Cuando contemplo a Miguel Sanz posando ante el Castillo de Javier con el aire de campuzo de que alardea no puedo menos de lamentar la pobre imagen que dan quienes pretenden representar a Navarra. Podemos preguntarnos en principio a qué Navarra representan. Desde luego no la que ha reclamado históricamente -y hasta nuestros días- que Navarra constituye una colectividad diferenciada, pero sobre todo libre. Porque ha sido la lucha por la libertad, individual y colectiva, la que ha constituido nuestra comunidad; libertad ésta no reconocida por los estados español y francés, empeñados ambos en hacernos parte consubstancial de los mismos, mediante el mito republicano francés o la convivencia de siglos española.
El atrevimiento de las instancias oficiales no reconoce límite. Es necesario ser atrevido en el terreno histórico para convertir en un castillo de dimensiones notables lo que en principio no era sino una torre defensiva con escasos aditamentos para la habitación del señor y sus familiares más directos. Una construcción, probablemente, no mayor que la torre de Ayanz o el castillo de Artieda, y tantos otros establecimientos medievales a los que la bobalicona política de los organismos culturales oficiales de la C.F.N. relega al olvido -cuando no los destruye sistemáticamente- a pesar de integrar elementos más valiosos y auténticos.
A propósito de tales monumentos F. Íñiguez Almech en ARTE MEDIEVAL NAVARRO IV, obra publicada por la C.A.N., hace el siguiente comentario:
…”Alguno (de tales castillos) padeció diversa pesadumbre: los unos por partidos en alojamientos de mala muerte, algún otro a causa de restauraciones desatentadas. Entre los últimos el viejísimo de Javier, citado entre lo prerrománico, ahora en situación tal, que tan sólo es digno del olvido piadoso.”…
¡Este parece ser el destino del patrimonio navarro; o la destrucción, o la sublimación paleta! Xavier, venerable muestra de nuestro pasado deformado por la megalomanía del jesuita Recondo, quien -al parecer se dedicó a recoger restos de monumentos medievales a todo lo ancho de la Merindad de Sangüesa, dinteles, capiteles, etc…- descontextualizando lo auténtico, para crear un mal pastiche que sirva de fondo a celebraciones y proclamas, nada acordes con la Historia de Navarra y la familia de los Jaso. Manadas de peregrinos apacentados por la palabra de Fernando Sebastián, concentraciones de clérigos que ignoran quienes fueron los Jaso y ¡cómo no! la foto oficial de Osasuna, cajita de las esencias navarras.
Javier, en primer lugar, es un espacio en donde se cebó la represión española sobre Navarra. Sus torres cayeron como las de tantos otros castillos que componían el sistema defensivo navarro ¿Por qué ese empeño en hacer de él gran bastión con torreones, matacanes, puentes levadizos y fosos que jamás fueron lo que pretenden? Es una vez más la manipulación y tergiversación que quieren imponer las autoridades de la C.F.N., refrendadas por los aires castrenses de Aizoain, sin los que no serían nada.
El primer atentado contra la Verdad histórica lo constituye la reedificación de unas torres que fueron arrasadas por los castellanos durante las guerras de conquista. Aquí se pretende negar la evidencia, como en otros casos se niega mediante la destrucción de monumentos auténticos, práctica tan querida de U.P.N.. Luego se quiere convertir a Francés de Jaso en misionero español ¡Qué oportunidad la del rector de Javier para haberse callado, aunque no sea sino por lo que es aceptado universalmente y no contradecir a los mismos expertos de su Orden¡ Pero, lo más lamentable: Francés de Jaso es hijo de una familia cuyo jefe, Juan de Jaso, constituye el exponente más alto la organización estatal del Reino de Navarra -Canciller y presidente del Consejo real- probable inspirador de una reforma del Estado que lo refuerza, sin necesidad de recurrir al autoritarismo real, seguido por la mayor parte de los Estados europeos de la época, España, Francia, Inglaterra…, adaptador del antiguo sistema constitucional de Navarra a las realidades modernas, basando la reforma en la representación nacional, las Cortes, y por todo ello defensor, como el conjunto de su familia, de la independencia que arrasaron los castellanos.
Todo esto debe ser tenido en cuenta a la hora de valorar esta figura histórica, que si por algo debe ser recordada es, además, por su carácter euskaldun, realidad en aquella época generalizada para el conjunto del territorio de la actual C.F.N.. Vanos intentos los de V.M Arbeloa y otros en negarlo, a pesar de su disposición a agarrarse a un clavo ardiendo, porque, finalmente, lo que intentan agarrar es un reflejo fatuo, que no les impedirá darse un morrazo contra el suelo de la evidencia ¡No irán más abajo!
En otro terreno, ya es hora de que los navarros busquemos otros referentes que los de un jesuita que podrá ser muy relevante para la Iglesia Católica. Sin olvidar que su actividad se despliega en una de las etapas más negras que ha vivido tal institución, la Contrarreforma represora de toda libertad, el expansionismo más cruel que ha soliviantado el conjunto del globo terráqueo, con valores totalmente rechazables que, quizás, no hacen de Javier el modelo que se pretende. La Navarra de aquel periodo cuenta en él con personalidades de mejores valores que los del misionero -empezando por su propio padre- Pero no olvidemos ni a Juan de Huarte de San Juan, a quien muchos reconocen como el fundador de la Psicología moderna, o al mismo Martín de Azpilicueta, tío del misionero, no solo canonista, sino jurista en general de reconocido prestigio y pionero en análisis de economía, que lo convierten por ello en un personaje de valores más universales.
Ya sabemos lo que nos espera este año. Oír hasta la saciedad los rebuznos de los panegiristas del Javier oficial, que como los clérigos a quienes alude Erasmo en su ELOGIO DE LA LOCURA, intentarán ahogar los razonamientos en el ruido estentóreo de sus gritos. Aunque parezca más cómodo -y aun razonable- no intentar llamarles a razón, no dejaremos por ello de denunciar su fatuidad y pobreza mental. Como remate destacar que el personaje cuya conmemoración nos ocupa, Francés de Javier, fue expulsado de la Compañía por quien se dice fue su amigo y mentor, Ignacio de Loyola. Existe prueba documental al respecto que se hará pública en su momento.