El gobierno de Escocia se ha comprometido a realizar durante 2010 un referéndum sobre la negociación y eventual independencia de Escocia respecto del Reino Unido, lo que supondrá un nuevo pacto abierto y bilateral sobre el Tratado de
– El mutuo reconocimiento de Escocia como nación.
– El caso de Québec.
En el primer caso, sustentando un reconocimiento del derecho de libre determinación en base a la preexistencia de Escocia como nación independiente hasta 1707. En el segundo, mediante el seguimiento fiel de la doctrina sentada por el famoso pronunciamiento del Tribunal Supremo de Canadá con respecto a Québec (dictamen consultivo de 20-8-1998). En todo ello, juegan un papel preponderante los conceptos de negociación, pacto o tratado (1707) y referéndum en un contexto de post-soberanía o nueva soberanía acuñada precisamente por juristas escoceses como el difunto Neil MacCormick o Michael Keating, entre otros.
a) Democrática: por basarse en el principio de libre determinación reconocido internacionalmente;
b) Constitucional, pese a la ausencia de Constitución británica escrita: por partir del mutuo reconocimiento como naciones y del Tratado de Unión de 1707;
c) Social: al tratarse de un proceso abierto a toda la sociedad sin exclusiones de ningún tipo;
d) Europea: al reconocer la necesidad inequívoca de participar en el fenómeno comunitario según los propios Tratados europeos y en el seno de la nueva UE.
Frente a los argumentos baldíos y propios de la mera confrontación política, la propuesta escocesa viene a recoger y a asumir los mismos postulados centrales que propugna
En todo caso, la apuesta formal por la soberanía de Escocia responde a unas pautas de reflexión que complementan y respetan escrupulosamente las reglas de toda democracia y, en este caso, de una Unión pactada mediante tratado en 1707. De hecho, una de las características que sobresalen en este contexto es la propia asunción por parte de Escocia y del Reino Unido del núcleo central de sus constituciones no escritas: los derechos fundamentales y los principios democráticos.
Más allá de todo lo anterior, resulta igualmente evidente que un pronunciamiento claro de la sociedad escocesa sobre el nuevo modelo propuesto puede constituir un auténtico golpe de efecto sobre contextos cercanos con indudables efectos políticos, tanto en España como en