Xavier Puig i Sedano
El día 5 de mayo hay elecciones en Irlanda del Norte y las encuestas sitúan al Sinn Féin como posible ganador. Una victoria en las urnas permitiría que, por primera vez, ese territorio estuviera gobernado por un partido nacionalista favorable a la reunificación.
Las encuestas señalan que el Sinn Féin podría ser la fuerza ganadora en las próximas elecciones de Irlanda del Norte en porcentaje de voto. Si se transformara, también, en número de escaños —algo no tan claro—, sería la primera vez que esto ocurre. Los comicios del 5 de mayo pueden ser un momento histórico para esta parte de Irlanda bajo control del Reino Unido.
Que este territorio estuviera gobernado por un partido republicano partidario de la reunificación de una Irlanda independiente del dominio británico cambiaría muchas cosas.
“Irlanda del Norte se creó para proteger a una mayoría unionista en el noreste de Irlanda después de que el Sinn Féin obtuviera la mayoría en el resto de la isla en las elecciones de 1918”, explica la profesora de sociología política de la Universidad Queen’s de Belfast, Katy Hayward.
Un golpe de timón en toda regla, pero que no permite hablar todavía de avances importantes hacia una posible reunificación. “Es diferencial como cuestión simbólica, pero en la práctica todavía no hay una mayoría para cambiar la frontera”, considera Duncan Morrow, profesor de la Universidad de Ulster. Detalla que “las encuestas sugieren que el 40% busca la unificación irlandesa, mientras que el 60% se opone”. Pero cree que habrá que esperar a la respuesta unionista si esto ocurre, porque el resultado “puede tener un efecto muy perturbador sobre los unionistas”. Para Hayward, el resultado aumentaría las expectativas de reunificación “no sólo entre los nacionalistas, sino también entre las comunidades internacionales, como la diáspora irlandesa en EEUU”. Sin embargo, advierte que esto puede “no ser tan útil cuando se trata de mantener el poder compartido”.
Modelo electoral postconflicto
Las prevenciones de estos dos académicos sobre el alcance que pueda tener una eventual victoria del Sinn Féin se explican en parte por el particular sistema electoral norirlandés. Se instaura después de los acuerdos de paz Viernes Santo, en 1998, con voluntad de poner fin al conflicto en Irlanda del Norte y que supuso el fin de la actividad armada del IRA Provisional. Es también el momento en el que se constituye la Asamblea Legislativa de Irlanda del Norte en su forma actual.
“Montaron un sistema en el que, en cada nivel, existe la participación de las dos comunidades de Irlanda del Norte, los unionistas —mayoritariamente protestantes— y los nacionalistas —mayoritariamente católicos. Como las comunidades están equilibradas, siempre hay un gran partido protestante y un partido grande católico”, detalla la investigadora del Instituto Barcelona de Estudios Internacionales, Lesley-Ann Daniels.
Según este sistema electoral, explica Daniels, los dos grandes partidos deben gobernar juntos porque “el mayor, elige al primer ministro y el segundo, al viceprimer ministro. Si uno dimite, el otro debe dimitir y se va a elecciones. Es uno de los controles para que ambas comunidades trabajen juntas”. Por otro lado, todos los políticos deben adscribirse como nacionalistas, unionistas o independientes y los de un lado tienen derecho a veto sobre el otro. “Una ley no puede poner en contra a la otra comunidad”, detalla la investigadora.
Sin embargo, no se da un proceso negociador de un gobierno de coalición habitual. Los cinco partidos más votados obtienen representación y en función de sus escaños, se reparten los cargos de gobierno siguiendo un sistema de asignación basado en la ley de Hondt. Por orden, los partidos eligen carteras y, durante la legislatura, cada uno puede hacer lo que considere conveniente si recibe los apoyos necesarios de los demás. Se basa, pues, en alianzas más coyunturales que permanentes.
