La endofobia y la ultraderecha española

Hay gente que no acaba de entender que en España la ultraderecha no tenga la misma pujanza, al menos, que la que tiene más al norte; sobre todo en vista de los índices de desempleo y de inmigración. Habrá que explicarles que los ultras españoles están tan poseídos por la endofobia que no les queda mucho lugar para la xenofobia.

Propuse el concepto de endofobia en 2003 en un escrito que ha permanecido en los cenáculos académicos. Quizás es la hora de compartirlo con la generalidad de los humanos. Se trata de un concepto complementario del de xenofobia. Partiendo de la idea de que el xenófobo rechaza la persona diferente excluyendo la de su comunidad (‘te reconozco el derecho de ser diferente y te niego el derecho de formar parte de mi mundo’), el endòfobo rechaza el derecho de ser diferente de una persona que reconoce como miembro de su mundo (‘te reconozco como miembro de mi mundo y te niego el derecho de ser diferente de como yo te identifico’).

Ejemplos de endofobia serían la persecución de las formas de vivir la sexualidad que se desaprueba por motivos religiosos o morales, el asesinato de los Bahai en Irán (no les reconocen que sean de una religión diferente y les consideran musulmanes apóstatas) y el odio a la diversidad lingüística, que los catalanes conocemos tan bien. La negación de la diferencia que lleva los neofascistas a querer españolizar a los niños catalanes y a los talibanes de las redes a desgastar el cliché ‘¿qué pone en tu DNI?’ no es más que la plasmación moderna del ADN destilado por el odio a los moriscos, judíos, ‘cristianos Nuevos’ y ‘afrancesados’…

El xenófobo quiere expulsar al diferente. El endòfobo quiere ‘curarlo’, esconderlo en las prisiones o normalizarlo (convertirlo al catolicismo forzosamente, españolizarlo), pero no renuncia a uniformizarlo.

No quiero negar que los ultraderechistas españoles sean xenófobos, pero el sentimiento endófobo anticatalán y antivasco es tanto más poderoso que se sienten (o se sentían hasta hace poco) perfectamente representados por el partido neofranquista de derechas que ha impulsado la castración simultánea del estatuto y del ‘espíritu (más bien fantasma) de la transición’. Pero no es casualidad que sea en Cataluña donde tenemos una de las expresiones del racismo xenófobo más homologables a las europeas (PxC): aquí el anticatalanismo es autoodio y deja lugar para la xenofobia.

Tampoco es casualidad que en la ‘playa de Madrid’ (nuestro País Valenciano, tres autovías gratuitas, tres AVE para asegurar la avalancha humana desnaturalizadora) hayan invertido tantos esfuerzos para que los colonos de la capital del reino no se encuentren expuestos a la malignidad de los canales de radio y televisión en catalán.

Personalmente, me parece más agresiva la endofobia que la xenofobia. Esta última rechaza la persona diferente, pero le respeta la diferencia. La primera, en cambio, quiere aniquilar la diferencia. Debe ser muy subjetivo: habría que ver cuántos homosexuales encarcelados o sometidos a ‘terapias’ en todo el mundo no preferirían el exilio a la prisión, la ocultación, el armario… cuántos Bahai no preferirían el exilio a la muerte. También me hace pensar que la xenofobia se rinde al dinero y el endofobia no: hemos visto estadios de fútbol que dejaban de insultar a ciertos jugadores cuando su club era adquirido por un jeque ocioso. En contraste, tenemos multitud de casos de Catalanas de Gas que se deben cambiar el nombre (por mucha riqueza, prosperidad, empleo, etc. que aporten) si quieren operar en España.

Si este análisis es correcto, veremos ciertas evoluciones:

-En la Cataluña independiente, a medida que nos vayamos normalizando (no habrá que ir pidiendo perdón por tener una identidad, como un suizo o un holandés), la xenofobia alcanzará cotas homologables con Europa.

-En el estado heredero de la España actual (FKoS, Former Kingdom of Spain), el descubrimiento de que hay otras diversidades que hasta ahora no les habían preocupado demasiado exacerbará la endofobia contra baleáricos y valencianos (‘sólo nos faltaría ahora que estos creyeran que podrán hacer como los catalanes’). Si esto contribuye a la reafirmación de la identidad propia de valencianos e insulares, quizás España acabará consiguiendo su sueño de ser una sola nación (vascos y gallegos se encuentran en estadios muy avanzados de asimilación, quizás irreversibles).

-Si el FKoS acaba siendo mononacional, sea por la vía de la asimilación con genocidio lingüístico y cultural, sea por la vía de la emancipación de valencianos y baleáricos, al poco tiempo seguirá la estela de los principales estados europeos, con grupos xenófobos que ampliarán su visibilidad.

Dado que la República Catalana estará en disposición de exigir, en cumplimiento de la Carta Europea de Lenguas Regionales o Minoritarias, el restablecimiento inmediato de las emisiones en catalán en los países de habla catalana bajo administración española, no me sorprendería que una de las primeras decisiones de la FKoS, una vez liberada Cataluña, sea la de anular la ratificación de la CELROM.

Seguramente, pasados varios años de consolidación de la independencia, cuando los españoles se den cuenta de que si pasa una nube ya no se ve el sol en lo que les queda del imperio, pasaremos del ‘¿qué pone en tu DNI?’ al ‘vete a Cataluña, polaco de mierda’.

VILAWEB