Habrá acuerdo

Los setenta y dos diputados independentistas quieren por encima de todo la independencia de Cataluña. Estoy más que convencido. Estoy seguro. Además, saben que hay depositadas más de dos millones de esperanzas en sus manos. Y en sus cabezas. No hay ni uno de los setenta y dos diputados que si pudiera no pulsaría un botón para que la independencia fuera una realidad. De estos setenta y dos diputados, los hay de muchos tipos. Los hay que hace cuatro días que miraban el independentismo por encima del hombro. Hay quienes eran independentistas cuando ser independentista era una excepción. Los hay que quieren la independencia para hacer un país parecido a Dinamarca. Los hay que quieren hacer un país que todavía no ha visto nunca nadie. Los hay que tienen por prioridad la recuperación del control público de todos los servicios. Los hay que piensan que hace falta una administración tan fina como sea posible.

Todos piensan en el bienestar de la gente. Todos quieren lo mejor para todos. De esto también estoy convencido. Ninguno de los setenta y dos diputados está en el parlamento para hacerse rico, ni por intereses opacos. Todos tienen razones. Nadie tiene la verdad. Todos llegan cargados de argumentos. Todos tienen sus verdades.

Si los diez de la CUP no son una pieza homogénea, aún lo son menos los sesenta y dos de Juntos por el Sí, que provienen de cuatro o cinco partidos distintos. También hay muchos independientes, que no responden a las consignas ni a las instrucciones de un partido. Las tradiciones políticas de unos y otros son muy diferentes. Las edades, también.

Todo ello, aunque en momentos como el actual lo podamos percibir como una dificultad, es la gran riqueza del independentismo. De hecho, es la razón que lo ha hecho mayoritario. Quizás es cierto que la diversidad añade complejidad a la toma de decisiones. Pero también las enriquece.

Estas semanas de incertidumbre he visto cómo varias veces se hacía la comparación de la CUP con la izquierda abertzale. Se hablaba de cuando la izquierda abertzale -representada en ese momento por Sozialista Abertzaleak- decidió facilitar la aprobación del plan Ibarretxe con tres votos de su grupo (seis diputados). La izquierda abertzale se oponía frontalmente a aquel plan, pero aceptó que la mayoría soberanista era del PNV y que debía permitirle el aprobarlo.

Por eso mismo que contaba ahora, la comparación no creo que sirva para la ocasión que nos preocupa. En ese momento, la izquierda abertzale facilitaba que prosperase un plan que no era el suyo. No estaba ligada ni comprometida con esa propuesta política. Por lo tanto, era mucho más sencillo el ceder tres diputados y dejar hacer. En nuestro caso, la CUP sí comparte el plan. Y es tan responsable como cualquiera. La CUP no puede desentenderse de lo que pase con sus votos. Si el plan Ibarretxe fracasaba -como ocurrió-, la izquierda abertzale no tenía ninguna responsabilidad. Tan sólo habían facilitado que el presidente pudiera ir a Madrid a intentarlo.

Aquí no es este esquema. La independencia es responsabilidad de todos y cada uno de los setenta y dos diputados. Es un plan compartido. Y, por tanto, es lógico que las decisiones se tomen conjuntamente. La comparación no es válida.

Aquí es necesario que haya entendimiento; no echar una mano los unos a los otros. No se trata de hacer ningún favor. Como he dicho en ocasiones anteriores, creo que se debe llegar al entendimiento respetando las proporciones de la fuerza democrática de cada uno. No puede ser que los que tienen menos votos impongan todas sus condiciones a los que tienen más. Aunque piensen que lo hacen por el bien del país. Incluso aunque estén convencidos de que la razón les apoya, hay que respetar la palabra del pueblo expresada con claridad el 27 de septiembre.

Porque creo en el sentido democrático de los setenta y dos diputados y los partidos que representan; porque creo que la diversidad es una riqueza y no un problema; porque creo que todos piensan más en el país que en los partidos; porque estoy convencido de que saben que el peso de la historia recae sobre sus hombros; porque sé que todos tienen en la cabeza a la gente más vulnerable y más castigada de nuestro país; por todo eso me resisto a pensar que estropeen esta oportunidad histórica y se resignen a ser los responsables de una nueva derrota. Con flexibilidad, generosidad, inteligencia y carácter, habrá acuerdo y seguiremos caminando.

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