Nuestro territorio está habitado por multitud de gentes, variopintas, de oficios, creencias y extracciones diversas. De la misma manera, personas distintas, patriotas todos, formamos parte de este proyecto, Nabarralde, y además existen multitud de caminos para conseguir un mismo objetivo. Hay gente de la Montaña, de la Ribera y de la costa, todos ciudadanos nabarros, todos en el siglo XXI, cada uno con su particular forma de ver su patria, la nuestra, la de todos. Una forma de ver condicionada por la historia, omnipresente realidad, que nos hace estar siempre defendiéndonos, defendiendo la patria, nuestro herrialde, nuestra ciudad, valle, pueblo, barrio, casa, nuestro yo, el yo que no está de acuerdo con el yo del vecino, otro patriota, otra forma de ver su casa, su barrio, su pueblo, su patria, que es también la mía… en fin, gente orgullosa siempre en la trinchera. Cuando a alguien así se le intenta borrar el hierro que le marcó un mayoral en el lomo, se revuelve; bastante tiene con una dolorosa quemadura aún sin cicatrizar como para que le propinen otra, aunque esta otra sea la propia de su hierro, la del rancho de sus antepasados antes de que actuaran los cuatreros, más aún después de generaciones en las que ha habido tantos y tantos acontecimientos entre los dos ranchos, unas veces por unos motivos y otras por otros, motivos todos que han apuntalado la firmeza del yo y del orgullo.
Pues bien, una vez expuestas las trabas de nuestra virtud, prosigo no sin antes avisar que puede ser doloroso desprenderse de ciertas ideas, erróneas u obsoletas, pero que para poder reconstruir la patria primero hay que destruir el caparazón con el que nos vimos obligados a cubrirnos ante la aplastante fuerza de la espada de Santiago, ése que tenía un caballo blanco y no se sabe bien de qué color era.
Este es un estado complejo, un falso estado, verdadero sólo en nuestra mente, ya que la realidad nos abofetea. No somos otra cosa que dos comunidades españolas y un trozo de otra francesa, además subdivididas en siete herrialdes. Territorios llenos de gente de todo tipo: extranjeros cada vez más, tanto peninsulares como del resto del mundo, colonos cada día más arraigados en nuestra tierra, traidores envalentonados con el respaldo de los colonos, y nosotros los patriotas. Eso sí, estos últimos con mucho ardor, justo el mismo ardor que nos hace reñir entre nosotros sobre cuestiones del estado que no tenemos, sobre si de derechas o de izquierdas (por utilizar terminología española), sobre si fue primero el huevo o la gallina, sobre si el huevo no se debería llamar huevo sino célula, etc., etc. Tristemente patético.
Lógico es que una persona nacida en Vizcaya y por lo tanto vizcaíno y español de la C.A.V. o País Vasco o Euzkadi, dependiendo del español que lo denomine, se sienta violento cuando le dicen que es NABARRO de la parte más occidental del Estado, de la BIZKAIA NABARRA, puesto que al oír Navarra está entendiendo inconscientemente que es la Comunidad Foral española de Navarra, ésa que la gobiernan unos pseudopepés, que no quieren formar parte de Euzkadi, ésa en la que la gente habla poco euskera y tiene acento riojano-aragonés, ésa en la que la tierra es de otro color y no hay arrantzales, por no mencionar que fueron con Franco en la Guerra Civil de España. Tiene que asimilar que no es ya del País Vasco sino de Navarra y eso es tan difícil como se le haría a un castellano-leonés asimilar que es castellano-manchego, puesto que desde la perspectiva española son comunidades autónomas distintas, además de diferenciadas entre ellas. A mi entender tanto unos como otros son castellanos, lo mismo que los de Madrid, Cáceres, Sevilla o Murcia. Pero de igual manera nosotros somos todos ciudadanos NABARROS, ya seamos de ARABA, BIZKAIA, GIPUZKOA, LABURDI, NAFARROA o ZUBEROA, por centrarnos solamente en EUSKAL-HERRIA y así no liarla más con otros territorios del ESTADO NAVARRO, que aunque eran de la Corona no eran del Reino.
