¿Y a nosotros, que nos conviene?

Me levanto y abro Yahoo!. Como cada día. Aparte de radio Arrels (Raíces) y lo que puedo espigar por la red, es mi referente mediático respecto a la territorialidad de la información. Pero hoy leo estupefacta un titular de opinión contundente que me deja perpleja. Francia es decisiva, a Francia le conviene un Estado catalán. Me exalto. Tengo tendencia a exaltarme rápido. Hago una búsqueda rápida antes de continuar leyendo. Tics de las nuevas generaciones, que ya no leemos en diagonal y con Ctrl+F buscamos lo que nos interesa. Pongo ‘Norte’ y aparece la guinda sobre el pastel. Alguien dice que ya estoy asimilada, que ya no somos. Ostras tú, ¿siempre seremos los hermanitos pobres de donde estemos?

 

Muchos de los argumentos que da Eugeni Casanova en su ‘opinión contundente’ los he escuchado, de forma dispersa y más o menos argumentada, muchas veces. Alguna gente me ha venido a contar directamente justamente porque soy norcatalana y tengo, pues, papeles que dicen que soy francesa. Así que una vez más pienso que vale la pena contestar, desde mi humilde perspectiva de catalana no española, y decir por qué estoy en desacuerdo con muchos de estos argumentos.

 

1. -‘Francia es un país decisivo en oposición a la caverna española’.

 

Sin duda, el talante español es fácilmente calificable de torpe, y por tanto la imagen de la caverna ha ido muy bien para caracterizarlo rápidamente. Casanova opone, pues, al grosero monolingüe Rajoy al Elíseo. Rajoy es monolingüe, sí. Monolingüe de Galicia, por cierto. Monolingüe de un Estado donde hay unas cuantas lenguas oficiales a parte de la castellana. ¿Y qué hay en el Elíseo? Pues el paraíso del monolingüismo. El Estado monolingüe por excelencia.

 

Evidentemente, este pequeña aclaración no quita veracidad a los argumentos de Casanova. Ahora bien, es claro que está bien pintar el cuadro completo y no dejar a Francia como algo bonito e idílico. Menos torpe, sin duda, pero justamente mucho más sibilino y, por tanto, eficaz en el genocidio lingüístico y en la homogeneización demoledora a nivel estatal.

 

2. -‘Se ha repetido mucho la sentencia de Winston Churchill que los estados no tienen amigos, sino intereses’.

 

De acuerdo. Hablemos de ello. Intereses económicos, culturales, políticos, estratégicos… ¿Pero por qué no dejamos de lado la perspectiva española? Los catalanes pecamos demasiado a menudo de observar nuestra realidad o nuestro futuro desde una centralidad que no es nuestra. Por ejemplo, tener como punto de referencia Madrid. Para odiarlo como símbolo (demasiadas veces erróneo) de españolidad o reflejarnos en él. Ahora, para todos es evidente que lo que viene de Madrid es malo. ¿Y por qué no se presupone lo mismo de lo que viene de París?

 

¿Y por qué no nos planteamos estos intereses económicos desde nuestra perspectiva de futuro Estado catalán? ¿Nuestra idea debe ser poder responder a los intereses de Francia? Esto puede ser interesante en un primer momento, pero es una apuesta subordinada y a medio plazo. ¿Por qué no nos planteamos los intereses económicos, el mercado cultural, pensando en los espacios cercanos a Barcelona? ¿No interesa más al Principado hablar del mercado cultural valenciano, de la proximidad de los puertos de las Islas? ¿Qué miedo tenemos a crear cosas nuevas rompiendo esquemas viejos, dejando de incorporarnos a los modelos de los diplodocus europeos como Francia?

 

3. -‘Francia es monolítica, es cierto, pero también es democrática, y sería la primera vez que negara el reconocimiento de un nuevo país en los foros internacionales. Si lo hiciera, surgiría una fuerte contestación interior contra la que Hollande no tiene argumentos’.

 

Bueno, no me ocuparé de si Francia es democrática. También podríamos debatir sobre si lo es más o menos que España. ¿Europa es democrática? ¿Se puede ser más o menos democrático? ¿Se puede ser legítimamente democrático, cuando esta democracia se basa en un genocidio cultural? Pero quizá esto es harina de otro costal.

 

Si Hollande no reconociera a Cataluña, habría una fuerte contestación interior. Permitidme que dude de este escenario de política-ficción. La popularidad de Hollande no es que sea estratosférica. Y el clima de movilizaciones en la calle, de izquierdas, que vivimos en el Estado francés hace unas décadas ha sido sustituido más bien por movilizaciones con tendencias de extrema derecha (por ejemplo contra el matrimonio gay). No creo que mucha gente saliera a la calle si Hollande (en caso de que aún fuera presidente, no quiero pensar qué harían una Le Pen o un Sarkozy) no aceptara la independencia del Principado de Cataluña.

 

Francia tiene seguramente intereses económicos en Cataluña y una proximidad geográfica evidente. La misma proximidad geográfica que tiene con Alemania y la señora Merkel, que remueve las cerezas europeas.

 

4. -‘París podría mostrarse en contra de la independencia del Principado por temor a un posible contagio en sus ciudadanos, pero en este punto está tranquila porque la Cataluña Norte hace décadas que está asimilada. Los votos a partidos catalanistas no superan el 1, 5% y las reivindicaciones no pasan de identitarias’.

