El reino de Nabarra fue invadido y ocupado en 1512 por orden de Fernando II el Falsario de Aragón (1452-1516), tras falsificar varias bulas papales que excomulgaban a los reyes de Nabarra.
Para entonces, había muerto su primera mujer Isabel la Católica de Castilla en (1451-1504) y estaba casado desde el año siguiente con la jovencísima francesa Germana de Foix (1488-1536), tuvieron un hijo llamado Juan, mediante el cual Fernando pretendía separar ambas coronas otra vez, pero el infante murió al de poco de nacer.
La invasión de Nabarra del ejército de España, como se llamó a la unión de las coronas de Aragón y Castilla, fue comandada por el duque de Alba, pero la resistencia posterior fue feroz y la guerra se prolongó durante muchos años. Cuando Fernando el Falsario murió en 1516 de un derrame cerebral por la ingesta de afrodisíacos, la conquista de Nabarra aún no había terminado.
NABARRA LUCHÓ POR RECUPERAR SU LIBERTAD
Hubo tres grandes intentos entre 1512 y 1521 de liberar Nabarra del imperialismo español. La tercera gran acometida tuvo lugar aprovechando la revuelta comunera en Castilla contra el emperador extranjero Karl V del Sacro Imperio Romano Germánico o Alemán (creado por Carlomagno), Carlos I de Castilla y I de Aragón, entre otros muchos títulos del nieto de Fernando e Isabel Trastámara y de Maximiliano de Habsburgo y María de Borgoña, entre los cuales no estaba el de “España” ya que no existía tal título, ni el de Nabarra que seguía en manos de sus legítimos reyes los Albret o Labrit.
Los nabarros contaron para recuperar su libertad con unos efectivos de 12.000 soldados, 800 lanzas así como con el alzamiento de muchas de las principales villas nabarras como Tudela, Pamplona-Iruñea, Estella-Lizarra o Tafalla.
Las tropas leales a Nabarra y las francesas, lograron al principio su objetivo sin mucha resistencia: expulsar a las tropas imperiales españolas de la parte del reino que acaban de invadir. Pero las tropas imperiales se recompusieron y la gran acometida acabó con la derrota nabarro-francesa en las campas de Noain el 30 de junio de 1521, con cientos de muertos sobre ella, pero muy lejos de los 5.000 que se han dicho muchas veces.
Aunque la resistencia continuó, ya no alcanzó nunca más este poderío militar. La Batalla de Noain y la participación en ella de los nabarros occidentales la narramos en: https://lehoinabarra.blogspot.com/2021/06/la-batalla-de-noain-y-los-nabarros.html
Dos meses después de la derrota de Noain, en septiembre de ese mismo año 1521, el general francés Sr. de Bonnivet Guillermo de Gofien, en nombre de su rey Francisco I –futuro cuñado del rey de Nabarra-, con un ejército compuesto por franceses, gascones y bearneses (la mayoría de ellos vasallos del rey de Nabarra), alto nabarros huidos tras la invasión española y bajo nabarros, así como con 6.000 lansquenetes alemanes (mercenarios), volvió a la carga para recuperar Baja Nabarra con el castillo y la plaza fuerte de Donibane Garazi-San Juan de Pie de Port (Baja Nabarra), así como los castillos de Amaiur en el Baztan y el Peñón, éste cerca del paso de Orreaga-Roncesvalles.
LA TOMA DE HONDARRABIA
El historiador gipuzkoano Juan María Olaizola (Irun 1921-Hondarribia 1996), describía como: “A finales de setiembre de 1521, al llegar al Bidasoa el Ejército de Reconquista del Reyno de Navarra, procedente de la Baja Navarra y del Bearne al mando del mariscal de Navarra (equivalente a un capitán general o jefe del ejército actual), digo mariscal don Pedro de Navarra hijo, venían los navarros procedentes de Amayur y Noain juntamente con sus aliados franceses, laburdinos, gascones y lansquenetes. Primeramente embistieron al castillo de Behobia que lo tomaron, pero su propósito era tomar Hondarribia”.
