Iñaki Sagredo Historiador y arqueólogo. Autor de ‘Castillos que defendieron Navarra’
Este domingo se puede adquirir el tomo ‘De la Vasconia pirenaica al Reino de Pamplona con Sancho III el Mayor’ en edición renovada
Iñaki Sagredo es un especialista en las defensas del Reino de Navarra. Cedida
Especialista en nuestras fortificaciones. buscador de nuestro patrimonio, Iñaki Sagredo (Irun, 1967) presenta una nueva edición renovada y ampliada en torno a la etapa que discurrió entre la Vasconia pireniaca y el Reino de Pamplona.
Estudiar los castillos que defendieron Navarra es estudiar nuestra historia, y además desde un punto de vista menos oficial.
–Así es. Son muchos años estudiando esta parte tan interesante de nuestro patrimonio histórico. Navarra, a diferencia de otras comunidades o antiguos reinos, no tiene casi ninguna evidencia de su pasado defensivo, como castillos, torres, iglesias fortificadas, puentes encastillados o murallas, ya que la mayoría fueron mandadas destruir tras la conquista de 1512. Calculamos que más de 200 estructuras defensivas sufrieron estas órdenes. Los reyes de Navarra en el exilio intentaron detenerlo enviando en varias ocasiones embajadores al rey de Castilla, pero a pesar de las promesas esta destrucción continuó. Este vacío patrimonial me animó a estudiarlo a través de libros y después mediante la recuperación y consolidación de sus restos arqueológicos. Hacemos lo que podemos y poco a poco conseguimos poner en valor algunos sitios de gran valor histórico.
No sé si susurra a los castillos, o los castillos le han susurrado a usted.
–(Risas) Pudiera ser. Hay restos que parecen buscarte. De eso trata este libro. Es una sensación única. ¿Sería posible trasladarnos a la Edad Media en pleno siglo XXI? ¡Sí, es posible! En este libro invitamos a explorar lugares como Muro de Roda, una villa amurallada despoblada a 1000 metros de altitud, que salvo en días concretos no hay nadie, ni hay apenas publicidad turística. Nada. Es regresar al pasado, donde incluso puedes entrar en su iglesia fortaleza y explorar sus criptas subterráneas. La experiencia es inigualable, rodeada por el impresionante paisaje de las cumbres pirenaicas. Al igual que otros lugares, como Loarre, fue edificado por el rey de Pamplona, Sancho III, y forma parte de nuestra historia.
El libro va mucho más allá de las construcciones, y aborda por ejemplo la evolución del euskera.
–Exacto. En este punto Ana Telletxea ha aportado su trabajo sobre la evolución del euskera en una región que consideramos la Vasconia oriental y quizás la parte que más influyó en la creación del Reino de Pamplona. Ana analiza otros trabajos como el de Joan Coromines y muestra la importancia de las raíces toponímicas. Las fuentes clásicas ya anotaban en el siglo II de nuestra era que Jaca era una de las poblaciones más importantes de los vascones. En el siglo X los señores de Aragón y Pamplona fueron los mismos dentro del Reino de Pamplona y giraron en torno a los grandes centros eclesiásticos en el Pirineo, como Leyre, San Juan de La Peña y Siresa, hasta que el reino se expandió hacia el sur apareciendo nuevos señores y monasterios.
El tomo discurre las etapas de Iñigo Arista, Sancho I Garcés y Sancho III el Mayor. ¿Cuál fue la síntesis de sus respectivos reinados?
–La impronta de estos reyes sigue mostrándose en tradiciones y documentos. Por ejemplo, el primer rey de los vascones conocido, Iñigo Arista, dejó una importante huella en el territorio a modo de leyendas que se conocen desde Sobrarbe hasta Navarra. Tanto fue así que los monasterios de San Victorián, cerca de Ainsa, y Leyre compiten por mostrar el lugar donde reposan los restos del primer rey de los vascones. Desde inicios del siglo X, Aragón estuvo integrado en el Reino de Pamplona, respetándose su idiosincrasia, leyes y señores, algo que también sucedió en los condados de Bizkaia y Álava un siglo más tarde. Los reyes de Pamplona agruparon territorios políticamente, a través de las relaciones matrimoniales, que no por expansión militar, y protegieron el territorio con fortalezas que describimos en nuestra colección. Tras la muerte del gran rey Sancho III el Mayor en 1035, Aragón comenzó a evolucionar hacia un reino independiente bajo el liderazgo de su nieto Sancho Ramírez, siendo Jaca la primera capital.