 

Ya hace días que digo, en las charlas en las que participo, que, como norcatalana, el día que el Principado sea independiente sentiré un pinzamiento, una cierta tristeza por la sensación de quedar por el camino. Seguramente una cierta envidia por la evolución política. Ahora, lo que no acepto de ninguna de las maneras es que se nos diga asimilados y se queden tan anchos. La realidad norcatalana es compleja, como la de muchas otras partes del territorio. Ni mejor ni peor. Pero sin duda sigue existiendo. Continuamos existiendo. Más allá de los folclorismos aparentes, de los identitarismos (término, por cierto, con una fuerte connotación fascista), hay una catalanidad real en Cataluña Norte. Que no se voten partidos ‘catalanistas’ no quiere decir que no haya catalanidad, que estemos asimilados y punto. Aparte de ofensivo para los que luchamos cotidianamente por el reconocimiento de esta identidad, esta afirmación es falsa.

 

Y no sólo eso. ¿Quién se ha planteado por qué razón el Principado está como está? ¿Acaso pensáis que es porque sois mejores? ¿No te has planteado qué papel hemos jugado estas periferias territoriales, que hemos recibido los palos durante siglos y os hemos amortiguado las dentelladas?

 

5. -‘Los políticos del mediodía francés, ahora ya asociados al Principado y las Islas en la Eurorregión Mediterránea, se muestran entusiasmados con la perspectiva de una Cataluña independiente’.

 

Bueno, aunque podría emitir dudas sobre la concordancia entre lo que dicen y lo que harán, mis dudas vienen antes de que los políticos locales y regionales franceses tienen poca capacidad de decisión en un estado centralista como el francés.

 

6. -‘El alcalde de Perpiñán, Jean-Marc Pujol, y el presidente de la Aglomeración Metropolitana, Jean-Paul Alduy, pregonan desde octubre pasado en todos los foros donde se presentan las bondades de un nuevo Estado a las puertas de casa. Sólo hay que ver las páginas de L’Indépendant, reflejo de la oligarquía local, que sigue con un entusiasmo poco disimulado los pasos soberanistas del Principado’.

 

Poner en el mismo saco a Alduy y Pujol es un poco peligroso. ¡A pesar de ser del mismo partido y haberse sucedido (sin elecciones!) en la alcaldía de Perpiñán, el segundo tenía una relación con la catalanidad de la villa incomparable con el primero, que más bien flirteó con la extrema derecha y exaltó su pasado de ‘pied noir’.

 

Y ya que hablábamos de cultura democrática francesa, podríamos recordar las elecciones que Jean-Paul Alduy ganó después de una primera elección marcada por un fraude electoral que debía jugar a su favor y que nos dejó a los informativos del Estado francés como los reyes de la corrupción…

 

Y por último, decir que L’Indépendant canta las glorias de los pasos soberanistas es una manera muy optimista de decir que, tras mucho tiempo y ante la evidencia, no ha tenido más remedio que hablar de lo que pasa y dejar de practicar un silencio mediático que empezaba a ser ridículo.

 

7. -‘El gobierno francés ha hecho gestos como destinar 400.000 euros a la Casa de los Países Catalanes en la Universidad de Perpiñán’.

 

Supongo que estos datos los ha proporcionado el profesor Becay (citado en el artículo más adelante), que, siendo uno de los implicados, debe tener información de primera mano. No sé, pues, a qué 400.000 euros hace referencia Casanova. Ahora bien, lo que sí sé es que la universidad de Perpiñán va más bien de capa caída y que se convierte en una antena universitaria, en la línea de la privatización de las universidades prevista por el plan Bolonia. Pero aparte de esta política global, todo el mundo sabe que la Casa de los Países Catalanes, que acoge el IFCT, ha sufrido un descenso importante del número de estudiantes (quizás porque justamente el Estado francés no ayuda mucho a los centros de secundaria que hacen catalán) y que parte del profesorado ha marchado hacia otros departamentos. Así que dar dinero a un moribundo no es muy loable, cuando tú mismo te has encargado de matarlo poco a poco.

 

8. -‘El centro logístico de Vilamalla (Girona) capitaliza la distribución regional, y en eso desbancó a Sant Carles (Rosellón). El aumento de volumen permitiría no sólo revitalizar Sant Carles, sino que habría que ampliarlo’.

 

Una vez más, sin tener la fuente de dichos datos, es difícil contestar. Ahora bien, si Sant Carles tuviera que revitalizarse debería hacerlo a pesar de la política estatal francesa, que nos ha condenado a ser uno de los departamentos más pobres y con más paro del Estado francés. Y esto es un parámetro que debería tenerse en cuenta en estos escenarios de política-ficción planteados. Me ahorraré los comentarios sobre la adhesión a la francofonía. Quien conoce este órgano de difusión lingüística, cultural y económica creado por el Estado francés sabe que es una herramienta brutal para mantener lazos con excolonias de forma ‘elegante’ y al mismo tiempo hacer promoción de una lengua que los franceses creen que es de las más bellas y más cultas. Que Cataluña entrara en esta francofonía como Estado independiente sería seguramente un duro golpe para nosotros, los norcatalanes. La carta de la francofilia como un elemento de distinción nos empieza a cansar. Francia quizás es bonita, democrática, encantadora. Pero nos mata, sibilinamente, desde hace siglos.

 

Y no, no quiero equivocarme. Esto no pretende ser un discurso panfletario sobre unos Países Catalanes libres y reunificados. Piense que los norcatalanes sabemos más que nadie cuál es, ahora mismo, la probabilidad de este escenario.

 

Algunos norcatalanes vemos a la vez con ilusión y cierto temor lo que pasa en el Principado. No sería elegante que nuestra asimilación la acabara declarando el Principado en un acuerdo con el Estado francés.

 

Muy bien, a Francia le puede convenir un Estado catalán. Pero dejemos de mirarnos en una Francia más bien decadente y pensemos más en términos propios y autocentrados. A nosotros, catalanes, ¿qué es lo que nos conviene?

 

Marta Serra Serra , profesora de secundaria en Perpiñán (Rosellón)

 

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