluña, pero, sobre todo, muy diferente para una España que desde Luxemburgo puede encontrarse coartada en su violencia y en su menosprecio de la ley interna, europea e internacional.
Como le ocurrió ayer, sin ir más lejos, cuando de repente se encontró sin poder pescar en los bancos marítimos saharianos…
Vilaweb