Juego de patriotas

El desatascador de los resultados del próximo 23-J nos lo proporcionaría saber qué se votará. No, no quiero decir qué partidos ni con qué proporciones, sino cuál será, o cuáles serán, las motivaciones digamos profundas de sus electores. Dicho de otro modo: los electores, ¿votarán principalmente lo que suele decirse “lo que importa a la gente”, o votarán “lo que alarma a la gente”?

Ya sabemos que el argumento del “lo que importa a la gente” ha sido utilizado para contraponerlo a las políticas llamadas de identidad. A esto, en Cataluña, habían recurrido Ciudadanos y el Partido Popular, y a menudo el PSC y los comunes. Así, las medidas más vinculadas a la construcción de la nación –la cultura, la lengua, la representación internacional, los símbolos…– eran acusadas de ir en detrimento de las destinadas a asfaltar carreteras o tener más maestros y personal sanitario. ¡Para ellos, una carretera bien asfaltada es más importante que la defensa de la propia lengua! Era –y todavía es– una forma demagógica de descalificar lo que, en cambio, nunca se discute cuando quien lo hace es el Estado en defensa de su nación.

Sin embargo, la campaña electoral –todas son así, pero esta más que cualquier anterior– parece haberse centrado en “lo que alarma a la gente”. O lo que la angustia y la intranquiliza. El debate electoral no habla tanto de carreteras, de médicos o de impuestos como de los apoyos de independentistas o “terroristas” –lo de “lo que te vote Txapote ”–, o de los de la extrema derecha. Es decir que, finalmente, el debate político se ha situado en el lado ideológico e identitario y no en el de la economía, las políticas sociales o la gestión de la crisis casi permanente en la que estamos desde 2008.

La prueba de todo esto, además de estar en los debates, mítines o entrevistas a los líderes de cada organización, la tenemos en los eslóganes de campaña de los partidos españoles, a menudo intercambiables. “Adelante”, “A tu favor”, “Ahora toca”, “Es el momento”… Es decir, con ningún contenido propiamente político. Pero la demostración definitiva de lo que digo es la del eslogan de Vox: “Decide lo que importa”. Es decir, Vox ha tenido la inteligencia –perdonen– de entender bien los tiempos actuales y de darle la vuelta al sentido del “lo que importa a la gente”. Porque, ¿qué es lo que ellos piensan que importa a la gente, ahora mismo? Pues, en efecto, las cuestiones identitarias. Y Vox se propone como el mejor defensor de la unidad de la patria, de la hegemonía lingüística del español, de la homogeneidad cultural en contra de la diversidad étnica, o –entre otros– de la masculinidad y feminidad tradicionales en contra las propuestas que las cuestionan y disuelven.

Las únicas incertidumbres de estas elecciones, por tanto, son las de si el PP aparecerá como lo suficientemente garantista como para defender “lo que (ahora) importa”. Y por supuesto que gestos como “ofrecer glorias en España” a base de eliminar las revistas en catalán de Burriana, con alcalde del PP y el gesto de Vox, les vienen de maravilla para reafirmar su patriotismo lingüístico. O bien contará la incertidumbre de si el elector moderado piensa que el PSOE podrá gobernar con Sumar sin las muletas de ERC y Bildu, las grandes responsables de su derrota, si se produce.

En Cataluña, las cosas no son muy distintas. La ERC del diálogo, del pragmatismo y el buen rollo no sale a defender su papel en Madrid, sino que se esconde en el eslogan más explícitamente patriótico “Defensa Catalunya!” Y la CUP y Junts –el del PDECat es una broma de mal gusto– nos vienen con unos impetuosos y guerreros “Plantem cara” y “Basta ya” –podría ser un “Se acabó lo que se daba”– pero de consecuencias, en Madrid, perfectamente descriptibles. Y sí, todavía tenemos la llamada a un absentismo tan patriótico como estéril.

Como he dicho: el 23-J borra eso de “Es la economía, estúpidos” por un “Es la patria, ¡cabezotas!”

ARA