Editorial
Los independentistas de
La victoria de Bart De Wever ha sido abrumadora. Aunque los sondeos lo daban como ganador, el líder independentista ha humillado en las urnas al partido Cristianodemócrata Flamenco (CD-V), liderado por Marianne Thyssen. Los democristianos deben conformarse con una segunda plaza en Flandes con unos resultados que descartan la articulación de un cordón sanitario unionista con otras fuerzas para cerrar el paso a De Wert. El desmoronamiento del CD-V es consecuencia del fracaso estrepitoso del premier Yves Leterme, que, al dimitir por quinta vez en tres años, abrió la puerta a la convocatoria de elecciones y al històrico sorpasso de sus socios menores de coalición, los independentistas.
El nuevo mapa político obliga a pactar una nueva reforma de la compleja arquitectura territorial de Bélgica, la sexta más importante desde 1830. La fórmula federal de convivencia entre el Norte neerlandés y el sur francófono, con Bruselas como isla valona en medio de Flandes, ha quedado hecha añicos. El siguiente paso es una confederación de los belgas que sitúa a Flandes muy cerca de la independencia. Y que cuestiona de lleno el modelo de