La sentencia del Tribunal Constitucional contra la voluntad del pueblo catalán demuestra que España ha perdido el respeto a Cataluña. La respuesta a este ataque a la democracia y a Cataluña no puede limitarse a declaraciones y manifestaciones; debe tener consecuencias políticas. La dignidad es más importante que ganar las próximas elecciones.
Maquiavelo dejó claro que para un soberano era preferible ser temido que amado. Durante treinta años los dirigentes catalanes han sacrificado los derechos nacionales a la estabilidad del régimen español. En Madrid el “problema catalán” ha dejado de existir y Cataluña ha dejado de ser temida. La posición catalana será débil mientras la indignación de los catalanes se limite a protestas verbales. Hay que traducir el rechazo en hechos políticos como los siguientes:
1) Convertir la manifestación del día 10 de julio en una multitudinaria reclamación por la independencia.
2) Traducir el desacato de la sentencia del Tribunal Constitucional en hechos políticos como la retirada de los diputados y senadores catalanistas aprovechando el próximo “debate de la nación”.
3) Salida de Esquerra Republicana del gobierno Montilla si los diputados del PSC- PSOE no se retiran de las Cortes Españolas.
4) Presentación de una candidatura unitaria por la independencia, integrada por todas las fuerzas que la priorizan a cualquier otra consideración de oportunidad o de ideología.
5) Definición de la agenda de la independencia para la próxima legislatura con puntos como la convocatoria de una Consulta Popular por la independencia, denuncia de la sentencia del Tribunal Constitucional en las Naciones Unidas, actuaciones contra el expolio fiscal, Carta de la Lengua Catalana.
La Candidatura de unidad por la independencia es posible. Los promotores de la Conferencia Nacional del soberanismo, más de 80 destacadas personalidades de todas las tendencias, encabezadas por el doctor Broggi, han convocado a todos los líderes independentistas sin exclusiones a una reunión a mediados de julio. Todo el mundo debe ser consciente, a la vez, de la gravedad de la hora de nuestra patria y de la gran oportunidad de avanzar hacia la independencia. Hay que dejar de lado todo lo que les separa y ponerse de acuerdo en el que los une. La unidad levantará una ola de entusiasmo que arrastrará a los 50.000 voluntarios de las Consultas Populares. Con la unidad en las próximas elecciones podemos poner la base para la Declaración Unilateral de Independencia en las siguientes elecciones .
La división, en caso contrario, sólo conseguirá el retroceso, que en las próximas elecciones los votos por la independencia sean menos que cuatro años atrás. En este caso, el Estado español se reafirmará en la convicción de que el “problema catalán ” ha desaparecido.