También es lógico que a alguien nacido en la RIBERA NABARRA, por ejemplo, le cueste asimilar que es vasco por similares motivos a los indicados para el vizcaíno, guipuzcoano o alavés. Resulta curioso observar cómo personas de apellido evidente, por ejemplo, Aramendia, Ariztegi, Goiarte, Agirre, etc, etc., tan comunes por la RIBERA, rechazan a los vascos, esos que hablan tan raro, en vascuence creo que dicen, que viven entre montañas verdes por el continuo calabobos, ésos que los quieren anexionar constantemente, ésos que quieren robarles la huerta, que estuvieron al lado de la República de España en su Guerra Civil, la de España, con los rojos, antiguos liberales, en vez de con los nuestros, “los de siempre”. Curioso decía porque es altísimo el porcentaje de apellidos euskaros en la ribera de la C.F.N. y sin embargo no se sienten vascos sino navarros. La misma denominación que les dan muchas personas de la C.A.V. de apellido González, López, Pérez, Alonso, Martínez, etc., que los consideran navarros porque ellos son los vascos, los de la C.A.V. de España. ¿Y qué diferencia hay entre un Hernández que vive en Basauri de uno de Tudela? Ahora es cuando alguien pensará en el idioma. Si en la C.A.V. se habla más euskera que en la C.F.N. es por la labor de estos últimos 30 años. Para Castilla el País Vasco es Castilla, mientras que Navarra aún tienen que terminar de integrarla, aunque Castilla y Navarra sean de España. Para que no se equivoque nadie al leer esto, tanto vale un patriota de apellido Casanova como uno de apellido Etxeberria, lo mismo que uno que se apellida Peralta que otro de apellido Amezketa; lo importante es no hacer el juego a España y luchar por NABARRA, como lucharon los vascos, francos, judíos, moros y demás gentes de los cuales llevamos sangre.
A modo de síntesis y sin pretender ser técnico sino pedagógico, y comenzando según mi humilde entendimiento en el punto en el cual empieza el actual caos, sin que este punto sea el origen del problema, diré que en el siglo XIX, después de perder los fueros, y de sufrir una muy importante inmigración en los territorios costeros, se ideó una teoría justificada, según las corrientes de su tiempo, para no desaparecer del todo. Se creó también una bandera nueva y un nombre nuevo para un pueblo viejo con antiguas instituciones bien asentadas. Los inmigrantes pobres trabajaron como esclavos y el país prosperó. En el interior no se ganó tanto y la gente autóctona no se vio tan amenazada demográficamente (dejémoslo así). El tiempo pasó y la gente pobre de la costa intentó mejorar su condición, lo mismo que la gente pobre del interior, que veía cómo le recortaban cada vez más su propiedad (la huerta) asemejándolos a los latifundistas de otros lugares. Al poco de comenzar el segundo cuarto del siglo XX las Españas reventaron, y grosso modo, la gente de la costa sin arraigo luchó por mantener sus escasas mejoras y por mejorar aún más, y los autóctonos de esa misma zona lucharon para mantener e incluso ampliar su reciente Estatuto concedido por la República de España (rojo, amarillo y morado + bicrucífera aranista). Al otro lado se encontraban los del interior, que querían mantener lo poco que les quedaba ya después de tantos siglos robándoles, que querían mantener la tradición porque los “nuevos tiempos” les robaban lo mismo que los liberales en los “viejos tiempos” y que al grito de ¡Por Navarra! no dudaron en apoyar una sublevación contra el gobierno de España, como hicieron sus abuelos y los abuelos de sus abuelos (rojo, amarillo, rojo + roja con cadenas). Después de la guerra de España no se quedaron así, sino que se evolucionó hacia dos corrientes, independencia o dependencia, sin que sean sinónimos de los dos bandos de la guerra civil, revolucionarios y contrarrevolucionarios, aunque abstractamente la brecha se podría asemejar y en el subconsciente de los actuales habitantes de NABARRA sigue claramente el frente navarro-nacional-español contra el euzkadi-republicano-español.
A día de hoy, en que tenemos tanta información sobre la historia pasada, es hora de dejar de pelearnos entre nosotros y recuperar la patria, porque sin patria no hay política nacional, ni social, ni del capital, ni sindical, ni idioma, ni felicidad. Sin NABARRA no hay nada, que es exactamente lo que actualmente tenemos, NADA.
Ya vale de pataleos. Hay que tener las cosas claras en todo el suelo patrio, o bien EUZKADI, NAVARRA e IPARRALDE, o sea, Comunidad Autónoma Vasca de España, Comunidad Foral de Navarra en España y parte del Departamento de Pirineos Atlánticos de Francia, o lo que es lo mismo, vascos, navarros y vascofranceses, en definitiva españoles y franceses; o si no, NABARROS, que es la definición a la que tenemos actualmente derecho internacionalmente, por haber existido el Reino de Navarra, todos los habitantes de Vasconia-Euskalherria, tengamos genes de moro, de vasco, de godo, de judío, de franco, o hayamos venido recientemente de América del sur, hablemos euskera, castellano, francés o latín. Lo miremos como lo miremos eso es lo que hay.
Nabarra aurrera!