La más increíble inexistencia

Hace unos días recorté un artículo que, en este diario, publicó Rossend Domènech. Me pareció imposible lo que contaba. Lo tenía sobre la mesa y ayer lo recuperé, cuando un amigo me habló de un individuo que había ejercido de médico sin serlo y que había sido descubierto. Siempre ha habido intrusos, y en distintos ámbitos. Evidentemente, son una minoría. Pero Domènech nos ha hecho saber que también hay edificios que no existen. Que, al igual que el médico, hacen de edificio sin tener el título. Y no es ninguna rareza, si tenemos en cuenta que el Ministerio de Economía de Italia ha descubierto 2.077.048 edificios que no constan en ninguna parte. Son casas con paredes que pueden palparse, con escaleras por las que se puede subir y bajar. Pero si creemos en los papeles oficiales, cuando vemos uno de estos bloques sufrimos una alucinación.

Su existencia es ignorada por los ayuntamientos, por el catastro, por Hacienda. No entiendo cómo pueden pasar estas cosas, sobre todo si pienso que para hacer un pequeño trámite debo enseñar el DNI.

Y ahora resulta que hay dos millones de casas que no tienen DNI. Y me pregunto cómo se han podido heredar estos edificios cuando ha muerto su propietario, y cómo se han redactado documentos de alquileres de pisos, y es extraño que con el paso de los años no haya tenido nunca problemas para conceder permisos de obra, etcétera, etcétera.

Es cierto que hay títulos nobiliarios que tampoco existen, que hay quien se los inventa y tiene tarjetas de visita, a veces con un escudo -también inventado- en relieve. Siempre ha habido estafadores que se han atribuido una identidad falsa. Y gente que se presenta como poseedora de un título universitario o académico que no tiene. También es sabido que hay escritores que figuran como autores de un libro que no han escrito, y pintores que falsifican cuadros. Pero, en estos casos, al menos, hay una persona física. Los dos millones de edificios, simplemente, lo son de ficción. Cuesta creerlo, pero me fío del periodista, que además explica que el mundo de los fantasmas también incluye hoteles. En Roma se han localizado 21 hoteles sin ninguna licencia. Eso sí, esos hoteles inventados exhibían en la fachada unas orgullosas estrellas.

No puede decirse que los edificios sean falsos. Son realísimos. Los vecinos tienen la llave que abre la puerta, los turistas duermen en camas auténticas. Tal vez los falsos sean los alcaldes y los inspectores.

Fuente: El Periódico de Catalunya