La Junta Electoral de Barcelona no ha desaprovechado una nueva ocasión de hacer el ridículo. En mi opinión, interferir (selectivamente) en el lenguaje periodístico ya es hacer el ridículo. Pero hay grados. Por ejemplo, prohibir expresiones como ‘presos políticos’ es ridículo, pero siempre se puede decir que contienen un cierto grado de opinión: hay quien piensa que lo son y hay quien piensa que no lo son. Prohibir expresiones como ‘Consejo de la República’ es subir un escalón en el ridículo. Este es el nombre de un organismo que se llama así. Podemos pensar que está bien bautizado o mal bautizado, que lo que dice el nombre es cierto o no lo es, pero cada uno se llama como le parece. También hay quien piensa que no es verdad que el PSOE sea socialista y obrero (¡e incluso hay quien piensa que no es lo suficientemente español!) y no por ello se le prohíbe usar el nombre. No tenemos derecho a rebautizar a la gente porque no nos gusta cómo se llaman. Pero el grado de ridículo es prohibir una expresión como ‘Asamblea de Cargos Electos’, porque en este caso el nombre es estrictamente descriptivo: es una asamblea y de ella forman parte cargos electos. Habas contadas. ¡Ya no se prohíbe una opinión, sino una descripción objetiva! La Junta Electoral convertida en el ministerio de la Verdad de Orwell. De verdad, ridículo.
ARA