Desde hace décadas, en mi habitual periplo por toda Euskal Herria observando, incluso vigilando el patrimonio arquitectónico, urbanístico y paisajístico para posteriormente poder difundir, defender y reivindicar, desde su correcta conservación y adecuada rehabilitación, hasta intentar evitar su derribo y desaparición, el pasado domingo 24 de abril, acudí a Gernika-Lumo.
Es decir, dos días antes de la conmemoración del 85 aniversario del bombardeo de Gernika en 1937 por los sublevados franquistas apoyados por los nazis alemanes y los fascistas italianos, que junto con otros bombardeos de poblaciones indefensas destruyendo sus núcleos habitados y matando a sus habitantes en Irun, Donostia, Eibar, Legutio, Otxandio, Durango, etc. supusieron la muerte de millares de vascos. El singular carácter simbólico de la villa foral para Euskal Herria otorgó a la masacre un añadido agravante moral, identitario y etnicida, creando pánico y desánimo que podría interpretarse como la síntesis o paradigma de todos los demás ataques sufridos por nuestro pueblo.
La inmediata reacción de Pablo Ruíz Picasso al concebir el mural Guernica consiguió una progresiva concienciación e identificación de la humanidad frente a los horrores de la guerra, especialmente en estas acciones de hostigamiento indiscriminado, convirtiendo aquel desgarrador grito pictórico en un símbolo mundial de protesta frente al belicismo. Conviene destacar el desagradecimiento de Gernika a Picasso, ya criticado hace muchos años, cuya expresión más notable es el nombre de una cafetería situada en una calle, durante demasiado tiempo Fernando el Católico, dedicada al artista, pero nada más. Ni una placa honorífica, o un monumento.
El recuerdo y la memoria además de en las conciencias de las personas que supervivieron y los familiares de los que fallecieron, como motivo inspirativo, se expresan públicamente de muy diversas creaciones artísticas, monumentos, cuadros, y entre ellas las musicales: Guernica. Piano Piece after Picasso. 1938, Paul Dessau (1884-1979); Gernika. Cantata fúnebre. 1966-76, Pablo Sorozabal (1897-1988); Guernica. Orquestal. 1966, Leonardo Balada (1933); La Victoire de Guernica. 1965. Luigi Nono (1924-1990); Gernika (Lekeitio 4) 1972 y 1999, Mikel Laboa (1934-2008); Gernika. Opera. 1985, Francisco Escudero (1912-2002); Oratorio Gernika. 1990, Gorka Sierra (1954); Guern-Irak. Enrique Morente (1942-2010); In Guernica. 1968. Joan Baez (1941).
Es imprescindible destacar el excelente trabajo del historiador y analista artístico Xabier Sáenz de Gorbea (1951-2015) quien entre 2008 y 2015 organizó unas excelentes exposiciones anuales, Gernikak, en el Euskal Herria Museoa entorno a esta trágica fecha, referidas a la relación de diferentes artistas vinculados al arte vasco con el bombardeo. Remigio Mendiburu (2008), Nestor Basterretxea (2009), Jorge Oteiza (2010), Ramón Carrera (2011), Ortiz de Elgea (2012), Azken Gernikak (2013), Aranoa eta Guezalaren Gernikak. Eresoinka Kasua (2014), y Bartzelonako Gernikak (2013).
En Gernika existen varios monumentos alusivos al ataque aéreo. El realizado por el escultor Eduardo Chillida (1924-2002) en dos fases, la Estela de Guernica I en acero corten en 1987 y un año después, Gure Aitaren Etxea en hormigón armado exquisitamente encofrado por el destacado carpintero Jose Antonio Bereziartua (1929-2021), y en 2012 con motivo del 75 aniversario, la escultura en acero corten Agonía de fuego de Nestor Basterretxea (1924-2014) en el preciso lugar donde cayó la primera bomba.
Estos bombardeos masivos contra viviendas, mercados, plazas, iglesias y lugares concurridos de poblaciones indefensas ajenas a los lugares de combate, sin apenas oportunidades de respuesta, son la auténtica expresión del concepto del pánico y terror colectivo de una sociedad, de un pueblo, que se define inequívocamente como terrorismo. A no confundir, ya que nada tiene que ver con la manipulación interesada de esta consideración, de masacre indiscriminada, con la lucha armada, histórica iniciativa organizada o espontánea, que toma una parte de la población en defensa propia con la resistencia, la desigual y heroica lucha de los partisanos frente a las criminales agresiones militares y vejaciones de todo tipo que practican, incluso hasta la muerte, las fuerzas de ocupación, trágica fatalidad soportada por nuestro pueblo.
Asimismo, en el céntrico espacio público de la villa, Eriako Lorategiak conocido como el Ferial, en el jardín próximo a Picasso kalea se encuentra un pequeño y sencillo pero sentimentalmente muy profundo, monumento a los fallecidos en el bombardeo. Proyectado por el que fue arquitecto municipal de la villa, Jesús Aldama. Se trata de una pieza cúbica en piedra caliza de Markina de afortunada inspiración oteiziana, que vaciada internamente en forma de estela funeraria tiene en la parte inferior del exento circulo interior grabada la leyenda: “Gernikako bonbaketan hildaroen oroimenaz 1937-1987 apirilak 26”. Actual y decepcionadamente visto hace escasos días se encuentra en un estado vergonzoso: el texto está sucio, ilegible, el foco empotrado que antaño lo iluminaba sumergido en el barro y otras inmundicias que rodean al monumento, incomprensiblemente marginado y por lo demostrado olvidado sino despreciado. Evidentemente, no tendrán tiempo de solucionar tanta dejadez para hoy, el señalado día del aniversario cuando se sientan aludidos por este escrito. Esto no es conmemorar, es deshonrar.
Resulta deplorable que un ayuntamiento gobernado por el PNV, empezando por el alcalde y el concejal de cultura, sea incapaz no sólo de mantener en condiciones de dignidad y autoestima su patrimonio cultural monumental, y menos aún en una fecha tan significativa. (Conviene aludir al lamentable estado desde hace años de los monumentos a Gerhard Bärr y de Wilhelm Von Humboldt en el Europako Herrialdeetako Parkea junto a Gernikako Batzar-Etxea).
Una vez más, y ya son demasiadas décadas de dejadez, se evidencia que esta parte tan relevante de la cultura como es el patrimonio, no solo no les interesa sino que les ofende, lo desprecian. Basta recordar quienes han sido y son, en la actualidad sus dirigentes, desde el consejero de Cultura Bingen Zupiria y la ilustrada diputada de cultura en Bizkaia Lorea Bilbao y así sucesivamente por casi todo Euskal Herria, meras figuras aparentes oportunamente asistentes, pero con graves y continuas omisiones y decisiones más que irregulares, ilegales, que se asemejan a la prevaricación (Caso Museo de Bellas Artes de Bilbao). Hoy, se supone acudirán todos a hacer acto de presencia para justificar el cargo, el sueldo y la correspondiente rentabilidad iconográfica.
Desde el lienzo “Gernika” de 1999 de Jose Luis Zumeta (1939-2020) y el “Gernika Deialdea” de 2003, un collage colectivo de doce artistas nada más creativo artístico se ha hecho, ni siquiera se hizo en el 75 aniversario, habrá que confiar y esperar al año 2037. Un legado pendiente para el futuro.
Naiz