El mencionado general francés Bonnivet, con muy poca resistencia, logró tomar el castillo de Behobia (Irun Irantzu) y doce días después, el 18 de octubre de 1521, la fortaleza de Hondarribia, en este caso, tras tres acometidas de soldados nabarros y gascones a su alcaide castellano Diego de Vera, el cual fue destituido por el emperador Carlos V y sustituido como Capitán General de Gipuzkoa por el andaluz Beltrán de la Cueva, hijo del primer duque de Alburquerque (Jaén).
En un principio, fueron unos 3.000 gascones y nabarros a las órdenes del señor de Luda Jacques D’ Aillon, los que se encerraron tras los gruesos muros de Hondarribia “en nombre del rey de Navarra”. Entre otros muchos, estaban Juan de Jaso y Valentín, hermanos del futuro San Francisco de Xabier, además de Jauregizar, Olloki o Juan Remíriz de Baquedano del que hablaremos después (Peio Esarte Munain “Navarra 1512-1530”).
La jurisdicción municipal de Hondarribia abarcaba en esta época gran parte de la comarca de Oarso con el propio Irun, Pasai Donibane, Lezo e incluso territorios de Behobia y de Hendaia.
Carlos V de Alemania exigió la devolución de la plaza al rey Francisco I de Francia y éste le exigió a su vez que devolviese Nabarra a Enrique II el Sangüesino, sin llegar a acuerdo alguno.
Pedro mariscal de Nabarra hijo, entró también para defender la fortaleza de Hondarribia con sus soldados y reforzar así a los que se hacían fuerte tras los muros de Hondarribia, eran unos 1.000 nabarros más.
Otros 2.000 franceses enviados por Francisco I de Valois al mando de Fraguet, sustituyeron al general Bonnivet en la defensa de la ciudad, la cual formaba para entonces parte de la Hermandad de Gipuzkoa desde finales del siglo XIV, aunque, históricamente no eran gipuzkoanos como tampoco lo fue Oarso Aldea, ya que antes de la conquista castellana formaba parte del vizcondado de Lapurdi y después de la tenencia nabarra de San Sebastián, tal y como explicamos en: https://lehoinabarra.blogspot.com/2014/07/hondarrabia-irrendeta.html.
LAS TROPAS IMPERIALES
Otros 4.000 mercenarios lansqueletes eran parte de la numerosa tropa Imperial española de castellanos, aragoneses, pero también militares profesionales de todo el vasto imperio europeo del emperador Carlos V de Gante.
El pueblo gipuzkoano se dividía según las familias banderizas reclutadas por las Hermandades. Del mismo modo fueron reclutados alto nabarros, banderizos y milicianos, sobre todo beaumonteses.Unidas a las tropas Imperiales españolas que asedian la fortaleza, estuvieron las milicias de 800 alabeses reclutados según Fueros por el duque de Nájera y “virrey de Navarra”, así como 2.200 bizkaínos enviados por Gómez González de Butrón y el señor de Abendaño, soldados profesionales, cabecillas de los bandos según dictaba su pacto con el rey de Castilla.
En las Cortes castellanas de Guadalajara de 1390, se promulgó el “Ordenamiento de Lanzas”, un sistema de reclutamiento forzoso de tropas, que en el caso de la Nabarra Occidental, recibía el nombre de “ballesteros y lanças, mareantes”, muy valorado por su condición marinera. Para sufragarlo, se recurría al sistema de “juros”, que no eran más mercedes reales vitalicias e incluso hereditarias aunque reintegrables a la hacienda regia. En esos juros se incluían los cobros de los diezmos de los monasterios, los salarios de los oficios como merinos y prebostes de las villas o las rentas de las ferrerías en nuestro caso.
LA SUPUESTA BATALLA DE SAN MARCIAL
La superioridad de las tropas imperiales, provocó la destrucción y abandono de la fortaleza de Behobia (Irun Irantzu) en la Pascua de 1522 por las tropas leales a Nabarra, pero no pudieron acabar el cometido al ser sorprendidos. Con la toma de este castillo, los encerrados en Hondarribia no podían ser abastecidos por tierra desde Lapurdi e incluso por mar resultaba más dificultoso.
