¿Angeles o demonios homosexuales?

Esa es la pregunta que perturbaba al sacerdote dominicano Johnny Durán desde que, al parecer, se percató de la diabólica y homosexual mirada de los ángeles pintados en la iglesia Nuestra Señora del Carmen, en Jarabacoa, pueblo dominicano situado en plena cordillera central.

Hace doce años que el mural “Alegoría a la Virgen del Carmen” del artista dominicano Roberto Flores, decora el interior del templo católico, casi tantos años como el reconocimiento de su obra como patrimonio municipal.

Claro que no hay mural que dure cien años ni cura que lo resista, y el sacerdote católico, quien sabe si guiado por algún divino designio celestial o tras una ingesta de alcohólico elixir, dio en concluir como diabólicas y homosexuales las miradas de los ángeles pintados. No había más que verlos.

Eso bastó, además de su denuncia por no estar claro el sexo de los ángeles del mural, para que el ayuntamiento retirase, haciendo causa común con el padre Durán, la condición de patrimonio municipal a la obra, a la espera de retirar también la obra.

Según reconoce la propia iglesia católica los ángeles no tienen sexo, pero una cosa es su carácter asexuado y otra, bien diferente, puntualizó el padre Durán, que se conviertan en demonios homosexuales. Tal vez hasta en pederastas. Quien sabe si, incluso, en sodomitas.

El que sólo el sacerdote haya sido capaz de advertir tan diabólico travestismo en ángeles que habían venido acompañando los rezos de los feligreses tantos años, sólo es prueba de hasta qué punto son también inescrutables los designios de Satanás y hasta qué grado ha sido proverbial la agudeza del cura para descubrir tan maligno contubernio y la pronta e inusual eficiencia demostrada por el ayuntamiento.

Por si no tuviera la iglesia bastantes problemas con la existencia de no pocos de sus representantes envueltos en turbios asuntos de este mundo, también Belcebú conspira desde las sombras desvirtuando las seráficas imágenes de los más castos altares para transformarlos en íconos siniestros dedicados a pervertir la virtud.

Acaso, cualquier día, la conspiración de Lucifer se extienda por otros templos y ciudades dominicanas y hasta la catedral primada de América sufra algún maligno sortilegio.

Suerte que si el padre Durán custodia en Jarabacoa, su eminencia reverendísima hace lo propio en Santo Domingo, y desde que advierta que la tabla de la Virgen de la Altagracia. también registra en sus inmaculadas pupilas signos pecaminosos, en divino exorcismo, hará tronar su santa ira hasta que Mefistófeles se bata en retirada, que en la casa de Dios y del cardenal, no hay competencia. .

 

Publicado por Rebelión-k argitaratua