Inés Arrimadas, la pretenciosa fracasada

Es muy probable que Inés Arrimadas se vaya a España un día de estos. Aquel es un país que va siglos por detrás de Cataluña en cultura democrática, y el siglo XXI parece muy propicio para que la ultraderecha más ultra de Europa, a la que pertenece Arrimadas, coja su timón gubernamental de nuevo. Los sondeos indican que las elecciones pueden favorecer un tripartito de momias con camisa azul integrado por Ciudadanos, Vox y PP, y, por supuesto, Arrimadas se impacienta por tener un papel destacado.

Es comprensible. Inés Arrimadas es el vivo retrato del fracaso. Quería comerse Cataluña, y Cataluña se la ha comido a ella. Una de sus frases más exprimidas es aquella que dice que “es la mujer que ha ganado las elecciones al independentismo”. Pobrecita. ¡Qué autoengaño tan patético!. Y no sólo por la pérdida del sentido del ridículo que supone, sino por la pérdida del sentido de la realidad. Será por eso, porque “ganó”, es por lo que está en la oposición, debe ser por eso, porque “ganó”, que lo que ocupa un lugar absolutamente intrascendente y gélido en la cámara catalana. Gana quien gobierna, señora Arrimadas. Gana quien gobierna. De lo contrario, es como jactarse que te ha tocado la lotería porque te devuelven el dinero del décimo.

Inés Arrimadas sabe que ha tocado techo en Cataluña, sabe que no tiene más futuro político que el que le dieron las últimas elecciones, y no lo soporta. Ella, que, en calidad de iluminada del ‘Imperio Hacia Dios’, creía haber venido a la colonia para convertirse en virreina, se ha encontrado que la colonia la ha convertido en una figurita ridícula, esperpéntica, que sólo provoca sonoras carcajadas cada vez que aparece en público o en pantalla porque es la portavoz del odio haciaCataluña que caracteriza el ultranacionalismo español. Por eso, en vez de hablar, muerde; por eso, en vez de razonar, repite la casposa doctrina de la Formación del Espíritu Nacional. Es todo lo que el odio y la indigencia intelectual dan de sí.

Inés Arrimadas se irá de Cataluña con el rabo entre piernas, que es como se van de los lugares los que ven frustrados sus delirios de grandeza. Y es que, pobre mujer, debe ser muy duro para alguien tan sediento de poder como ella, saber que nadie le hace caso. Sólo hay que ver los cuatro gatos recogidos que asisten a las manifestaciones que convoca Arrimadas, sólo hay que ver cómo cambian de emisora ​​los catalanes cada vez que aparecen su cara o su voz. Se entiende, por tanto, que, desesperada y rabiosa, opte por intentar llamar la atención haciendo numeritos por las calles de los pueblos de Cataluña. “¡Hola! ¿Es que no me veis? ¡Miradme, que estoy aquí! “Pero nadie la mira, nadie pierde el tiempo mirando el Gran Circo de la Caspa Española.

Inés Arrimadas es la personificación del fracaso. Es la pretenciosa fracasada que, ante la imposibilidad de ser alguien en Cataluña, debe conformarse con mendigar que la dejen ser ministra en España. Todo un placer que se vaya. Sus humos son incompatibles con la sostenibilidad del planeta.

RACÓ CATALÀ