Parece ser un momento dulce para la gente que se dedica a investigar sobre la historia de Navarra.
–Efectivamente, existen numerosos autores. Antes, la cantidad no era tan elevada. El año 2012 marcó el surgimiento de muchos, por el quinto centenario de la conquista de Navarra. Posteriormente, disminuyó el interés, pero actualmente se está reavivando. En nuestro caso, hemos estado publicando desde 2006, dedicándonos a resaltar esta parte de nuestra historia dedicada a una parte muy poco conocida: las defensas del Reino de Navarra, pero también otros trabajos relacionados con los vascones en un periodo alto medieval y anterior.
Tantos años investigando, tiene perspectiva y bagaje sobrado.
–Sigo con las mismas ganas a pesar de que el tiempo no pasa en balde y las rodillas protestan cada vez más. Participamos activamente en investigar y trabajar en recuperar los castillos. Hay lugares que no hace falta apenas decir nada. En Unzué los vecinos contribuyeron de forma increíble, subiendo sacos y agua desde un kilómetro de la peña, saco a saco, bidón a bidón, a cuestas de uno en uno hasta la cima, a 1000 metros de altitud y ahora está recuperado. Este pueblo merece un homenaje. En Arakil surgió también una importante colaboración para subir material con el fin de consolidar el castillo de Aixita, situado sobre las dos Hermanas y en Ollo la gente del valle contribuye siempre que se les necesita. Este año seguiremos consolidando el castillo de Garaño, también el aljibe del castillo de Larraga, estudiaremos el desconocido castillo de Intzura, la fortaleza de Saint Pée en Iparralde y seguiré con la investigación de cara a la tesis doctoral. Siento que faltan algunas cosas, especialmente un apoyo institucional, ya que por diversas razones no se han podido llevar trabajos en varios lugares que iniciamos, como Monreal, Peralta o Sangüesa, ni se han desarrollado planes generales de recuperación, lo cual resulta frustrante. Si estos castillos estuvieran en Escocia o Cataluña, se habrían implementado planes de recuperación y divulgación sin inconvenientes. En Navarra seguimos sin estar agradecidos a lo que nos reportaron estos castillos…
Visualmente, el libro, editado por Pamiela, es un primor. ¿Qué otros aspectos destacaría?
–Realizamos un análisis exhaustivo de todos los sistemas de defensa de la región, así como su evolución durante la época de Sancho III el Mayor. Además, incluimos mapas que permiten a los lectores planificar rutas y Qr. Entre las novedades un ejemplo es el castro de Liestra, fortaleza que aparece en la documentación de Sancho III el Mayor. También podemos destacar el castillo en la impresionante peña de San Miguel o el monasterio de Santa María de Obarra, un lugar emblemático diseñado para interactuar con los efectos de la luz en momentos específicos del año, incluyendo la luz lunar que ilumina el altar durante el segundo plenilunio de otoño. Su nombre, que significa “entre rocas”, describe con precisión la ubicación del monasterio y su origen.
Sus libros pueden ser fuente de inspiración para excursionistas.
–Esa es la intención. El libro muestra las rutas encadenando castillos para su visita, añadiendo datos y Qr, pero proporcionamos novedades históricas, documentos del periodo, datos sobre su construcción o aportemos nuestra visión del cómo se defendió el territorio, pero el verdadero protagonista es el lugar y su entorno, así como el paisaje. También, a través de los trabajos arqueológicos, logramos conectar con la gente. En mi experiencia, se ha buscado dar a conocer los castillos de Navarra también en Gipuzkoa, Álava, Bizkaia, la Bureba, Iparralde o el valle de Onsella. Sorprende el cariño que se tiene a esta historia en estos lugares, hoy fuera de Navarra, Esta historia es común y está presente en estas piedras, estén en una comunidad u otra.
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