La abstención “protestataria” en Cataluña: ¿un choque entre el ‘hinterland’ y Barcelona?

En Europa se empieza a hacer muy visible un enfrentamiento entre las grandes metrópolis y su ‘hinterland’, que está en la base de fuertes movimientos políticos. ¿Hay algo de esto en el caso del independentismo catalán?

El neologismo ha hecho una cierta fortuna en francés y en italiano: ‘protestatario’. Quiere designar no sólo a la gente que protesta, sino a esta actitud de protesta multitudinaria, interclasista, radical y a fondo que parece que se va asentando en Europa a medida que aumenta el descontento social.

En el Estado francés, particularmente, un buen puñado de geógrafos se ha dedicado a desbrozar con datos en mano las causas del malestar. Christophe Guilluy es quien ha ido más lejos y ha aclarado e iluminado mejor el camino, pero muchos más hacen buen trabajo.

Partiendo de las elecciones europeas recientes y el terremoto que han originado, quiero resaltar hoy este conjunto de mapas y explicaciones en vídeo publicado por ‘Le Monde’ (1). Estoy seguro de que, incluso si sois del sur y por tanto no estás familiarizados a la fuerza con el francés, lo entenderá, de tan bien hecho que está.

En el vídeo se pregunta de dónde viene la ola protestataria contra la Unión Europea, que, en el caso francés, se ha traducido en un aumento espectacular del voto a la extrema derecha. Pero está planteado de una forma que me ha hecho pensar mucho en el caso catalán.

Empieza constatando un salto enorme de los protestatarios en 2012, vinculado evidentemente a los efectos de la crisis económica del 2008. Casualidad o no, al igual que en Cataluña.

Y entonces se hace unas preguntas sobre las causas. Este aumento de la protesta, ¿tiene que ver con la crisis económica? La respuesta es que sí y no. ¿Tiene que ver con el declinar económico (concepto muy interesante) de un área completa? La misma respuesta: sí y no. ¿Tiene que ver, pues, con una combinación de factores personales y colectivos? De nuevo la respuesta es sí y no. Pero entonces aparece, servido por Michael Kenny, un concepto que encuentre esencial: la densidad. La densidad parece la clave.

¿Y qué significa la densidad? Pues la densidad de población, actividad económica y servicios. Que se concentra abusivamente en las grandes ciudades y crea estos espacios mal atendidos de la periferia, del ‘hinterland’. Espacios que viven en una gran desigualdad cotidiana.

Y es ahí, donde los mapas comienzan a aportar claridad en el caso francés, donde los protestatarios toman fuerza.

¿Por qué? Porque el pediatra más próximo está a sesenta kilómetros, porque los trenes de cercanías no van y mientras ves pasar los TAV a toda velocidad conectando las grandes capitales, porque los trabajos se van concentrando cada vez más en la zona metropolitana, pero allí no hay vivienda ni se puede vivir, porque los expulsados de la ciudad deben moverse en el ‘hinterland’ y todo se complica mucho más y…

Pongamos la teoría, tan sólo como una prueba, sobre el mapa catalán. Miremos los mapas de VilaWeb sobre la abstención del pasado domingo y la comparación de la abstención con las elecciones anteriores. No es que sea algo definitivo, pero es evidente que se dibuja una mancha mucho más intensa en el ‘hinterland’, en la zona de menor densidad. Y no sólo en el Principado, aunque sea mucho más exagerado. El fenómeno se dibuja también en el País Valenciano y muy claramente también en Mallorca.

La pregunta –la provocación, si se quiere ver así– es si la densidad también desempeña un papel importante en el malestar catalán. Si el movimiento independentista, por su carácter regenerador, es una forma protestataria adaptada a nuestras latitudes; por tanto, si es un fenómeno no sólo nacional, sino también profundamente social.

Recordaré, y no me parece que sea casualidad, que el movimiento de las consultas nació en el ¡hinterland’ y se fue extendiendo como una mancha de aceite hasta invadir Barcelona. Siempre se ha dicho y se ha pensado que esto era porque la identidad catalana se conserva mejor en el ‘hinterland’ que en el área metropolitana. Pero, visto de una perspectiva europea, yendo más allá y mirando qué ocurre en todo el continente, ¿no deberíamos analizar y documentar si hay o no hay una “particularidad catalana dentro de la ola protestataria europea”?

Lo digo sobre todo porque hace tiempo que pienso que el independentismo catalán es un ejemplo positivo que debería ser muy interesante para Europa y que quizás no lo hemos sabido explicar bien, a partir de esta óptica. Para una Europa tan preocupada porque la protesta la capitaliza la extrema derecha, el movimiento independentista catalán –que ha sido hasta ahora impecablemente democrático y europeísta– debería ser la alternativa positiva, la demostración de que se puede intentar cambiar la sociedad y protestar por los excesos discriminatorios sin caer en el fascismo ni cuestionar la democracia, sino pidiendo más y mejor.

Nos faltan datos que lo corroboren, eso –¡necesitamos geógrafos!–, y nos faltaría, si los datos casaran, articular intelectualmente esa visión. Pero creo que vale la pena pensar, también políticamente. ¿Ha llegado la hora de cuestionar esta Barcelona que tenemos, y esta Valencia también, a partir de las comarcas? No por seguir –sin mucho corte– una tradición antigua de enfrentamiento entre el campo y la ciudad, sino por volver a reflejarnos en la modernidad europea y ponernos en primera fila.

(1) https://www.youtube.com/watch?v=Ta9LRoAbMyA&t=301s