Otra peculiaridad del sistema electoral norirlandés es el voto único transferible. El reparto de escaños se realiza de forma proporcional en cada una de las dieciocho circunscripciones que escogen seis representantes, ciento ocho en total. Los electores pueden votar, aparte de su primera opción, una segunda o tercera. Simplificando las fórmulas empleadas, si el partido que sitúan en primer término no está entre los que obtiene representación o el partido votado obtiene un sobrante de votos en relación a los escaños que puede conseguir, estos votos pasan a la segunda opción. Se trata de una medida pensada también para garantizar las posibilidades de representación de las minorías en las diferentes zonas.
Caballo ganador
Con este contexto, es más que relevante que las encuestas den al Sinn Féin como primera opción. El seguimiento agrupado de sondeos de LucidTalk señala que el partido nacionalista podría obtener el 26% de los votos, suficientemente por delante del principal partido unionista, el DUP, que recogería el 19% de los votos. Por detrás quedarían Alliance —liberales no alineados en el eje nacional— con el 16% y UUP —unionismo moderado— con el 13%. Por detrás estaría el partido nacionalista moderado, el SDLP que obtendría el 11% de los votos.
Este último podría ser el principal perjudicado de los buenos resultados que auguran los sondeos en el partido histórico del republicanismo irlandés —el único con representación en ambas Irlandas. El hecho de que sea posible una victoria del Sinn Féin “movilizará a mucha gente nacionalista para ir a votar. Veremos mucho voto nacionalista al Sinn Féin. El partido más moderado, el SDLP casi había desaparecido y estaba subiendo de nuevo, pero creo que no vaya a ganar muchos votos, porque, para los nacionalistas, la posibilidad de que gane el Sinn Féin es importante”, comenta Daniels.
El crecimiento de la formación nacionalista en los últimos años se explica, entre otras cosas, porque “desde que el IRA dejó sus operaciones, se ha convertido en una opción más fácil de votar para muchas personas”, describe Morrow. Daniels añade que también destaca el hecho de que “se han moderado mucho y ahora hablan de los problemas normales de las personas: los precios, la vivienda, la covid. Han hecho mucha política con el sistema de bienestar y los problemas de la gente normal”. Considera, por tanto, que “han hecho buen trabajo y han puesto distancia con los años de la violencia. Hay muchos jóvenes votantes que no recuerdan la violencia y para mucha gente Sinn Féin ha dejado atrás la historia sangrienta”. Aún añade, también, que “hay una cuestión demográfica. Estamos a punto de que los católicos pasen a ser más que los protestantes por primera vez”.
Sin embargo, si el Sinn Féin se sitúa como primera fuerza es principalmente porque “el DUP ha perdido adeptos –tanto a favor del UPP, más moderado, como del TUV, de línea más dura”, detalla Hayward. Concuerda con ella Morrow, quien destaca que, aunque se le prevé un pequeño crecimiento, “ya crecieron mucho en 2017. Ahora el verdadero motivo son las divisiones entre sus oponentes y el colapso del DUP”. Atendiendo a los datos, en 2017, en los últimos comicios, el DUP se impuso con el 28,1% de los votos y el Sinn Féin se quedó en el 27,9%. Ambos acabaron rindiendo mejor de lo que les indicaban las encuestas.
También hay que tener en cuenta el impacto que pueden tener los votos transferidos. “Es posible que el Sinn Féin gane más votos de primera preferencia, pero que, como resultado del sistema de voto transferido, el DUP salga como mayor partido en escaños”, aclara Morrow. Ahora el DUP tiene 28 y el Sinn Féin, 27.
