¿2014: Ha llegado el momento de que actores externos ayuden a conducir el proceso catalán?

Los catalanes han emprendido un camino que los podría llevar a la independencia de su nación respecto de España. Los motivos que aducen para querer emprender este camino -históricos, culturales, económicos, sociales y políticos- han sido explicados ampliamente y cada vez hay más sectores que reconocen su validez. Algunos han tomado la decisión de buscar una alternativa al actual marco político cuando han visto que todas las propuestas para contribuir a reformar el Estado hasta convertirlo en una verdadera ‘nación de naciones’ son rechazadas, a menudo con el agravio añadido de un tratamiento humillante. Y, últimamente, con un endurecimiento de las posiciones de la otra parte y con una tendencia a retroceder hacia políticas intolerantes que recuerdan los tiempos pasados ​​de la dictadura que se supone que España ha superado. Mucha gente piensa que no actuar ahora significaría aceptar el papel de subordinación que el orden español establecido reserva, actualmente y a lo largo de la historia, an Cataluña y el resultado final sería sucumbir al plan de asimilación completa elaborado por España.

Ahora, los catalanes han diseñado el propio plan, y hasta ahora han enseñado al mundo cómo se deberían hacer las cosas. Con paciencia, actuando sólo cuando sus propuestas hayan sido rechazadas reiteradamente. De manera inclusiva, confiando en las fuerzas de todos los segmentos de la sociedad y sin rechazar a nadie por ningún motivo. De manera pacífica, sacando a la calle a cientos de miles de personas para declarar su determinación, sin mostrar hostilidad hacia los otros y rechazando cualquier forma de violencia. De manera democrática, porque sus representantes electos actúan de acuerdo con los deseos del pueblo en vez de dictar el programa desde arriba, y consiguiendo unir socios improbables de derecha e izquierda en una amplia coalición. De manera responsable, con la mayoría de las fuerzas políticas -excluyendo sólo las que se han excluido ellas mismas desde el principio-, trabajando para conseguir un acuerdo y tirar el proceso hacia adelante. Y con una mentalidad abierta: incluso ahora, los líderes catalanes se ofrecen a explorar con sus homónimos españoles todas las opciones de un acuerdo en vez de cerrarse en banda y realizar acciones unilaterales. Si esto no tiene todos los elementos de una revolución de terciopelo, entonces ¿qué es?

El 2014 será un año crucial para Cataluña. Todos los indicios -el equilibrio de fuerzas políticas en el parlamento, la constancia en los resultados de todas las encuestas de opinión y las impresionantes manifestaciones, por no hablar de la falta de alternativas creíbles para el lado unionista- indican que se ha llegado a un punto de no retorno. La mayoría de catalanes quieren un verdadero cambio, y sus representantes se han comprometido a disponer los medios para que decidan hacia dónde debe ir ese cambio. Su propuesta -y la manera obvia de desvanecer todas las dudas sobre las intenciones de los catalanes- es un referéndum sobre la cuestión, muy parecido al que se ha previsto realizar en Escocia el mes de septiembre. Fuera de las fronteras de España nadie cuestiona seriamente la legitimidad de esta forma de actuar. En cambio, las instituciones españolas -con el gobierno y la oposición unidos en una demostración inquietante de intransigencia sobre este aspecto- se empeñan en impedirlo. Así es como están las cosas a principios del nuevo año: en un punto muerto bien complicado.

***

Hasta ahora, la respuesta oficial en los círculos internacionales es que la situación catalana es un asunto interno de España. Sin embargo, todo el mundo sabe que, independientemente de la manera en que se desarrollen los acontecimientos, las consecuencias no se detendrán en la frontera y que, si se deja que se eternice, la incertidumbre actual será perjudicial para todos -en Cataluña, en España y más allá-. Si la parte española no se quiere mover y si se continúan bloqueando por razones técnicas, o simplemente se ignoran, todas las propuestas procedentes de Cataluña habrá algún tipo de implicación de terceras partes para superar el punto muerto. Los buenos oficios de actores externos podrían ayudar realmente a España a alcanzar su punto de inflexión.Por mucho que se resistan a la idea, la gente de allí y también los políticos tendrán que aceptar el hecho de que, parafraseando las palabras del primer ministro Cameron sobre Escocia, no se puede mantener a los catalanes en España contra su voluntad.

Ahora por ahora probablemente sólo haría falta una cierta dosis de diplomacia discreta. Los actores extranjeros, que tienen una influencia evidente sobre una España económicamente entrampada y políticamente tocada, podrían utilizar esta influencia para empujar a sus políticos a hacer una cosa sensata. Ya ha habido algún gesto público en este sentido y probablemente también algunos en privado. Aunque, incluso en estos primeros momentos, quizás también convendría un toque de atención más serio. Especialmente para garantizar que no haya juego sucio -y, esperamos, que no haya violencia- por parte de aquellos que creen que sus intereses pueden verse amenazados por lo que elijan los catalanes.

Y también todos deberían tener muy claro que las cosas han llegado a un punto en que cualquier intento de dejar de lado al pueblo catalán -negándole el derecho de hablar, aplicando tácticas intimidatorias a sus líderes o intentando alguna maniobra de última hora a puerta cerrada- no ayudará a resolver el problema, sino que sólo lo aplazaría y agravaría. El único resultado aceptable desde un punto de vista democrático en este momento es una votación, y el objetivo inmediato de todos debería ser ayudar a encontrar el camino para que los catalanes pudieran expresarse. Y entonces, si realmente deciden que quieren un Estado independiente, será responsabilidad de todos vigilar el proceso subsiguiente para garantizar que prevalezca la voluntad del pueblo expresada libremente. »

VILAWEB

http://www.collectiuemma.cat/article/1751/2014-time-for-outside-actors-to-help-steer-the-catalan-process