A la llamada del apellido, mil banderizos labortanos fueron reclutados para el rey de Nabarra Enrique II el Sangüesino, junto a siete banderas de 500 mercenarios lansquenetes alemanes cada una, que cruzaron el Bidasoa por Biriatu entre 28 y 29 de junio de 1522 al mando de los también vasco-labortanos señores de Urtubia y Senpere (Semper).
El objetivo era terminar de derruir el castillo de Behobia con los nuevos cañones de artillería que cruzaron en gabarras, por lo que tomaron posición en la montaña conocida como Aldabe, desde donde dominaban la situación.
Las tropas imperiales fueron alertadas y acudieron desde Irun, Donostia-San Sebastián o Iruñea-Pamplona. Lo normal, por ser lo más rápido y libre de obstáculos, sería que llegasen por el Camino Real entre Errenteria y Oiartzun.
Las tropas españolas de Irun, las más cercanas, compraron cuatrocientas teas y las repartieron entre jóvenes milicianos del valle de Oiartzun, hombre y mujeres. La estrategia era caminar con las mismas encendidas por los montes de la comarca de Alzubi de Legarra y de esta manera confundir a los legitimistas para hacerles pensar que estaban siendo rodeados por ambos lados. El ardid les dio un buen resultado.
Las tropas de gascones y vasco-labortanos de Urtubia y Senpere: “sintieron también la fuerte respiración de caballos, pero no les oyeron llegar, ya que éstos llevaban sus lenguas atadas y sus patas liadas con trapos, arpilleras, etcétera, para no ser oídas sus pisadas”.
Siendo aún noche cerrada, las tropas imperiales llegaron comandadas por el castellano Beltrán de la Cueva y su hermano Luis, que incluían también alemanes y las milicias irunesas reclutadas en esos días, las cuales cayeron sobre las fuerzas de reconquista de Nabarra y las arrojaron hasta el río Bidasoa, provocando numerosos muertos.
Las tropas pronabarras se dieron a la fuga refugiándose en Hondarrabia o llegando a la cercana Donibane-Lohitzune-San Juan de Luz, por lo que no hubo una batalla como tal. Las tropas imperiales hicieron menos de 30 prisioneros, entre ellos el más importante fue el señor Senpere, que al parecer fue capturado por un civil de Irun; lo curioso es que no lo entregó a los imperialistas, sino que le dio cobijo y alimentó en su caserío, quizás para pedir un rescate.
Sí que murió en el combate el capitán nabarro que encabezaba a los combatiente alemanes entre los cuales hubo 200 muertos y otros tantos heridos, se trataba del anteriormente mencionado Juan Remírez de Baquedano, señor de San Martín de Ameskoa, aguerrido defensor de Nabarra en Estella-Lizarra, Donibane Garazi-San Juan de Pie de Puerto, Isaba, Noain y que participó en la misma toma de Hondarribia.
Se llamó la “batalla de San Marcial” por haber tenido lugar el día 30 de junio de 1522, día del apóstol de Guyena (Aquitania) San Marcial. El Capitán General de Gipuzkoa, el castellano Beltrán de la Cueva duque de Alburqueque, fue quien obtuvo para los españoles la victoria del monte Aldabe, llamado hoy monte de San Marcial.
Fue una victoria señalada en un conflicto donde Nabarra intentaba recuperar su libertad con la ayuda de Francia, pero donde España se lo impidió con la ayuda del imperio alemán, pasando Nabarra a ser una colonia o Estado ocupado. Pero en el monte Aldabe no hubo una batalla como tal, si no más bien un engaño bien urdido. Realmente, tras el engaño de San Marcial, no cambió nada en la situación de guerra en la que se vivía y Hondarribia siguió en manos de Nabarra.
Las tropas imperiales españolas sufrieron en esas fechas numerosos apresamientos navales de los barcos que abastecían a los encerrados en Hondarrabia, que después se vengaron quemando las naves del puerto de Donibane Lohitzune-San Juan de Luz, así como el propio pueblo. La lucha por recuperar Nabarra duró varios años más y Hondarribia no fue tomada hasta 1524, tal y como veremos en otro artículo.