En Euskadi ya sabemos cómo las gasta
Digo todo esto porque, en relación con la causa contra Egunkaria, ahora parece que todos los que en su día jalearon a jueces y policías, en este punto prefieren lavarse las manos. El PSOE gobernante, aquí y allá, se hace el loco de forma muy poco elegante. La consejera Zabaleta ha dicho que lo que está ocurriendo es un atropello, y ha justificado su ausencia de la manifestación de Bilbao recordándonos que ya estuvo en otra hace equis años. Hasta el cáustico señor Pastor se ha atrevido a decir que “a veces el estado de derecho también comete excesos, y parece que este es uno de esos casos”.
Nos ha fastidiado. Ahora resulta que cuando el “estado de derecho” del señor Pastor cierra hasta la quiebra un periódico absolutamente legal, tortura a sus ejecutivos, viola a su director metiéndole una porra por el ano, y organiza una campaña de difamación brutal contra todos ellos por la cara durante siete años, hemos de entenderlo como “un exceso”, sin más, y se conoce que además tenemos que perdonarlo. Pero cuando un grupo de quinceañeros quema un cajero automático, resulta que para el señor Pastor y sus aliados preferentes estamos ante un brutal crimen contra la humanidad, ante un caso claro de violencia de persecución del “régimen nacionalista” contra los pobres “demócratas”, y ante una “situación de excepcionalidad” que justifica que los dos grandes partidos españoles, que se odian a muerte en España, unan sus fuerzas en Euskadi para acabar con la “inhumanidad etnicista” y la “impunidad de los asesinos”.
Me pregunto dónde comprará las varas de medir este hombre.
De modo que tenemos un periódico cerrado, unos ciudadanos acusados ilícitamente y torturados, y ahora ni el PSOE ni el PP quieren saber nada del asunto, como el fiscal. Entonces, ¿quién demonios mantiene esta barbaridad en marcha?
Pues resulta que es un guardia civil. Resulta que el fiscal no ve por dónde cogerlo; Garzón superstar, tampoco; PSOE y PP, nanay de la nana; el gobierno de Zp mira para otro lado y procura desaparecer cuando se menta la bicha. ¿Por qué se mantiene entonces? Pues, según nos dicen, porque un guardia civil se empecinó, dos organizaciones filofascistas como
La clave aquí, en primerísimo lugar, es el empecinamiento del guardia civil. Tal ha sido su afán, que ha podido con todo: con el fiscal; con los dos grandes partidos que manipulan a su antojo todo el poder judicial, pero no pueden parar la cabezonada del simple agente; con dos gobiernos enteros, uno del PP y otro del PSOE… Con todo.
Y yo me pregunto: si ahora nadie ve siquiera indicios de ningún tipo de delito en los acusados, entonces ¿qué demonios es lo que el dichoso guardia civil,
A mí sólo se me ocurren dos posibles respuestas. Una, que estas personas experimentan un odio cerval contra Egunkaria porque, para ellas, un periódico en ese idioma de paletos etnicistas que es el euskara, en el que se promueve una “cultura vasca” distinta de la de su amada nación española, es el paradigma de la degradación humana, y en su fuero interno sentían que las voces de Don Pelayo y
De ser este el caso, habría que preguntar al señor Pastor qué demonios es lo que ocurre con su “estado de derecho”, que permite que la simple cabezonada por odio de un simple guardia civil pueda pasar por encima del poder ejecutivo y el judicial y conseguir el cierre de un periódico legal, la comisión de todo tipo de barbaridades, físicas y morales, contra sus ejecutivos durante siete años, para acabar llegando a una vista oral que no se sostiene y que, por lo que se ve, ahora nadie quiere.
¿Es que en España el odio contra los vascos lo puede todo? ¿Acaso cualquier mindundi en España puede llevar su odio contra lo vasco y los vascos hasta el paroxismo de la ilicitud y la brutalidad con la anuencia de los grandes adalides de la democracia española?
La otra explicación es menos emocional. Sencillamente, lo ocurrido habría formado parte de una estrategia política de los grandes partidos españoles en Euskadi. No sé, tal vez en ese momento puntual Aznar, con la complicidad de Zapatero, sentía la necesidad de pegar una patada en el avispero vasco para conseguir… ¿qué? ¿Tal vez una cortina de humo para tapar otra cosa? ¿Tal vez crispar al máximo a la sociedad vasca para conseguir que ocurriera algo que le permitiera tomar decisiones radicales de difícil justificación sin un quebranto grave del orden constitucional?
Supongo que nunca sabremos lo que realmente hizo posible que el único periódico en euskara fuera cerrado “cautelarmente” por un muy democrático juez español; que sus ejecutivos fueran brutalmente maltratados por las muy democráticas fuerzas de seguridad españolas; que fueran socialmente criminalizados y triturados durante siete años por los muy democráticos medios de comunicación españoles, y que sean finalmente juzgados en vista oral, contra la voluntad expresa del fiscal, por obra y gracia de dos de sus más democráticas organizaciones privadas y un guardia civil.
Lo peor de todo es que me temo que las muy democráticas instituciones del estado de derecho español pueden acabar condenando a los acusados, a pesar de la más absoluta ausencia de pruebas, por no verse expuestas a la vergüenza de hacer patente que todo fue un miserable montaje, llevado a cabo para satisfacer los objetivos políticos del nacionalismo español en Euskadi en un momento determinado de ese conflicto político que, dicen, no existe. No sería la primera vez.