Desgaste
El descenso del DUP se explica por varios motivos. Uno de ellos podría ser el hecho de que el partido se ha visto involucrado en casos de corrupción, por lo que el Sinn Féin ha tenido bloqueado al Gobierno en los últimos tres años. Sin embargo, Morrow señala otros motivos: “Se considera que no lo hizo demasiado bien durante el debate del Brexit. Aunque fueron muy influyentes en el Partido Conservador durante las negociaciones, el resultado fue contrario a lo que deseaban. Esto ha hecho que sean criticados por todos: por los suyos, por el sector duro del unionismo y por los que se oponían al Brexit. Desde entonces, el partido se ha dividido internamente y se ha puesto a la defensiva”. Hayward denota que “han perdido el apoyo de aquellos que piensan que ha manejado mal el poder que tenía -y votarán el UUP- y los que piensan que ha sido demasiado débil e indeciso con el protocolo [para gestionar el Brexit en Irlanda del Norte] —y votarán al TUV”.
Sin embargo, los fantasmas también tienen un peso importante a la hora de ir a las urnas y pueden cambiar las encuestas. “Viendo que es posible que gane el Sinn Féin, puede que la gente se trague el disgusto y vote al DUP”, explica Daniels.
Para ella, la gran noticia de la jornada sería que esto no ocurriera. Más aún que la victoria del Sinn Féin. “Si los unionistas no rescatan al DUP, para mí esto es el cambio más importante, porque significa que los electores no habrán votado por su tribu, sino por política. Que dicen basta al DUP porque ha gobernado mal y en vez de tragarse el discurso y votar para evitar que gane el Sinn Féin, votan por lo que quieren. Esto sería importante, porque, por primera vez, pasaríamos de votar por nuestra tribu a votar por política”.
Para Morrow, de hecho, el gran cambio de los últimos años, que podría verse ratificado ahora, “es el surgimiento de un centro genuino que es pragmático en los temas relacionados con la frontera y desea ver colaboración a escala local”. Se trata de la formación liberal ‘Alliance’, que podría crecer siete puntos porcentuales y pasar de ser quinta fuerza a ser la tercera.
Al respecto, Hayward aclara que en la actualidad “no todos los protestantes son unionistas, pero la mayoría de unionistas son protestantes, y que no todos los católicos son nacionalistas”. En el pasado, expone, “hubiera dicho que prácticamente todos los nacionalistas eran católicos, pero esto ha empezado a cambiar, aunque levemente, después del Brexit en tanto que los partidarios de mantenerse en la UE de los diferentes sectores son más propensos a pensar que una Irlanda Unida, en conclusión, les daría el beneficio de ser miembros de la Unión Europea. Sin embargo, no quisiera sobreestimar este pensamiento”.
La sombra del bloqueo
Más allá de estas transformaciones de fondo, la victoria del Sinn Féin podría tener otra consecuencia directa. “El DUP ha dicho que no quiere gobernar con el Sinn Féin si éste es primera fuerza”, explica Daniels.
Un extremo que Morrow ve “altamente posible, aunque no está claro qué efecto tendría a largo plazo”. En teoría, tenemos 24 semanas para realizar los acuerdos después de Semana Santa; después tendríamos nuevas elecciones, así que podríamos votar de nuevo en octubre”. Hayward detalla que “no es necesario que lo bloqueen activamente, pero la negativa a nominar viceprimer ministro impediría que se dieran los siguientes pasos en la formación del ejecutivo”.
En esta situación, quedaría en manos del Reino Unido el control, explica Daniels, quien denota que éste puede hacer “lo mínimo para que el país funcione, pero no puede tomar grandes decisiones porque no tiene legitimidad, no les ha votado la gente de la región”. El último ejemplo de esto han sido en los últimos tres años, cuando se han visto grandes impedimentos a la hora de hacer políticas contra la covid. Daniels comenta, también, que “para el DUP ahora mismo no es un problema estar bajo el control del Reino Unido porque existe un gobierno conservador”.
Sin embargo, esto es ya ir demasiadas pantallas adelante. La primera etapa es el paso por las urnas de los ciudadanos norirlandeses el próximo 5 de mayo. En sus manos está decidir si la zona merece un cambio histórico que cambie simbólicamente —no sólo— las bases sobre las que se sustenta Irlanda del Norte.