La DUI, la puta y la Ramoneta

La capacidad que tenemos los catalanes de marcarnos autogoles nunca deja de sorprenderme. Después de salvar el autogol de la CUP en el último minuto, gracias a una finta in extremis de Artur Mas, la legislatura ha comenzado con un inesperado retorno a ‘la puta y la Ramoneta’ por parte de Carles Puigdemont. De sus primeras declaraciones se ha derivado un enorme confusionismo respecto a los planes de Gobierno. Los hay tanto, que ha tenido que salir Marta Rovira, desde ERC, para recordar que la hoja de ruta para Juntos por el Sí sigue vigente y que debe haber una DUI antes de dieciocho meses.

¿Será así? Yo lo dudo mucho. El juego de ‘la puta y la Ramoneta’ es evidente en Puigdemont. También lo es en Tardà y Rufián, por ejemplo, que están jugando con la idea de hacer presidente a Pedro Sánchez, en caso de que pacte con Pablo Iglesias para articular un pacto de izquierdas en clave neo-zapaterista. Por este lado, suerte tenemos que el PSOE y Podemos no se pondrán de acuerdo para que, si llegaran a hacerlo, no me extrañaría nada que ERC y CDC nos regalaran con una nueva versión de pelea para competir por pequeños ‘pájaros en mano’, como en los de tiempos de Joan Puigcercós y Duran i Lleida.

Lo diré claro: estoy, harto de tanta dilación, de tantas leyes de transición y de tantas estructuras de Estado que no llegarán nunca a existir porque el Estado (español) se ocupará de desmontarlas antes de ser promulgadas. Hablemos claro: Cataluña sólo tiene un argumento para poner en marcha la independencia, y es que el Parlamento proclame la DUI. El resto son romances de soñadores y excusas de mal pagador. Y, cuando la DUI se proclame, habrá tres posibles escenarios.

1.- Que haya una cadena de reconocimientos internacionales que convierta la independencia en un hecho.

2.- Que Obama, Merkel, Hollande y Cameron nos toquen las narices y digan que de independencia nada. En este caso, podríamos cerrar la carpeta y resignarnos a ser una comunidad autónoma hasta el año 2314, como mínimo.

3.- Que la UE toque las narices tanto a Cataluña como a España y fuerce la búsqueda de una salida negociada en clave federal, pero de federalismo de verdad, no del de Iceta ni del de Iglesias.

De estas tres opciones, creo que la tercera sería la más probable. Sería muy beneficiosa para Cataluña y permitiría cerrar la cuestión en un horizonte relativamente largo. Ahora bien: nunca llegaremos a ello si continuamos haciendo ‘la puta y la Ramoneta’ con la DUI. ¿Qué estamos esperando, señor Puigdemont? ¿Algún pez podemita maloliente y medio podrido para llenar el cesto? En serio: la paciencia tiene un límite. A mí ya me queda muy poca.

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